sábado, 3 de septiembre de 2016

EPÍSTOLAS VENEZOLANAS I


Queridos libertadores venezolanos,

De lo acontecido el pasado uno de septiembre no me ha llamado la atención la capacidad de convocatoria de la oposición, a pesar de que el gobierno utilizó todos los medios a su alcance y especialmente la violencia para evitar el éxito. Nicolás Maduro no se ha enterado que detener a los estómagos hambrientos es tarea harto complicada y aún más a las mentes agotadas de tanta estupidez dicha con palabras altisonantes y procedentes del propio Palacio de Miraflores. A veces no sabemos si mata más el hambre o la estulticia de los dictadores. Tampoco me llamaron la atención las contra manifestaciones organizadas por la chusma chavista, con bastante poco éxito a pasar de contar con los salvoconductos oficiales para acudir a su pícnic, no puede decirse que aquella concentración tuviera una relevancia mayor. Incluso, no me llamó la atención el baile de San Vito que tenía Maduro es el escenario cuando amenazaba con encarcelar a toda la oposición, es más a todo el que no piensa como él.

Lo más simbólico, lo que realmente me ha producido más admiración de este movimiento cívico ha sido la actitud de las supuestas fuerzas represoras, excluyendo a las fieles huestes del Beria venezolano. La cara de la mayoría de los soldados y policías denotaban complicidad con el pueblo; pensaban porqué estaban en el lado equivocado. Ellos también pasan hambre y deben además escuchar cual soldados en Nuremberg las insufribles e interminables soflamas de Chiquito de Caracas, con todos mis respetos para el genio español.  

El problema de la miseria es que cada vez hay menos para robar y estas costosas fidelidades son muy volubles, y obviamente nadie se cree que quien roba en Venezuela, quien mata de hambre a los niños y deja a los hospitales sin medicamentos es la oposición frente a un poderoso gobierno que es incapaz de detener semejante expolio. No nos engañemos el chavismo  es un club de expoliadores; todos los que aplauden envueltos en sus camisas rojas, son los beneficiados del régimen; muchos de ellos seguramente no tenían nada y ahora se creen importantes, pero el sueldo hay que ganarlo con el sudor de la frente de uno y no con el de los demás; no con el sudor que se siente ante el cañón de una pistola o un cuchillo cuando amenazan, no con el sudor que sufren los que se saben que ven a ser reprimidos.o de los que se desesperan de vivir en el país más rico del mundo pasando hambre. De ese sudor vive el chavismo, y no van a cejar en su empeño en una mesa de diálogo porque es un verbo que no saben conjugar.


Pero la experiencia nos dice que no deben confiarse. Maduro como cualquier comunista que desprecia la voluntad del pueblo no va a recatar en medios para impedir que consigan sus objetivos legítimos. El primer paso será construir las pruebas inculpatorias de sus supuestos crímenes. Después con la ayuda de su extensa red de voceros internacionales, muchos infiltrados como demócratas en las instituciones occidentales, acabarán convenciendo a los gobiernos y a la opinión pública de que esa oposición fascista y totalitaria quiere terminar con un régimen popular que mira por los desfavorecidos. Una vez conseguido este objetivo inicial ya estarán perdidos.

Después, a todos los opositores y éste es sin duda un concepto muy amplio en la concepción chavista, los comenzarán a sacar de sus casas por la noche. Ustedes ya saben por lo mucho que han sufrido, que el último que va a llamar a su puerta a las cuatro de la mañana o a cualquier hora del día va a ser el lechero, cuando deben salir como aves de rapiña a buscar un litro de leche con el que alimentar a sus hijos en un país con cientos de granjas de vacuno expropiadas.  Les harán unos juicios rápidos y de pronto un día nadie sabrá de ustedes. Estarán en recluidos en un Gulag a temperatura tropical y poco a poco irán muriendo de inanición, de enfermedades, de torturas. Y con el lento transcurrir del tiempo, propio de las dictaduras, nadie se acordará de ustedes, no sólo les van a matar es que les van a quitar la vida que tuvieron.

Y así de pronto llegará un día el que todo parecerá normal, eso es lo que Lenin llamaba la dictadura del proletariado que no es otra cosa que esa sensación Alzheimer que produce en las sociedades la alienación comunista. El pasado no cuenta, no existió, y todo lo que vemos, sentimos y vivimos es lo único posible. La historia sólo es real si justifica o apoya las tropelías. Los venezolanos se creerán como en la obra de Buero Vallejo, “La Fundación” que no existe un mundo afuera y que su pequeño microcosmos chavista es el único mundo. Seguro que algún disidente aparecerá para reclamar libertad, pero será ajusticiado por la brigada paramilitar chavista, lo más parecido a los bomberos de Farenheit 451. Llegados a ese extremo, sólo una catarsis dolorosa libera de ese yugo; el comunismo en toda su historia nunca ha cedido el poder, hay que ocuparlo, hay que derribar los muros y tomar los palacios, no tienen otra alternativa, así ocurrió en la Unión Soviética y así no ha ocurrido en Corea del Norte, Cuba o Nicaragua.

Decía Thomas Jefferson que “cuando los gobiernos temen a la gente, hay libertad, pero que cuando la gente teme al gobierno hay tiranía”. Y lo que hoy se vive en Venezuela es una tiranía cruel y despiadada porque mata a su gente y continuando con el gran Jefferson “ El árbol de la libertad se riega con la sangre de los patriotas y de los tiranos”, pero no solo de los patriotas.

No pierdan esta oportunidad, ahora el enemigo sabe que son fuertes y tiene miedo y es cuando se manifiesta más peligroso. No se engañen, ningún acuerdo político, ningún revocatorio, ninguna elección va a sacar a Maduro del poder. No le dejen reaccionar. Ustedes son el pueblo y están llamados a terminar con esta tiranía. Nadie les va a detener. Deben convertirse en una marea de resistencia pacífica, un tsunami que paralice el país y que lleve a sus dirigentes al convencimiento de que es mejor salir corriendo hacia La Habana que quedarse en el búnker. No abandonen las calles porque otros las ocuparán y por la fuerza y ese será su fin. Y no se dejen engañar por la propaganda oficialista, la inmensa mayoría de los ciudadanos honestos y libres del mundo está con ustedes y no les vamos a abandonar. Mucho coraje y adelante hasta la victoria. Simón Bolívar, ese gran liberal y por ende libertador se sentiría muy orgullo de ustedes


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