martes, 26 de diciembre de 2023

La ofensiva rusa de 2024 y la capacidad occidental de respuesta

 2024 III AÑO DE GUERRA EN UCRANIA

 

Los acontecimientos del día a día, y sobre todo la guerra en Gaza, parecen habernos apartado el foco sobre el conflicto militar más importante del mundo desde 1945, tanto por situarse en Europa como por involucrar a las grandes potencias militares y económicas del globo y por las alianzas creadas alrededor de estos dos contendientes.

 

El resumen que podemos hacer del último año es muy sencillo: llevamos casi quince meses anclados en las mismas líneas, fortificadas para una defensa permanente por Rusia que lanza esporádicos ataques sin mayor profundidad para desgastar a los ucranianos e impedir sus avances. El balance es bastante equilibrado, Rusia ya no busca avanzar más en territorio ucraniano sino afianzar las posiciones para una partición del país. Ucrania no ha conseguido ningún avance significativo en los últimos doce meses y no parece que lo vaya a conseguir en los próximos.

 

¿Qué está pasando ahora?

 

Debemos analizar esta cuestión sobre tres escenarios de operaciones.

 

El primero, el del este de Ucrania en la línea que va desde Kupyansk en el norte de Lugansk hasta Zaporiya en el sur, donde se han concentrado el 90% de las operaciones terrestres en el último año.

 

Rusia continúa sus operaciones ofensivas en media docena de direcciones en Ucrania.

Las tropas rusas continúan su lento su avance a lo largo de la línea Kupyansk-Svatove-Kreminna en las provincias de Luhansk y Kharkiv y continúan sus operaciones cerca de Bakhmut, al oeste y suroeste de la ciudad de Donetsk, en la frontera entre las provincias de Donetsk y Zaporizhzhia. También han avanzado cerca de Avdiivka, la ciudad donde Moscú busca envolver a las tropas ucranianas y anular su capacidad de operativa en el este. Un frente de casi cuatrocientos kilómetros con medio millón de efectivos entre las dos partes combatiendo por cada palmo de terreno.

 

Las fuerzas rusas también continúan sus operaciones cerca de Bakhmut sin realizar avances confirmados. Ucrania harepelido al menos once de los ataques de Moscú al suroeste de la ciudad en la última semana, que ha sido ferozmente disputada durante meses. A su vez, el Ministerio de Defensa ruso declaró ayer que sus fuerzas habían repelido cuatro ataques ucranianos al sur y suroeste de Bakhmut. Sin embargo, las fuerzas rusas habrían logrado "avances confirmados" cerca de Avdiivka, el martes día cinco, aunque no hablamos de más de seiscientos metros de profundidad.

 

Pero todos los analistas militares aseguran que Rusia enfrenta grandes pérdidas durante sus asaltos mientras las fuerzas de Moscú buscan obtener el control total de las dos provincias de Donetsk y Luhansk. Las estimaciones más conservadores hablan de doscientas bajas diarias en el lado ruso.

 

El segundo frente de batalla es la ribera del Dniéper, al otro lado de Jerson. Ucrania ha establecido algunas cabezas de puente en el lado este, pero no parece que hayan podido trasladar material pesado, que considerando las circunstancias del terreno y bajo la aviación rusa parece una tarea imposible. No obstante, Rusia ve con preocupación la opción de un avance ucraniano a granescala desde este lado considerando que se hayan a cincuenta kilómetros de la frontera con Crimea. Un frente al otro lado de Ucrania plantearía un problema logístico enorme para Moscú.

 

El tercer frente de batalla es más estratégico. Moscú continúa atacando la infraestructura energética de Ucrania utilizando vehículos aéreos no tripulados Shahed de fabricación iraní. La fuerza aérea de Ucrania dijo el miércoles que el día anterior había derribado 41 de 48 drones que habían sido enviados sobre las provincias de Chernihiv, Sumy, Kharkiv, Luhansk, Donetsk, Zaporizhzhia, Lviv y Kherson. A pesar de su baja efectividad, el colapso en amplias zonas de Ucrania comienza a evidenciarse.

 

Por otra parte, Ucrania ha continuado con golpes muy selectivos con drones contra infraestructuras críticas rusas, algunas muy lejanas, para dificultar el traslado al frente de material y hombres de refuerzo. Rusia ha sido incapaz de evitar estos continuos ataques que han alcanzado Moscú en varias ocasiones, aunque no serán estos ataques muy determinantes del desarrollo de la guerra.

 

Finalmente existe un cuarto aspecto bastante novedoso que es la quinta columna que Ucrania ha instalado en los territorios ocupados y en la propia Rusia. Fuerzas infiltradas están dañando severamente la retaguardia rusa y cometiendo atentados muy selectivos en la zona de Melitopol, y estas acciones se están extendiendo a las capitales de los dos Oblasts reivindicados por Rusia. Los atentados a políticos y personas relevantes rusas que apoyan la guerra demuestran que Ucrania dispone de una infraestructura bien organizada en el corazón de Rusia que podría generar tensiones añadidas en la sociedad rusa, bastante dañada por las restricciones y la marcha de la guerra que se ha llevado la vida de unos ciento cincuenta mil jóvenes.

 

La ayuda militar.

 

Otro aspecto muy relevante es la marcha de la ayuda occidental de la que depende la supervivencia de Ucrania en esta guerra. Los 31 M1 Abrams prometidos por Washington ya están operativos en Ucrania desde esta semana, de manera que Kiev dispone de unos cien carros de combate, absolutamente insuficientes para una operación de ruptura.

 

La llegada de los tanques Abrams a Ucrania se produce cuando Estados Unidos proporcionó hasta 200 millones de dólares en ayuda militar adicional a Ucrania en un paquete la semana pasada. El Pentágono dijo que el paquete incluía armas para la defensa aérea como el misil AIM-9 Sidewinder, municiones de artillería para sistemas de cohetes de artillería de alta movilidad (HIMARS), misiles antitanque TOW y proyectiles de 155 mm y 105 mm. Cada paquete de ellos dura en el frente menos de un mes, por lo que son claramente insuficientes.

 

Estados Unidos ha proporcionado alrededor de 44 mil millones de dólares en asistencia de seguridad a Ucrania desde el comienzo de la invasión en febrero de 2022. El Pentágono todavía tiene alrededor de 5 mil millones de dólares de fondos aprobados por el Congreso para ayuda militar a Ucrania. Aunque el reto es conseguir una aprobación del Congreso para fondos extraordinarios lo que constituye un hándicap enorme para la ayuda a Ucrania. Si el Congreso no aprobara nuevos fondos, el margen de maniobra de Biden es muy reducido para conseguir mantener el esfuerzo de ayuda.

 

Europa no ha conseguido alcanzar el objetivo de entregar 1.000.000 de obuses de artillería para 2024, apenas unos 300.000 serán entregados, lo que es un grave problema. No parece que sean cuestiones políticas, sino que muchos países no disponen de tanta capacidad industrial. Movilizar a la industria de municionamiento de terceros países sería esencial para mantener una producción que satisfaga las necesidades de un conflicto de esta envergadura.

 

La iniciativa más amplia, lanzada en marzo, ofrecía varios planes para llevar 1 millón de proyectiles y misiles a Ucrania en el plazo de un año para la guerra contra la invasión rusa. En conjunto, esos planes han producido unas 480.000 municiones, según la UE, menos de la mitad del objetivo, cuando faltan unos cuatro meses para la fecha prevista para alcanzar dicha cifra.

 

Hay que tener en cuenta que los proyectiles de artillería son un elemento crucial en la guerra de desgaste entre las tropas ucranianas y las fuerzas de invasión rusas, en las que cada bando dispara miles de proyectiles cada día.

 

¿Y cómo está la economía rusa?

 

Según el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), 2022 fue un mal año para la economía rusa. Se estima que en 2022, el producto interior bruto (PIB) de Rusia cayó un 2,1%. Sin embargo, 2023 no fue un año tan malo y la economía creció un 2%,azuzada por la economía de guerra que ha elevado la capacidad de producción y el empleo así como los salarios. La industria de defensa ha conseguido restaurar su cadena de suministro con China e Irán y ha elevado su producción de forma muy significativa gracias a un incremento significativo de los salarios. La inflación se mantiene el 7% y no existen disrupciones en el suministro a supermercados de las grandes capitales.

 

Los ingresos por petróleo han crecido en los últimos meses, salvando todas las sanciones gracias a la colaboración de terceros países como India y las economías del Golfo que se están beneficiando de una posición de neutralidad interesada.

 

Sin embargo, el principal problema que aborda la economía rusa se evidencia en dos decisiones recientes de estas semanas. El gigante petrolero Rosnef no tendrá que publicas sus cuentas por decreto del presidente, lo que evidencia que se ha convertido en un elemento fundamental en la financiación de la guerra; por otra parte el nombramiento de nuevo gobernador del banco central frente al tecnócrata anterior evidencia que la economía puede estar aparentemente sana pero que esconde graves deficiencias que no tardarán en salir a la luz. El problema de este esfuerzo es que ni siquiera una victoria total tendrá una repercusión positiva en la economía, de manera que todo este esfuerzo no se verá compensado en años, cuando afloren los graves problemas estructurales que se han generado para mantener una economía de guerra insostenible. Y todo esto mientras Rusia tiene importante activos congelados : 300.000 millones de euros de reservas del Banco Central ruso están bloqueados en la UE, otros países del G7 y Australia (dos tercios de los cuales están bloqueados en la UE). Y el 70% de los activos del sistema bancario ruso están bajo sanciones y se han congelado alrededor de 20 mil millones de euros de activos de más de 1 500 personas y entidades sancionadas.El margen de maniobra de Rusia es realmente muy escaso y esto puede explicar los últimos comentarios y acciones de Putin buscando vías de negociación.

 

¿Y qué pasa con los apoyos políticos a Ucrania?

 

En 2024 se producirán dos hechos que podrían cambiar dramáticamente la situación del conflicto. Si Ucrania recibe un número significativo de F-16 cuando la fuerza aérea rusa está bastante castigada y adquiere los sistemas y armamentos adecuados para estas plataformas, una ofensiva a larga escala sería posible para el próximo verano, pero habrá que ver si hablamos de un número significativo o algo testimonial.

 

En segunda lugar, una victoria de Trump en las elecciones de noviembre conduciría a una retirada de Estados Unidos de la guerra y la caída de Ucrania en apenas unas semanas, las consecuencias para Europa serían terribles.

 

Occidente debería asumir una realidad que Rusia comienza a vislumbrar, Ucrania no va a poder derrotar a Rusia ni expulsarla del territorio, ni Moscú va a conseguir avances significativos, teniendo en cuenta especialmente que Occidente considera una intervención militar directa de la OTAN si la existencia del país se viera en peligro. Si los republicanos avanzan en las encuestas y el candidato es Trump, Estados Unidos debería forzar una negociación con una partición del país y otorgar a la parte no ocupada el estatus de país OTAN, para salvaguardar este acuerdo. No es un resultado bueno para nadie, pero quizás en es

La defensa europea al borde del colapso.

 LA DEFENSA EUROPEA AL BORDE DEL COLAPSO, 

 

Y la norteamericana casi, podríamos decir.

 

El Wall Street Journal llamaba la atención recientemente sobre la preocupante realidad de las capacidades militares europeas, sirviéndose del conflicto de Ucrania para alertar sobre estas deficiencias. Es uno más de los numerosos análisis que se vienen publicando desde este verano que concluyen en esta cercanía al colapso de la Defensa en Europa. La situación es infinitamente peor. Las lecciones de la guerra de Ucrania son rotundas y la principal es que el sistema de defensa occidental no es sostenible ante el dinamismo de Rusia, China e Irán.

 

Europa no solo ha venido gastando menos de la mitad que Estados Unidos en su defensa desde 1945, sino que en 1992 decidió que la defensa europea se orientaría a misiones Petesberg, o de bajo perfil y ya. ¿Por qué? Debido a la desaparición de la URSS, todo el esfuerzo de preparación, acopio, fabricación y reclutamiento se orientó hacia la creación de capacidades compartidas sin requerir de mayores esfuerzos. El abandono de la idea de una potencial confrontación de bloques conllevó el desmantelamiento de la defensa occidental, que fue material e intelectual.

 

La principal diferencia entre 1995 y la actualidad es que entonces las fuerzas militares de los países de la URSS estaban en aquel momento colapsadas, prácticamente habían desaparecido y el control de las armas atómicas estaba en la manos de Occidente. Sin embargo, Putin llevará el año que viene veinticinco años en el poder y se acaba de posicionar para un quinto mandato, es decir, que morirá de viejo en la cama del Kremlin, con una cohorte de sucesores totalmente abducidos de sus ideas

 

Desde el primer día de su mandato se propuso hacer grande a Rusia otra vez. Con lentitud pero con decisión comenzó una expansión estratégica en muchos sentidos y el eje vertebral era recuperar la capacidad militar, un proceso que lleva mucho tiempo para un país con una economía en vías de desarrollo con alta dependencia de las exportaciones de materias primas y petróleo. Reorganizó las Fuerzas Armadas y la industria, depuró a cientos de generales para colocar a los más adeptos y mostró su fuerza en conflictos regionales alrededor de sus fronteras.

 

¿Dónde estamos hoy?. El mayor inversor europeo en defensa, Reino Unido, dispone de apenas 150 carros de combate operativos, los que Rusia pierde cada mes de combates e Ucrania. Francia no dispone de más de cien piezas de artillería de largo calibre, las que son inutilizadas en Rusia cada dos meses y Alemania apenas tiene stock de munición para una semana de combate. Y estos son los países mejor dotados. Hay países sin defensa antiaérea y sin muchas capacidades que se han visto tremendamente relevantes en Ucrania. Si analizamos cada plataforma terrestre en operación en Europa, los ratios de disponibilidad son tremendamente bajos. El sostenimiento y la continua preparación para el combate han sido los grandes perjudicados del estancamiento europeo generado en los años noventa.  Si Europa entera hubiera estado en el lugar de Rusia en Ucrania, no nos habría ido mucho mejor.

 

Rusia ha perdido en Ucrania carros, vehículos, artillería en un número superior a todas las unidades realmente operativas en Europa. Cada mes, Rusia pierde cien piezas de artillería y unos tres carros de combate diarios frente a las débiles fuerzas ucranianas. Aviones no pierde más porque casi no aparecen. Cada pieza de artillería de diferente calibre, lanza cohetes y morteros dispara en Ucrania una media de 500 disparos diarios, con lo que su vida útil se reduce a la décima parte


Para hacer frente a esta realidad, Europa tiene una capacidad para producir 300.000 disparos de 155 mm al año con unas demoras en las entregas de veinte meses al menos. En Ucrania se disparan más de un millón al año por cada bando es decir seis veces más que la capacidad de producción por año, ya lleva lanzados unos 1.200 sobre Ucrania, lo que indica que su ratio de producción se ha debido multiplicar por diez. Esto explica que Europa no pueda cumplir con sus compromisos porque exceden en mucho a sus capacidades actuales.

 

¿Por qué debemos preocuparnos ahora? En primer lugar, por el enorme incremento de la capacidad de producción de armamento en Rusia. Las imágenes satelitales y los datos de consumo de energía y materias primas, indican que Rusia ha duplicado su capacidad de producción de aviones, carros, artillería y ha multiplicado por tres la fabricación de munición de todos los calibres. Las plantas de aviación de KazanIrkust y Ural han duplicado sus instalaciones y la fábrica de Dubna de drones fabrica cinco veces más unidades que hace un año. Después de escuchar a Putin indicar que la guerra continuará y viendo que el incremento de producción continúa creciendo, está claro que la guerra de Ucrania puede dar un vuelco trascendental si se ralentiza la ayuda occidental.

 

Rusia ha anunciado un gasto militar de 80.000 millones de dólares para el año que viene a los que se suman los cincuenta mil millones adicionales que le cuesta la guerra en Ucrania. Con estas capacidades Rusia estará en una situación óptima para un siguiente zarpazo después de la rendición ucraniana. Rusia dispone ahora de casi un millón de efectivos en su ejército, más que toda Europa, más capacidad de producción industrial y lo que es más relevante, ha perdido en los combates decenas de miles de jóvenes y el sistema político no se ha resquebrajado. Si esto ocurriera en Europa, ¿cuál sería la respuesta de la opinión pública? 

 

El peligro es que Putin ya descuenta la victoria de Trump en noviembre y la retirada de la ayuda americana, y esto supondrá la derrota total en Ucrania. Y lo peor es que mientras Putin no tiene que discutir con nadie, los Veintisiete deben consensuar posiciones de supervivencia, incluyendo a países que ya son arietes del enemigo en Europa. Si queremos sobrevivir, los grandes países deben liderar un proceso que evite los consensos en materia de defensa y seguridad. La defensa de Occidente no puede basarse en la visión de Orban ni en los intereses de un solo país que sobrevive saltándose los embargos internacionales.

 

La única manera de evitar un conflicto es volver a tener una clara superioridad militar sobre Rusia y para que en caso de una guerra, no tengamos que sacrificar la vida de millones de jóvenes. Europa debe multiplicar por cinco sus stocks de munición y de misiles, lo que implica triplicar la capacidad de producción actual y ya vamos tarde. Necesita una inversión de decenas de miles de millones para estar preparada cuando en unos tres años Rusia dé su siguiente paso sobre Europa. Putin nunca engaña cuando dice cuáles son sus intenciones. Debemos asumir un escenario de conflicto el que perdamos cincuenta carros diarios y veinte aviones de combate y mantener la capacidad de combate durante seis meses, y los números actuales no cuadran. Si Rusia se adentrase en la llanura polaca, en quince días habríamos agotado toda nuestra capacidad militar.

 

Europa necesita duplicar su número de plataformas operativas y de forma acelerada; mejorar en un 100% los niveles de operatividad de los sistemas existentes y disponer de un millón de efectivos militares alistados y preparados.

 

¿Puede producirse este escenario? Si la ayuda occidental no se incrementa de forma significativa y si el nuevo paquete de ayuda de 60.000 millones de dólares no es aprobado en el Congreso de los Estados Unidos, es cuestión de unos meses que Ucrania se rinda. La percepción es que Putin no quiere negociar sino solo esperar a noviembre y asistir al espectáculo grotesco de una Europa dividida para su siguiente zarpazo.

 

Si Putin vence en Ucrania, no hay ninguna razón para pensar que no va aprovechar la capacidad generada y la superioridad industrial para lanzarse sobre otras piezas de la tarta, los países bálticos y Moldavia los primeros. Debemos entender que el artículo V del tratado de la OTAN ya no es disuasorio ni suficiente, salvo que reforcemos nuestra capacidad de disuasión nuclear en Europa y asumamos las consecuencias de dicha decisión.

 

Pero Estados Unidos no está mucho mejor, entre otras cosas porque además tiene que atender a otro escenario tan explosivo como el europeopero con una economía ya de su tamaño como es China. Si Estados Unidos no incrementa de forma rápida y significativa su poderío naval y aéreo y su capacidad de despliegue terrestre, para cuando estén preparados, veremos la Estrella Roja ondeando en la Opera de París y la bandera china en Singapur.

 

Putin tiene muchas lecciones aprendidas del libro de la guerra de Ucrania y nosotros todavía no hemos abierto el libro de texto. Cuando vengan los rusos llamaremos a Trump para que nos ayude y entonces la pedorreta será monumental. Los republicanos tienen una cosa clara: incapaces de una victoria militar en dos frentes, no van a enfrascarse en guerras que no le beneficiarán, cuando podrían negociar el reparto del mundo y de sus recursos con Putin y Xi Jinping. El precio será la decadente Europa que seguirá alimentada por este frentismo político que ha roto los consensos democráticos básicos y que busca la división social entre europeos. 


El caso de España no es único. Europa va camino de convertir a la otra mitad de la población en enemiga ante la incapacidad de gestionar la democracia representativa y de eliminar el radicalismo que se ha convertido en arma de los partidos políticos para controlar el poder al servicio de sus fines. Putin solo necesita esperar a que el cocido europeo esté preparado y se lo vamos a entregar en bandeja. No solo no hemos sabido ver la amenaza del radicalismo religioso, social, nacionalista o político, sino que todos estos fenómenos han sido alimentados desde las instituciones hasta convertirse en los ejes sobre los que gira la política europea. Todo esto no es una entelequia o un juego de guerra, ocurrirá porque la historia nos ha enseñado que cuando se combinan estos factores siempre alguien acaba destruido, generalmente el más débil.

martes, 12 de septiembre de 2023

SOLOS, primeros dos capítulos

 


SOLOS

La línea Maxon Dixon

La nieve que caía de forma parsimoniosa no había cubierto del todo las hojas del último otoño que se agolpaban en el suelo de forma desordenada. Los ladridos de un pastor alemán llamaron la atención de su dueño que paseaba en una gélida madrugada de enero. Nunca podría olvidar la imagen de los dos adolescentes abrazados, con la piel amoratada, quién sabe si por el frío o por la brutal paliza que debieron recibir. A su lado, sobre la tierra, una palabra escrita que estaba a punto de quedar difuminada: amor.

La primera inspección ocular del lugar la realizó el jefe de la policía local. Resultaba evidente que los autores del crimen no tuvieron ningún afán en ocultar sus pisadas en el barro que permitirían a la policía científica determinar el tipo de calzado y su número. Habían muerto a golpes de bates de beisbol que fueron abandonados allí mismo con abundantes manchas de sangre y restos de las víctimas. Solicitó al vecino, al que conocía desde la infancia, que se alejara para proceder con detalle a analizar las condiciones en las que se encontraban los cuerpos. Se tomó su tiempo en avisar a sus compañeros y al juez. Se colocó unos guantes de plástico sin mostrar apresuramiento.

Los dos chicos estaban casi desnudos; sus rostros denotaban tristeza, seguramente debieron morir horas después del ataque de, al menos cuatro o cinco personas, lo que dedujo de las huellas que se amontonaban alrededor. Dos varones, uno blanco y el otro de color. Diez días antes se había denunciado su desaparición, pero nadie había dado cuenta de ellos. En el instituto, ni profesores ni compañeros querían hablar sobre los jóvenes. Hacían una vida aislada del resto, ensimismados en su mundo, decían los profesores.

Para el inspector, lo más importante era evitar que se conocieran los detalles de cómo habían sido hallados. Con sumo cuidado los separó a una distancia suficiente para eliminar las pruebas de una posible relación que el oficial repugnaría. Una vez terminó, tomó su mechero y quemó los guantes que se volatizaron en apenas unos segundos. Se giró y descubrió el último mensaje de las víctimas. Se percató de que nadie lo observaba y con la suela de la bota lo borró.

No había transcurrido ni media hora que el lugar estaba acordonado. Numerosos curiosos se habían acercado, pero nadie decía nada. El silencio solo era roto por la llegada de los familiares que destrozados querían ver a sus hijos. Los periodistas intentaban adivinar los hechos, pero nadie hacía declaraciones, ni siquiera el alcalde.

Era una zona boscosa en el Medio Oeste, pero nada que ver con los grandes bosques de coníferas del norte. Las escuálidas ramas estaban desnudas y los troncos mostraban una apariencia decadente. Muchos árboles no se habían recuperado de la sequía y la bruma se confundía con la contaminación de la cercana central térmica que se había reabierto recientemente.

Los chicos habían desaparecido diez días antes. Salieron de la escuela por el camino de tierra que conducía al norte. Uno de ellos vivía en una zona deprimida habitada mayoritariamente por gente de color. El otro en una zona residencial de clase media alta. Siempre salían y caminaban juntos el trayecto común hasta que se bifurcaba. Ese día ninguno de los dos llegó a su casa.

La denuncia de su desaparición no se hizo esperar, pero ante la ausencia de evidencias de secuestro o de antecedentes violentos, la Policía trató la cuestión como una huida, por razones que seguramente se encontrarían en el curso de la investigación. La única forma de abandonar el pueblo era en coche o en autobús, y nadie del lugar dio noticias de ellos ni en la estación ni en las carreteras. Seguramente marcharían andando hacia la interestatal y allí algún camionero los habría recogido.

Sus compañeros y profesores fueron interrogados, pero nadie había visto nada. Eran dos chicos solitarios. Se relacionaban lo necesario y pasaban todo el tiempo juntos. Pero nadie se metía con ellos ni ellos con nadie. El pastor de la iglesia del barrio del chico blanco no conocía a la familia, aunque sabía de su existencia por los comentarios de otros vecinos que denunciaban su desafección a la parroquia. Quizás fueran los únicos de toda la zona que prescindían de la misa y de las celebraciones religiosas.

Nadie fue a preguntar al barrio del chaval de color, ni nadie fue a interrogar a su pastor. Ni siquiera recibió su familia la visita del alcalde para lamentar lo ocurrido y hacerse unas fotos. No quería encontrarse con una protesta vecinal, ni mostrar las calles de tierra, los postes de la luz medio caídos y los numerosos coches abandonados, saqueados por los chavales para sacarse unos dólares. En el barrio no había colegio electoral de manera que si podían votar debían acudir al centro de la ciudad, donde se construyeron las casas más opulentas y la policía prestaba sus servicios con más rigor. Lo cierto es que nunca votaban y eso les hacía insignificantes a los ojos de la comunidad.

Se organizaron algunas batidas para encontrarlos, pero no se presentaron muchos voluntarios y a los dos días, todo había vuelto a la aparente normalidad. Sin embargo, al vecino, dueño del pastor, sí le llamó la atención que los cuerpos no estaban escondidos, y el lugar se hallaba a menos de tres kilómetros del instituto. Resultaba muy evidente que nadie se había tomado en serio la búsqueda. Cuando el sheriff del condado se percató de que los periodistas acosaban al vecino que había descubierto los cuerpos, lo tomó por el brazo y lo alejó a un cobertizo cercano. Lo amenazó con detenerle y enviarle a la prisión del estado por cualquier causa si contaba a alguien lo que había visto. Su versión debía ser que divisó algo a lo lejos y llamó a la Policía sin acercarse.

El juez ordenó la autopsia y envió las fotografías y las pruebas al departamento de científica de la policía del estado. El dictamen del forense fue la de muerte a consecuencia de una congelación. Habían recibido numerosos golpes en la cabeza, pecho y piernas que le impidieron moverse o pedir auxilio. Sus teléfonos no estaban en el lugar así que seguramente alguno de los autores del crimen debió destruirlos para evitar pruebas. La mayoría de las evidencias fueron desechadas por contaminación. No se encontraron huellas en los bates y las pisadas habían sido borradas sin percatarse por los primeros policías que llegaron al lugar.
 
Fueron enterrados al día siguiente, cada uno en su cementerio. Solo los familiares cercanos y algunos vecinos asistieron. Ninguno de sus compañeros o profesores acudió ni siquiera a mostrar sus condolencias. Ni grandes elegías, ni siquiera una protesta tibia contra el sistema. Lo importante era retornar a la apacible vida de la comunidad. A las pocas semanas, y siguiendo el consejo del alcalde, ambas familias abandonaron el estado y nadie sabe qué fue de ellos.








Sábado, 20 de enero 2029

Todo estaba preparado en Washington D.C. para la toma de posesión del presidente Bill Sanders. Como ya es tradición, el frío era intenso y el Potomac estaba congelado. La ciudad estaba prácticamente tomada por la Policía y el Ejército para asegurar la normalidad del acto. Todo se había cuidado con excesivo detalle teniendo en cuenta las circunstancias de la elección y la propia personalidad del ganador. 

Se había reforzado la seguridad ante las miles de amenazas recibidas, lo que constituía una novedad en la historia reciente del país. Los preparativos eran demasiado evidentes y quizás ese era parte del objetivo del dispositivo. Se habían instalado baterías de misiles en las azoteas de los edificios circundantes, tiradores de precisión en ventanas y balcones. El tráfico de acceso al centro estaba cortado desde la noche anterior y también se había cerrado toda la Capital al tráfico aéreo. Se habían establecido varios anillos de seguridad y todas las alcantarillas estaban selladas después de haber sido inspeccionadas.

En todas las esquinas y plazas, se habían estacionado vehículos blindados de la Guardia Nacional. Desde el día anterior regía el toque de queda. Todos los trabajadores fueron enviados a casa. En el FBI y el Servicio Secreto la tensión era máxima, y todo estaba previsto en su planeación.

A los pies de las escaleras del Capitolio se colocaron cinco mil sillas para el público invitado. El resto de los asistentes debían permanecer en el Mall, detrás del Obelisco a Washington. Desde allí, unas pantallas gigantes permitirían seguir la ceremonia. A las siete de la mañana se abrió el acceso. Cientos de policías estarían encargados de cachear a todos los asistentes. A pesar de los requerimientos del presidente electo para que los asistentes pudieran ejercer su derecho a portar armas en el acto, el FBI lo desestimó. Desde el centro y sur del país, los feudos electorales de Sanders donde cimentó su victoria, acudieron miles de enfervorizados seguidores del partido republicano que había cambiado su nombre por «Only America». La inmensa mayoría de raza blanca. Aunque hacían mucho alboroto, no conseguían llenar el vacío al que la ciudad había sido sometida. En las calles no se notaba alegría, más bien se palpaba una tremenda tensión ante los cambios que se avecinaban con la nueva presidencia.

La inmensa mayoría de los asistentes habían viajado en autobuses, aviones y en vehículos propios, sumaban decenas de miles de enfervorizados hooligans. Sanders quería hacer una demostración de fuerza en la Capital, a la que durante la campaña señaló como «centro de latrocinio y de expolio de los buenos americanos». De cientos de parroquias habían salido autobuses fletados por los pastores que habían sido el principal apoyo en la campaña presidencial. Movimientos supremacistas, sindicatos de camioneros, motoristas que llegaban a miles en sus Harley Davidson, completaban el panorama de ese veinte de enero.
La Guardia Nacional, que unos meses antes había acompañado al ex presidente fallecido a lo largo de la avenida Pensilvania, ese día rendía honores al nuevo mandatario.

Una hora antes del comienzo de la ceremonia se abrió la tribuna de invitados, mientras que un coro del templo del Juicio Final, construido en Wisconsin, patria del nuevo presidente, amenizaba el acto con cantos religiosos. Allí debían sentarse los congresistas y senadores, altos funcionarios, empresarios, cuerpo diplomático, representantes del mundo de la cultura, pero cuando estaba a punto de comenzar el acto, la mitad del aforo permanecía vacío. Sanders había ganado las elecciones habiendo señalado como enemigos a muchos de los que debían sentarse allí.

El nuevo presidente había conseguido en unos pocos años romper con el viejo sistema de partidos. La tibieza del tradicional partido del elefante con cuestiones claves para una buena parte de la sociedad como el aborto, las relaciones con Europa, la pena de muerte o la arrogancia del establishment, lo llevaron a una escisión sin precedentes. La división de los moderados en dos o tres partidos y el sistema mayoritario hicieron el resto. Esta vez no hubo discusión, Sanders alcanzó los 279 votos del Colegio Electoral, y se convirtió en presidente. Poco importaba su escasa presencia en las Cámaras, tenía suficientes instrumentos para imponer su agenda. Nadie de la Administración saliente acudió; aquel resultado electoral representaba lo opuesto a todo lo que habían defendido durante sus dos mandatos.

Solo el anciano expresidente Trump acudió a la ceremonia, estaba exultante. A pesar de los numerosos intentos de la fiscalía para que fuera condenado, sobrevivió a todos los intentos, pero fue incapaz de convencer de su honestidad al pueblo norteamericano, que terminó eligiendo a un desconocido congresista de Wisconsin que había conseguido duplicar los recursos de demócratas y republicanos para la campaña.

El mundo estaba expectante ante su discurso inaugural. Los antecedentes habían generado un gran impacto en todas las cancillerías, especialmente entre las aliadas, pero nadie hasta ese fatídico sábado de noviembre previó que este joven radical de Wisconsin al que se había acusado de lazos con Eduardo Noé, el líder del movimiento «America for God», asesinado en México por unos sicarios después de descubrirse lazos con el narcotráfico pudiera llegar a ser el siguiente inquilino de la Casa Blanca. Pero su red de poder llegaba a los juzgados, cámaras estatales, iglesias y estaciones de policía. Una red de más de dos mil emisoras de televisión por todo el país daba voz a sus ideas, que cada vez eran más radicales. Pero esto daba igual, millones de personas seguían sus mensajes con una fidelidad inquebrantable. La veracidad de la información no era importante, lo relevante era que fuera consecuente con los objetivos políticos.

Muchos dudaban de que finalmente pudiera llevar a cabo las políticas que había anunciado durante la campaña. En Europa se confiaba en la fiabilidad del sistema político norteamericano y en la descentralización del poder que impediría a un presidente sobreponerse a la voluntad de los ciudadanos y de los estados. Restablecer los lazos con Rusia y terminar con el apoyo a Ucrania en su interminable enfrentamiento con Moscú, era una de sus prioridades. Disolver la Alianza Atlántica y duplicar el gasto militar eran sus objetivos inmediatos en política exterior. Sentía una especial aversión contra Europa y por sus políticas que consideraba contrarias a la ley de Dios, algo que en su cabeza no entraba de ninguna manera. Dios debía hacer algo con esos liberales europeos, y si no, quizás él sería la mano ejecutora.
 
Su discurso no defraudó a sus seguidores. Prometió la prohibición del aborto en todo el territorio nacional, del matrimonio homosexual. Derogaría asimismo las normas que favorecían a colectivos LGTBIQ y a minorías en el acceso a empleos públicos y privados y a consejos de administración. Se comprometió a eliminar cualquier vestigio socialista en los sindicatos y animó a suprimir las donaciones a movimientos feministas que atentaban contra los principios básicos de la sociedad americana. En la necesidad de atraer a las fortunas del país avanzó reducciones de impuestos, abandono de las medidas contra la contaminación, tanto nacionales como internacionales, liberalización del suelo. Se comprometió a reducir el empleo federal en un cincuenta por ciento, lo que afectaría sobre todo a las personas de color.

Su público, enfervorizado aplaudía sus promesas, que eran respondidas por el candidato con la misma expresión: «con la ayuda de Dios». Terminado el acto, todos los asistentes entonaron cantos religiosos ante el asombro de los invitados extranjeros que abandonaron el lugar con premura ante la posibilidad de que se produjeran hechos violentos. Aunque estaba prohibido portar armas durante el acto, nadie dudaba que en los maleteros de los coches de los miles de visitantes aparcados en la zona del aeropuerto Reagan se amontonaría un enorme arsenal.

Como es tradición al llegar al despacho oval firmó tres órdenes ejecutivas: el indulto pleno al ex presidente; la obligatoriedad del rezo en las escuelas y en los trabajos al comienzo y final de sus actividades y la expulsión de las fuerzas armadas de todos aquellos que no fueran heterosexuales. Así fue el primer día de la «Nueva América» que prometió Bill Sanders.

El presidente del Tribunal Supremo Isaías Marshall cumplió su cometido constitucional de tomar juramento al nuevo presidente, a pesar del abismo ideológico que le separaba de Sanders. Abordado por los periodistas al abandonar el Capitolio recordó la famosa cita de Abraham Lincoln de que América nunca sería destruida desde el exterior. Esa era la sensación que había dejado la victoria y el discurso de toma de posesión del presidente, el país podría entrar en una deriva en la que se acentuaran las divisiones y se fortalecieran los mensajes catastrofistas.

Esa misma noche en una vigilia ante la estatua de la Libertad se recordaban las palabras de Glover Cleeveland en la inauguración del monumento donado por Francia. 

We will not forget that Liberty has here made her home; nor shall her chosen altar be neglected. Willing votaries will constantly keep alive its fires, and these shall gleam upon the shores of our sister republic in the East. Reflected thence, and joined with answering rays, a stream of light shall pierce the darkness of ignorance and man’s oppression, until liberty enlightens the world.

No olvidaremos que la Libertad ha creado aquí su morada y no se descuidará su altar elegido. Su fuego se mantendrá vivo que brillarán en las costas de nuestra hermana la República Francesa, y desde allí, y juntos con los rayos de respuesta, una corriente de luz atravesará la oscuridad de la ignorancia y la opresión del hombre, hasta que la libertad ilumine al mundo.

El mundo estaba en vilo ante la posibilidad de que esta alianza por la libertad en las dos orillas del Atlántico se quebrara en mil pedazos y los cimientos del mundo actual de derrumbaran para siempre.





lunes, 16 de enero de 2023

GUERRA DE DIOSES. EDITORIAL UNIVERSO DE LAS LETRAS

 Dos formas de entender el mundo están a punto de llevar al planeta a otra guerra si es necesaria para la victoria definitiva de un bando. Un apasionante relato que nos llevará por los focos calientes de los tiempos que nos han tocado vivir.


Desde el profundo Sahel hasta Corea del Norte, y desde la América profunda a Europa, los acontecimientos se irán produciendo a una velocidad de vértigo. Nuestro protagonista se verá envuelto en una trama de dimensiones desconocidas que le llevarán a plantearse dudas razonables sobre la legitimidad de corrientes que amenazan al mundo occidental.

Frente al tradicional choque de civilizaciones, el mundo se radicalizará entre dos mundos, el radicalismo progresista y la conservadurismo de raíces religiosas; frente a ellos el modelo de libertades democracia se encuentra amenazado, incluso desde los propios gobiernos, y nadie sabe quién nos puede salvar cuando el gobierno puede ser la amenaza.