El pueblo judío es sin duda
el más longevo de la historia de la humanidad que se ha mantenido fiel a sus
principios. Ninguna otra religión existente hace cinco mil años subsiste. El
Dios de cristianos y musulmanes es judío y se le apareció a Abraham y Moisés,
pese a quien pese. Nada de lo acontecido en la historia de la humanidad en los últimos
milenios se puede entender sin lugares bíblicos como Jerusalén, Jericó, sin el Jordán y tantos otros. Un pueblo
condenado en masa al destierro y desperdigado por todos los mundos conocidos
con el único fin de que flaquearan en su fe, sin embargo nadie entendió lo que
significa para un judío ser judío. Ningún otro pueblo ha sido tan masacrado,
condenado, vilipendiado y segregado como el pueblo de Israel y sin embargo
nunca cejaron en su espíritu inquebrantable de supervivencia. La contribución
del pueblo judío a la ciencia, la cultura y el arte ha sido esencial en el
desarrollo humano, basta ver la lista de premios Nobel judíos para apreciarlo.
El mundo sería otro sin la contribución del pueblo judío a la humanidad.
Un pueblo que pasó miles de
años esperando volver a su hogar del que fueron despojados por la fuerza y que
otros vinieron a ocupar para borrar el rastro del pueblo judío. Entre esos
desperdigados descendientes de Jacob, de Saúl, de David y de Salomón se hallaba
la familia Persky, que durante generaciones había sobrevivido en el este de
Polonia. Su padre infundido del espíritu sionista de la época tras la declaración
Balfour y el movimiento iniciado por Theodor Herzl, desplazó a su familia a
unos inhóspitos territorios ocupados por palestinos y bajo soberanía británica
tras la derrota turca en Extremo Oriente.
Con este paso no sólo permitió que Simon Peres su uniera a la épica histórica
de la creación del estado de Israel desde su temprana incorporación al Hagana,
el movimiento político y militar moderado que lideró la fundación del Estado
junto a los extremistas más belicosos contra los británicos del Irgun, sino que
salvo la vida ya que todo el resto de la familia murió en los campos de
exterminio nazis
Ha muerto el último padre
fundador de Israel, junto a figures históricas que aparecen ya en penumbra con
la losa de los años como Ben Gurion, Weizman, Golda Meir, Rabin, Moshe Dayan. A
partir de hoy Israel deberá caminar hacia adelante huérfano, y para ese Israel
del futuro trabajó sin descanso Simon Peres.
Una vida tan larga en un país
tan intenso como Israel da para muchas vidas, y Simon Peres, sin desviarse de
su objetivo que era la existencia de un estado judío en la Tierra Prometida, en
la de sus antepasados, viviendo en paz con sus vecinos y regido por los
principios de la democracia liberal europea incluyendo unas amplias políticas
de bienestar, en cada momento supo estar a la altura de lo que su país le
requería, en la guerra y en la paz, en la diplomacia y en el desarrollo social,
en el retorno de los judíos dispersos y condenados a la segregación o al
ostracismo como los judíos de Eritrea como en el desarrollo económico de los
palestinos.
De todas las facetas de su
vida quisiera destacar su contribución esencial para la creación del Tzahal,
las Fuerzas de Defensa de Israel, desde su puesto inicial de comprador de armas
para el Hagana para lo que tuvo que viajar a Nueva York sin saber inglés y sin
dinero para comprar las armas que sirvieran a la defensa del estado que se iba
a crear en pocos meses y que sufriría en la misma noche de su independencia el
ataque feroz de decenas de millones de árabes que se abalanzaron contra unas
dispersas comunidades sin experiencia militar; supervivientes de los campos de
concentración y de los horrores de la guerra y que sólo aspiraban a cultivar un
trozo de tierra en Israel. Ninguna casa de apuestas en Estados Unidos daba más
de una probabilidad contra mil de que el estado de Israel sobreviviría al
primer embate, pero no fue así fue e Israel venció todas las guerras que sus
vecinos le plantearon gracias a los intensos estudios de inglés y a su
capacidad para convencer a las comunidades judías de Francia y Estados Unidos
para ayudar al nuevo estado.
Simón Peres fue el responsable
de algunas de la operaciones más excitantes e increíbles de la historia militar
del siglo XX. También fue el creador de la industria de defensa de Israel. Un
país que basaba su existencia en sus fuerzas armadas debía ser independiente en
lo tecnológico pero además una nación que debía hacer un gran esfuerzo militar
no podía dedicar recursos sin producir un efecto económico positivo para su población
y hoy Israel exporta sus soluciones de tecnología avanzada a todo el mundo.
Israel es el mayor exportador de tecnología en términos relativos del mundo y
el décimo absoluto con apenas una decena de millones de habitantes. En el campo
de batalla, donde los países se hacen grandes, conquistó el pueblo judío sus
territorios históricos y por encima de todo Jerusalén, la indivisible capital
del pueblo judío.
Pero Simon Peres entendió
que ningún pueblo puede alimentarse para desayunar de banderas y de cartuchos
para almorzar. La paz no podía estar continuamente sometida a la razón de la
fuerza. Para crear un estado moderno, Simon Peres como laborista, incidió en la
creación de un estado de bienestar para su pueblo, con independencia de su religión.
Hoy los árabes de Israel gozan del mejor sistema de protección social, de la
mayor igualdad y libertad de todo el mundo árabe. Tan avanzada fue la política
social de los laboristas que nuestros jóvenes socialistas europeos soñaban con
trabajar en un Kibutz, máximo ejemplo del trabajo en común y del socialismo
democrático.
Pero cuanto más se empeñaba
Israel en hacer la Paz con sus vecinos, la opinión pública europea más
abandonaba a Israel por los intereses económicos con el mundo árabe; pero
aprovechando su importante influencia en la política norteamericana, y éste es
sin duda el mayor logro político de Peres, haber contribuido de forma esencial
a crear el lobby judío en Estados Unidos, consiguió un aliado fiel que entendió
la importancia geoestratégica para la defensa de Occidente de la existencia del
estado de Israel.
Israel tampoco existiría sin
el apoyo sostenido de la comunidad judía norteamericana. Fue Peres quien sin
duda contribuyó a llamar la atención de una comunidad que se creía más norteamericana
que judía. Israel necesita a todos los judíos y nadie puede exonerarse de este
compromiso con su pueblo y así fue, y por esta razón la mayoría judía de
Estados Unidos vota al partido demócrata por su identidad con el Israel
laborista que lideró la creación del estado hasta mediados de los años setenta.
En los momentos más convulsos
en el Oriente Medio, Israel supo estar siempre con Occidente, nunca fue
exactamente así lo opuesto. Cuando su pueblo fue martirizado por los misiles
Scud iraquíes, permanecieron quietos porque sabían que su futuro exigía una vez
más de un gran sacrificio. Un país contra el que más de cincuenta mil cohetes
han sido lanzados desde su independencia en épocas de paz.
Peres firmó los acuerdos con
los palestinos, y por ello le dieron el premio Nóbel de la Paz, aunque le tocó
compartirlo con quien estaba muy lejos de ambicionar la paz como fue Arafat.
Para los que hoy critican otros procesos de paz, Simon Peres como Rabin
supieron superar diferencias y ambicionar un futuro en paz con dos estados. Sin
duda su optimismo no estaba acompañado por una realidad, sus vecinos con lo que
firmó la Paz seguían teniendo un solo objetivo, la destrucción del estado de
Israel y ésta sigue siendo la asignatura pendiente para una convivencia
pacifica. La paz no es posible cuando una parte no la desea, y éste es el drama
de Israel y la fosa que hay que superar para construir una región en paz.
Peres deja un Israel moderno
en lo político y en lo económico, pero con graves problemas por resolver y en
especial y por encima de todo, la convivencia pacífica con sus vecinos. Peres quería la paz porque quería a
Israel, porque no comprendía que sus paisanos tuvieran que estar condenados a
siglos de más guerras. Pero nunca accedió a desarmar su país ni a posiciones de
debilidad sino todo lo contrario; la paz solo es posible si Israel es fuerte.
Pero desde la fortaleza era consciente de que la paz solo era posible con una
discusión territorial y puso todo el empeño en conseguirlo. Era consciente de
que Israel tiene muchas responsabilidades en el clima de conflicto y siempre
estuvo dispuesto a enmendar los errores.
Israel ya ha dejado atrás a
sus fundadores pero no su memoria; mal harían en olvidarla porque Israel no se
entiende sin ellos ni su sueño por un Israel democrático, judío y en paz. No sé
si descansará en el cementerio militar junto a Amos Yarkoni, el oficial árabe de las Tzahal que obtuvo la máxima
condecoración militar por su participación en las guerras por la defensa de
Israel o en el panteón de los hombres ilustres aunque seguro que preferiría una
pequeña tumba en la orilla del Mar de Galilea donde en un pequeño kibutz,
Alumot, inició su activa contribución a la creación del estado de Israel.
Yeduha Halevi, poeta hebreo
del siglo XII nacido en Tudela y muerto en Jerusalén escribió estos versos desde
el exilio de la época dorada hebrea en la península Ibérica, mostrando el deseo
milenario del retorno a Sion.
Llévame a So´an, al mar de
los Juncos y al Monte Horeb
Para recorrer Siloh y la montaña del templo en ruinas
Para seguir la ruta del Arca
de la Alianza hasta
Lamer el polvo de su tumba,
más dulce que la miel;
Para ver la morada de la
hermosa que olvidó su nido.
Echaron a los hijos de la
paloma y lo habitan crías de cuervo
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