domingo, 14 de agosto de 2016

EL COLAPSO DEL ESTADO ISLÁMICO


Apenas dos años le ha durado al líder del Daesh, Al Baghdadi su cacareado califato. Los conflictos internos en Siria e Irak y la desidia de las potencias occidentales ocupadas en otros frentes, especialmente Rusia, permitieron un rápido crecimiento del grupo terrorista hasta ocupar casi la mitad del territorio sirio e iraquí, con acceso a sus fuentes de riqueza, entre ellos los más de mil millones de dólares que sacaron del Banco Central de Mosul, y con una población bajo su control que excedía de los diez millones de habitantes. Entre combatientes llegados de fuera sin apenas experiencia, pero fascinados por la estrategia del ISIS de iniciar una segunda islamización del mundo, y los antiguos seguidores de Sadam Hussein, formaron un ejército de unos cien mil hombres con recursos, experiencia en el combate y con el tradicional uso de la violencia extrema que tan famosas haría a las fuerzas especiales del ex dictador iraquí. El Daesh se transformó en una amenaza global, y éste fue su gran error estratégico, cuando pasó a liderar el terrorismo en Occidente y se convirtió en una amenaza a la seguridad no sólo regional, sino global. El mayor y quizás único activo diferenciador del Daesh como organización terrorista era disponer de un estado con territorio, población y recursos, lo que siempre quiso tener Bin Laden en Afganistán, hoy apenas queda nada de esa pesadilla.

La situación actual no tiene ningún parecido con aquella realidad. La caída de Manbij en el norte de Siria en la ribera oeste del Eufrates, en manos de las Fuerzas Democráticas de Siria (SDF, formadas mayoritariamente por kurdos), y sobre todo la fuga masiva de la ciudad de todos los miembros del Estado Islámico después de un acuerdo con los atacantes, muestran que el Daesh está colapsado y que sus fuerzas y recursos apenas suponen el 15% de lo que eran hace apenas un año. De aquellos violentos hombres de negro que infundían miedo a través de sus acciones y de las redes no queda casi nada, ahora los radicales han puesto pies en polvorosa dejando en el camino armas y sobre todo un reguero de odio contra el radicalismo.

lunes, 8 de agosto de 2016

LA BATALLA ÉPICA DE ALEPO

Alepo no sólo es la ciudad más importante de Siria con sus más de tres millones de habitantes reducidos a unos 300.000 en estos días de sitio de los barrios en poder de las fuerzas opositoras desde el comienzo del conflicto; no sólo es una ciudad con más de seis mil años de historia sobre la que han girado muchos acontecimientos en la historia y uno de los nudos de comunicaciones mas importantes de Oriente Medio. Estos días en Alepo se está jugando el destino de la guerra en Siria y en consecuencia se están asentando, en función del resultado final, las bases del futuro de la región.

Hace apenas un año, muy pocos apostaban por el triunfo de Asad. Las fuerzas opositoras apoyadas por Estados Unidos, Turquía y Arabia Saudita parecían invencibles antes un ejército oficial abandonado y en desbandada. Precisamente la proximidad de la derrota hizo que los principales aliados de Asad movieran ficha, y en apenas un año gracias al apoyo decidido de Rusia con masivos ataques aéreos tácticos de gran precisión y de las milicias chiítas de Hizbullá e Irán, la situación se ha tornado muy favorable para las fuerzas gubernamentales. Cuando el pasado 14 de julio, las tropas del ejército sirio y sus aliados cerraron el bloqueo de Alepo, todo hacía presagiar que el final de la guerra estaba cercano. Pero una vez más las fuerzas opositoras no tardaron en revertir lo que parecía ya una batalla de apenas unos días que terminaría con la victoria militar total de Asad.