lunes, 8 de agosto de 2016

LA BATALLA ÉPICA DE ALEPO

Alepo no sólo es la ciudad más importante de Siria con sus más de tres millones de habitantes reducidos a unos 300.000 en estos días de sitio de los barrios en poder de las fuerzas opositoras desde el comienzo del conflicto; no sólo es una ciudad con más de seis mil años de historia sobre la que han girado muchos acontecimientos en la historia y uno de los nudos de comunicaciones mas importantes de Oriente Medio. Estos días en Alepo se está jugando el destino de la guerra en Siria y en consecuencia se están asentando, en función del resultado final, las bases del futuro de la región.

Hace apenas un año, muy pocos apostaban por el triunfo de Asad. Las fuerzas opositoras apoyadas por Estados Unidos, Turquía y Arabia Saudita parecían invencibles antes un ejército oficial abandonado y en desbandada. Precisamente la proximidad de la derrota hizo que los principales aliados de Asad movieran ficha, y en apenas un año gracias al apoyo decidido de Rusia con masivos ataques aéreos tácticos de gran precisión y de las milicias chiítas de Hizbullá e Irán, la situación se ha tornado muy favorable para las fuerzas gubernamentales. Cuando el pasado 14 de julio, las tropas del ejército sirio y sus aliados cerraron el bloqueo de Alepo, todo hacía presagiar que el final de la guerra estaba cercano. Pero una vez más las fuerzas opositoras no tardaron en revertir lo que parecía ya una batalla de apenas unos días que terminaría con la victoria militar total de Asad.


Por una parte, las fuerzas opositoras necesitadas de apoyo inmediato se reorganizaron y renunciaron a viejos vínculos que perjudicaban notablemente la posibilidad de que recibieran ayuda militar extranjera. Así el Frente al Nusra ha pasado a denominarse Jabhat Fateh al-Sham, “Frente para la Conquista de Siria”, según anunció por video su líder Abu Mohamed al Julani  y ha pasado de ser un grupo terrorista filial de Al Qaeda a ser un grupo fundamental en la estrategia de la oposición para derrocar a Asad, volviendo a la política que tan malos resultados produjo durante la Guerra Fría. 

Para evitar la caída de Alepo y una vez admitidos los terroristas de Al Nusra como socios aceptables, Arabia Saudita comenzó hace unas semanas masivos envíos de armamento y munición a los rebeldes que eran suministrados desde Turquía con el explícito apoyo de Estados Unidos y del ejército turco y adquirido en los Balcanes principalmente.  Gracias a esta inestimable ayuda y después de violentos combates en los que han muerto más de mil combatientes en la última semana, los rebeldes han conseguido levantar el sitio y tomar incluso algunas academias militares del ejército sirio ubicadas en Alepo, accediendo a importantes arsenales de armamento almacenados en estas instalaciones militares.

La respuesta rusa no tardará en aparecer y una contraofensiva se está preparando para los próximos días que contará con refuerzos llegados de Damasco y de nuevos milicianos llegados desde el Líbano. De lo que pase en los próximos días en Alepo dependerá el curso de la guerra. De ahí que los rebeldes después de haber levantado el sitio de la ciudad hayan denominado a esta victoria “La batalla épica de Alepo”.

Pero después de cuatro años de guerra, trescientos mil muertos y cinco millones de desplazado, ¿Alguien se aclara sobre quiénes son los combatientes en Siria?

Comencemos por lo más sencillo, el ejército de Asad que ha sido el principal soporte del régimen, aunque algunas deserciones en los primeros momentos del conflicto mermaron su capacidad de combate y que dispone en la actualidad de unos cien mil combatientes, artillería y vehículos en gran número. 

Asad cuenta con dos aliados muy poderosos. Rusia, aliado tradicional que buscó en el panarabismo inventado por Nasser un aliado en la región durante la Guerra Fría. El evidente y masivo esfuerzo de apoyo del último año de Rusia evidencia las ansias expansionistas de Putin y su voluntad de estar en todos los cocidos como en los mejores tiempos de la URSS. Irán, por su parte, es un apoyo particular que tiene sus raíces en el eterno conflicto entre sunitas y chiítas. Asad pertenece a la rama alauita de inspiración chiíta y eso le convierte en amigo de Hizbulla, de los chiítas del Golfo y sobre todo de Irán. Se estima que al menos unos 10.000 voluntarios chiítas combaten en apoyo de Asad con apoyo logístico y de inteligencia de Irán que ya ha perdido algunos oficiales de alta graduación en el conflicto. El apoyo ruso en ataques aéreos bajo la supuesta cobertura de compartir lucha contra el DAESH se ha transformado en la principal amenaza para los intereses de Occidente en la región. Apenas un 10% de los ataques rusos se han dirigido contra el ISIS mientras que las ciudades, hospitales y centros de aprovisionamiento de las fuerzas opositoras han sido el objetivo prioritario de la aviación rusa. La descarada intervención rusa en Siria contra el criterio internacional constituye una agresión que apenas ha tenido una respuesta en Estados Unidos, más interesado ya en acabar con el conflicto a cualquier precio, aunque éste se llame Asad.

Pero sin duda la fuerza más temida por la oposición son los Shabiha, paramilitares leales al presidente. Estos se han caracterizado por su brutalidad en los combates, así como también por ser los perpetradores de numerosas masacres y crímenes de guerra. Este brazo armado odiado por la gran mayoría de la población es una de las causas que harían inviable una continuidad de Asad con un reconocimiento internacional.

Por otro lado, las fuerzas opositoras son un conglomerado muy heterogéneo.

El núcleo inicial se creó en noviembre de 2012 en Doha bajo la denominación de Coalición Nacional para las Fuerzas de la Oposición que es el bando oficial en contra del gobierno que busca una transición democrática para el país. En 2013, los países amigos de Siria que reconocen a esta oposición, tomaron la decisión de armar a la Coalición Nacional Siria para cambiar el equilibrio de fuerzas sobre el terreno. Esta oposición denominada moderada ha contado con el claro respaldo de la comunidad Occidental, pero no es tan evidente que Arabia Saudita y Turquía deseen que en la nueva Siria sea Estados Unidos quien lidere el cambio político.

Precisamente Turquía y Arabia Saudita promovieron en noviembre de 2013 que siete grupos islamistas se unieran para formar el Frente Islámico que cuenta con unos 40.000 yihadistas. Dentro de esta amplia banda destacan los grupos radicales, ligados estrechamente al terrorismo por su forma de actuar, que comenzaron a tener injerencia en la guerra civil cuando ésta ya había desestabilizado completamente al país, calculándose que unos seis mil llegaron al país para apoyar a estos grupos opositores. Hoy la mayoría ya están buscando nuevos frentes donde dar rienda suelta a sus ansias violentas.

El Frente al-Nusra ha sido el grupo militar más activo de la oposición. Se estima que la cantidad de luchadores ascendía a unos 10.000 en 2012, incluyendo a combatientes extranjeros provenientes de Bosnia, Libia, Arabia Saudí, Egipto, Túnez, Palestina, Chechenia , Kuwait, los Emiratos Árabes Unidos, Azerbaiyán, Francia, Irak, España, Dinamarca y Tayikistán. En estos momentos su número no excede de los tres mil combatientes y se concentran en Alepo.

La relación entre el Frente al-Nusra y los rebeldes moderados ha sido complicada durante años, a pesar de colaborar  en varias batallas por necesidad. La visión religiosa estricta y la voluntad de imponer la Sharia es escasamente apreciada por una sociedad relativamente laica como es la siria. La debilidad de Al Nusra en los últimos meses, atacada por todos los demás combatientes, les han llevado a desligarse de Al Qaeda. Llama la atención que haya sido el líder de Al Qaeda el que haya llamado a Al Nusra a romper sus vínculos para unirse a los grupos moderados y contar con el apoyo de Estados Unidos y que hayan sido el gobierno de Qatar y algunos influyentes miembros del establishment norteamericano los que hayan promovido este cambio radical.

Por último, tenemos a los kurdos sirios que han conformado una minoría de fidelidad ambigua. En diciembre de 2012 el Consejo Nacional Kurdo se alió con la Coalición Nacional Siria. El principal grupo de la oposición kurda, las YPG han estado luchando contra al-Nusra y el DAESH desde 2012 y han sido el aliado más fiel de Estados Unidos y de las comunidades cristianas que no apoyan a Asad.

Como un tercer actor tenemos al Estado Islámico que metió la cuchara en Siria en último lugar y que ganó una gran cantidad de terreno en el noreste de Siria desde abril de 2013, y que para finales de 2013 controlaba una gran zona en esa región gracias al soporte financiero y militar llegado desde Irak. Sin duda ha sido el grupo armado mejor organizado y con más recursos de cuantos combaten en Siria. El DAESH, liderado por el iraquí Al Baghadi, estaba hasta 2014 afiliado con Al Qaeda en Siria, y llegó a disponer según algunas fuentes de unos 200.000 combatientes. Hoy en día su número se estima en menos de la mitad.

Además de combatir a las fuerzas leales al gobierno sirio, el Estado Islámico de Irak y el Levante se ha enfrentando también a los demás rebeldes, incluyendo rebeldes radicales, como el Al Nusra, y a otros rebeldes más moderados, como el Ejército Libre Sirio. Hacerse enemigo de todos ha sido el principio de su final.

¿Cuántas guerras hay en Siria?

Al menos podemos decir que en Siria coexisten tres guerras simultáneas. Una es evidente que es la de la oposición moderada y el Frente Islámico, que actúan bajo una comunidad de intereses contra Asad y sus apoyos, Rusia, Irán y las milicias chiítas. Hay una segunda guerra que es la del DAESH contra todos y finalmente la que libran los kurdos por fortalecer su identidad y autonomía gracias al apoyo expreso de Estados Unidos, aunque tienen en contra a turcos, iraníes, iraquíes y sirios que siempre los han visto como una amenaza. Su futuro está ligado a Washington, otro elemento interesante para componer el rompecabezas turco.

Podemos decir que en  los últimos meses el DAESH ha sido el que ha salido peor parado. La reciente toma de Manbij por una acción combinada de fuerzas moderadas y kurdos con apoyo de la aviación estadounidense ha supuesto la ruptura de la línea de suministro que desde Turquía llegaba a la todavía capital del ISIS en Siria, Raqa, ya sometida a fuertes bombarderos ante el inminente ataque combinado que podría terminar con la presencia de ISIS en Siria y su retiro a Irak para defender Mosul del inminente ataque de las fuerzas iraquíes con apoyo occidental.La capital del califato podría caer en las próximas semanas llevando al DAESH a la clandestinidad. Los kurdos por su parte han recuperado todo su territorio de control tanto en Irak como en Siria y mantienen un gobierno autónomo y moderado en gran parte de la frontera con Turquía. Precisamente este fortalecimiento ha comenzado a ser percibido por Turquía como una amenaza.

A qué juega Erdogan con su visita a Putin

Y dentro de este juego de última hora, la visita de esta semana de Erdogán a Putin apenas tres semanas después del intento de golpe de estado, abre nuevas incertidumbres sobre el futuro de Turquía lo que significa sobre toda la región, el Mediterráneo y la geoestrategia mundial.

Erdogán ha tenido dos gestos muy significativos hacia Putin, el que nos parecía a todos ser su principal enemigo en el conflicto sirio por lo menos hasta el 15 de julio. Primero, pedir disculpas por el derribo del avión ruso sobre espacio aéreo turco y yendo mas allá detener a los pilotos causantes del derribo por golpistas. Lo cierto es que todos los militares turcos que lideraban la guerra contra los kurdos y el DAESH están ahora detenidos por golpistas con escasas pruebas. El rápido respaldo de Putin a Erdogán cuando todavía existían dudas sobre el éxito del golpe, más allá de demostrar que el Servicio de Inteligencia Exterior ruso sigue teniendo en Estambul a una de sus mejores oficinas, muestra que el acercamiento entre Erdogan y Putin, criticado por miembros del ejército en las semanas anteriores al golpe, era algo más que un gesto aislado.

Las recientes acciones de Erdogán en el terreno internacional o bien obedecen a una estrategia incomprensible a ojos del todo el mundo, llena de contradicciones, o bien estamos ante el mayor cambio estratégico en el Mediterráneo oriental desde la caída de los otomanos.

La teoría oficial era que Turquía, (Erdogán más los militares) han sido los más interesados en la caída de Asad y en un cambio político en Siria. También la teoría oficial era que Turquía combatía a los kurdos y al DAESH como grupos terroristas que amenazaban su seguridad.  En esa misma línea, Turquía y Arabia Saudita habían firmado hacía unos meses una alianza inquebrantable para forzar el cambio en Siria iniciando una estrecha colaboración militar. Aliarse con Arabia significaba a su vez reforzar los lazos con Estados Unidos e Israel, a pesar del evidente apoyo de Erdogán a la flotilla de Gaza en 2010. También suponíamos que Rusia e Irán eran los enemigos tradicionales de Turquía en la búsqueda de la hegemonía regional.

Ahora la cuestión es qué parte de esta verdad era asumida por todos los turcos, y qué parte era sólo del interés del ejército turco y qué parte de los islamistas turcos.

El evidente acercamiento a Rusia con estas declaraciones de amistad sólo puede tener dos objetivos. Darle una patada a Occidente por su comprensión hacia el golpe y proteger al clérigo salafista Fethullah Gülen en Estados Unidos, pero no demasiado fuerte no vaya a ser que la reacción occidental no sea muy favorable; y definir el nuevo mapa de Siria ante la probable victoria de Asad, lo que hasta hace unas semanas era un escenario imposible de aceptar.

Las arengas de las últimas semanas del presidente Erdogán con ataques muy directos contra la Unión Europea y Estados Unidos y el apoyo a la instauración de la pena de muerte inciden en la idea del neo-otomanismo lanzada precisamente los militares turcos a mediados de los años ochenta. Es decir dar la espalda a Europa y buscar el liderazgo regional incluyendo a grandes territorios partes del antiguo imperio otomano. Sin embargo, este potencial deseo choca con una realidad, Turquía no puede dar la espalda a su principal socio financiero y comercial salvo que esté dispuesto a dilapidar todo lo conseguido por su economía en la última década.

El partido de Erdogán llegó al poder cuando el FMI impuso una política económica muy estricta para acabar con la debilidad financiera del país. Sin embargo los resultados en estos años han sido increíbles. Entre 2002 y 2015 las inversiones extranjeras directas ascendieron a 130 mil millones de dólares, de ellos el 85% procedió de Europa y Estados Unidos. Apenas se han producido recientes inversiones procedentes de Qatar, gran aliado de Erdogán, en medios de comunicación, lo que no deja de ser transcendente, aunque su importe es ridículo. El otro 15% llegó de Extremo Oriente. Más del 70% de la deuda externa privada lo es con bancos europeos y más del 50% de la pública. Esto significa que si Turquía da la espalda a Europa se va a encontrar con unos problemas económicos de enorme gravedad que no se los van a compensar la maltrecha economía rusa ni los países del Golfo que deben afrontar serios ajustes de sus economías.

Putin sólo estaría dispuesto a pagar un precio por dejar caer a Asad, y ese precio sería Turquía. ¿Qué quiero decir? una alianza con una Turquía fuera de la Alianza Atlántica podría reemplazar a la incómoda alianza con Irán, que una vez terminado el embargo tiene mas interés en los dólares y euros que en los rublos. El apoyo de Irán al gobierno iraquí y a la lucha contra el DAESH junto a Estados Unidos ha llevado a una gran desconfianza a Putin sobre la solidez de esta relación. Si Turquía asegura a Putin que el nuevo gobierno de Siria se mantendrá fiel a su alianza con Rusia, entonces Putin no tardaría ni dos segundos en conceder asilo político en una bonita dacha del Mar Negro a Asad y su familia. Una alianza turco rusa dejando de lado a Irán en Siria, no sería una mala opción para Arabia Saudita siempre que le dejen las manos libres en Yemen.

El problema para Turquía es que sería no sólo destruir el régimen que creó Ataturk, lo que sin duda se hará en su nombre, sino regresar a las circunstancias que llevaron al desastre al imperio otomano. 

Esta es la patata caliente que Obama va a dejar a Hillary Clinton, que sin duda es el mayor reto a la diplomacia occidental desde el final de la Guerra Fría. En caso de que Turquía y Rusia sellaran una alianza, muchos países deberían replantear sus estrategias; Israel sin duda, la Unión Europea, los países del Cáucaso, los gobiernos moderados de Oriente Medio, en definitiva una revolución que recuerda a la diplomacia anterior a la Primera Guerra Mundial. Lo que sí está claro es que si Turquía quiere dar una bofetada a Occidente necesita aliados y el único dispuesto en estos momentos es Rusia. Si Turquía quiere, sin embargo, mantener su alianza con Occidente deberá comenzar a cambiar muchas actitudes de las últimas semanas y de momento no va por el camino correcto. Sin duda este juego no ha hecho más que comenzar y son muchas las partidas que están por venir, veremos quién suelta el próximo órdago.  

De momento todas las miradas están en Alepo. Si Asad consigue tomar la ciudad, la guerra habría dado un giro casi definitivo, pero para ello va a necesitar de mucho apoyo ruso, precisamente cuando su líder se reúne en San Petesburgo con su teórico principal enemigo en esta guerra. Si la oposición levanta el sitio, volveremos a un conflicto estabilizado donde todas las opciones estarían más abiertas, y podríamos ver a las fuerzas estadounidenses apoyando a la oposición frente a la aviación rusa soportando al ejército de Asad, y la situación se tornaría mucho más peligrosa para todos.












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