domingo, 14 de julio de 2019

ESPAÑA DEFENDIDA

Transcurría el año de 1612, ya inmersos en lo que los historiadores usan llamar " La decadencia española", que don Francisco de Quevedo con el que mantengo una vida compartida, madrileño por los cuatro costados y manchego de adopción , publicó " España defendida de los tiempos de ahora y de las calumnias de los noveleros y sediciosos". 

Realmente no se me ocurriría mejor título para un blog que siempre ha buscado razones y verdades que explicaran los acontecimientos de nuestra historia reciente, y que alzara la voz contra el simple acatamiento al orden establecido y sobre los salvapatrias que siempre esconden malignos objetivos.

Podría parecernos anacrónico que siempre tengamos que estar defendiendo la nación española, pero ¿Contra quien?, pues contra nosotros mismos. No vienen de fuera nuestros enemigos, sino que somos nuestra principal amenaza. Hallar las raíces del problema y buscar las soluciones son una tarea hercúlea, pero necesaria, para un país que reúne tantos atributos. Una nación que no se explica tan escasa autocomplacencia, si no fuera porque, o bien, todos los logros son productos del azar, o bien somos la consecuencia de algunas mentes brillantes, más bien escasas que han liderado esta sociedad. Pero no nos engañemos, ni nuestros logros son producto de la suerte, ni hemos tenido grandes líderes políticos que guiarán los pasos del reino. Es más, hay que decir que las escasas mentes brillantes que alcanzaron el Olimpo político español fueron defenestrados, asesinados o encarcelados.

El título de esta magna obra de lectura obligada, establece ya tres enemigos atroces: En primer lugar los tiempos de ahora; luego las calumnias de los noveleros y finalmente las de los sediciosos, y sin duda acierta de pleno el padre de la sátira española.

Los tiempos de ahora son, como siempre, convulsos, y adolecen de los mismos defectos del pasado. Un inconformismo permanente con las estructuras del estado; una lenta y escasa adaptación a los cambios y sobre todo la ausencia de grandes liderazgos.

Salvo cortos periodos de tiempo, lo único que el ciudadano ha recibido del estado ha sido miseria y dolor. No es parcialmente hasta el franquismo, bajo un régimen dictatorial basado en el chiringuito, y posteriormente en democracia, que el estado se ha puesto al servicio del pueblo, y apenas hablamos de un periodo inferior a un siglo. Es decir, genéticamente nuestro ADN todavía recela mucho del poder político. Sin embargo, en lugar de alzarse en revoluciones, siempre ha terminado adaptándose pasivamente al sistema, ante la pereza o el pesimismo

Pero el español ha aprendido en estos últimos cuarenta años de expansión del gasto público, que el estado no solo es benefactor sino repartidos de dádivas. Es decir, una inmensa mayoría, empresarios, jubilados, desempleados, nacionalistas, critican con exacerbación al poder mientras ponen la mano para beneficiarse de esa gran bolsa de euros, que no está financiada tanto por impuestos sino por futuro; es decir, nos estamos repartiendo el dinero de nuestros hijos y nietos, en la esperanza de que ellos puedan hacer lo mismo.

En definitiva esperamos todo del estado, seguridad, protección social, infraestructuras, rentas, pero en la creencia de que son otros los que financian este dispendio, cuando se equivocan; todo sale de este bien común que llamamos España. Siempre nos queda la creencia de que existe un reparto justo, como si el gobierno fuera Robin Hood; y que son los ricos, un concepto siempre relativo, los que pagan nuestras necesidades; pues no. Resulta que si les apretamos con impuestos no tienen el menor apego al terruño y se marchan, y al final perdemos más que ganamos. Así que en consecuencia, son las clases medias las que soportan un sistema de protección social que se expansiona como el universo, sin que nadie se resuelva a ponerle límites, en aras de obtener un rédito electoral cada cuatro años.

Todos los males de este país tienen que ver con una creencia generalizada de injusticia, de que se produce un reparto injusto entre ricos y pobres, por simplificar; entre territorios, entre ilustrados y analfabetos y entre cuñados y pueblos. Todas las tensiones de este país tienen que ver con un egoísmo exacerbado combinado con el anhelo de que alguien nos resuelva nuestra teórica indefensión. Nos equivocamos, sólo nosotros, entre todos, podemos resolver los problemas de todos; la política de dividir y vencer, fracasa cuando ya no es posible dividir más.

¿Y qué decir de las calumnias de los noveleros? Pues que primeros debemos definir quiénes son noveleros. No son los tertulianos, ni los escritores, se refiere a los políticos que venden obras de ficción como si fueran ensayos. Nos quieren hacer creer que todo lo que prometen es posible, y ya deberíamos haber aprendido que por mucho poder que se tenga, nadie por si solo, llámales gobierno, partido o alcalde, puede hacer gran cosa. Pero también debemos discriminar; frente a los noveleros que son capaces de defender la tesis y la antítesis sin despeinarse, existe una legión de hombres honrados que dignifican la política, aunque a menudo su buenísimo y honradez palidece ante los abusos de unos pocos.

Y finalmente los sediciosos; y de estos tenemos ejemplos muy significativos. Son regiones y son líderes políticos que se sienten diferentes del todo a fuerza de diferenciarse. Se han pasado la vida tomando rayos UVA y ahora dicen ser morenos para alegar su diferenciación. No nos debemos creer sus infundios, ni sus argumentos. En el fondo pretenden acabar con el régimen de solidaridad nacional para llevarlo al plano regional. Pero este microscopismo político no tiene fin; primero será Europa nos roba, luego España, luego Barcelona, luego Pedralbes y luego el vecino. En el fondo reniegan de la vida en comunidad con el único propósito de retener y no repartir. 


España defendida no es un alegato contra los enemigos en exclusiva, es también un foro que pretende imbuir una idea de España donde todos somos libres e iguales. Libres para ser, actuar y pensar sin más límites que la libertad de los demás, e iguales frente a la ley y frente a nuestros semejantes. Iguales en oportunidades y en obligaciones. De esta manera concibo una nación y un pueblo. España sin considerar a todos los españoles, y en especial a los más necesitados, olvidados o relegados, no es nada, es un concepto vacío. Amamos a España, a sus símbolos y a sus instituciones porque están al servicio de todos y sirven para crear un mundo más justo y avanzado. 

Pero debemos asumir que un mundo más justo sólo es posible con mayor desarrollo, sostenible sin duda, con crecimiento, con innovación, con emprendimiento. Nunca habrá justicia si no hay desarrollo. Repartir miseria o la riqueza actual entre todos, no nos hace ni más ricos ni mas justos, ni siquiera más felices, salvo cuando esa distribución contribuye al crecimiento económico y social.

En definitiva, defendemos a España, como nación, y todas sus gentes, con todas sus diferencias y especialidades. Pero no olvidamos donde estamos, en el corazón de España, Castilla; la Castilla reconquistada en un abrir y cerrar de ojos y que quedó aislada, desolada y empobrecida al quedar en manos de ordenes militares incapaces de generar riqueza en tan vasto territorio. ¿Cómo es posible tanta pobreza en el corazón de este gran país?; la región por la que transcurren millones de personas y decenas de miles de millones de mercancías; Primero fueron necesarias las infraestructuras y ahora necesitamos el talento y la inversión para posicionar a la región en un lugar de cabeza de España, y éste es un reto al que queremos contribuir, sobre todo porque creemos que es posible combinando ilusión, cabeza y visión.

Una visión no de salir del paso, ni de hacer más de los mismo, sino de una auténtica transformación, radical que posiciones a una región tan extensa y diversa en el liderazgo nacional del cambio, del progreso. mantener nuestro sentido común, y nuestros valores y fortalezas para crear una visión 2050, que posicione a la región entre las cinco de España con mayor renta per cápita, con una política de impulso, renovación, transformación y apertura al exterior.

A estos objetivos sirve España defendida; reflexionar y criticar para ser mas libres y más iguales.