martes, 26 de diciembre de 2023

La ofensiva rusa de 2024 y la capacidad occidental de respuesta

 2024 III AÑO DE GUERRA EN UCRANIA

 

Los acontecimientos del día a día, y sobre todo la guerra en Gaza, parecen habernos apartado el foco sobre el conflicto militar más importante del mundo desde 1945, tanto por situarse en Europa como por involucrar a las grandes potencias militares y económicas del globo y por las alianzas creadas alrededor de estos dos contendientes.

 

El resumen que podemos hacer del último año es muy sencillo: llevamos casi quince meses anclados en las mismas líneas, fortificadas para una defensa permanente por Rusia que lanza esporádicos ataques sin mayor profundidad para desgastar a los ucranianos e impedir sus avances. El balance es bastante equilibrado, Rusia ya no busca avanzar más en territorio ucraniano sino afianzar las posiciones para una partición del país. Ucrania no ha conseguido ningún avance significativo en los últimos doce meses y no parece que lo vaya a conseguir en los próximos.

 

¿Qué está pasando ahora?

 

Debemos analizar esta cuestión sobre tres escenarios de operaciones.

 

El primero, el del este de Ucrania en la línea que va desde Kupyansk en el norte de Lugansk hasta Zaporiya en el sur, donde se han concentrado el 90% de las operaciones terrestres en el último año.

 

Rusia continúa sus operaciones ofensivas en media docena de direcciones en Ucrania.

Las tropas rusas continúan su lento su avance a lo largo de la línea Kupyansk-Svatove-Kreminna en las provincias de Luhansk y Kharkiv y continúan sus operaciones cerca de Bakhmut, al oeste y suroeste de la ciudad de Donetsk, en la frontera entre las provincias de Donetsk y Zaporizhzhia. También han avanzado cerca de Avdiivka, la ciudad donde Moscú busca envolver a las tropas ucranianas y anular su capacidad de operativa en el este. Un frente de casi cuatrocientos kilómetros con medio millón de efectivos entre las dos partes combatiendo por cada palmo de terreno.

 

Las fuerzas rusas también continúan sus operaciones cerca de Bakhmut sin realizar avances confirmados. Ucrania harepelido al menos once de los ataques de Moscú al suroeste de la ciudad en la última semana, que ha sido ferozmente disputada durante meses. A su vez, el Ministerio de Defensa ruso declaró ayer que sus fuerzas habían repelido cuatro ataques ucranianos al sur y suroeste de Bakhmut. Sin embargo, las fuerzas rusas habrían logrado "avances confirmados" cerca de Avdiivka, el martes día cinco, aunque no hablamos de más de seiscientos metros de profundidad.

 

Pero todos los analistas militares aseguran que Rusia enfrenta grandes pérdidas durante sus asaltos mientras las fuerzas de Moscú buscan obtener el control total de las dos provincias de Donetsk y Luhansk. Las estimaciones más conservadores hablan de doscientas bajas diarias en el lado ruso.

 

El segundo frente de batalla es la ribera del Dniéper, al otro lado de Jerson. Ucrania ha establecido algunas cabezas de puente en el lado este, pero no parece que hayan podido trasladar material pesado, que considerando las circunstancias del terreno y bajo la aviación rusa parece una tarea imposible. No obstante, Rusia ve con preocupación la opción de un avance ucraniano a granescala desde este lado considerando que se hayan a cincuenta kilómetros de la frontera con Crimea. Un frente al otro lado de Ucrania plantearía un problema logístico enorme para Moscú.

 

El tercer frente de batalla es más estratégico. Moscú continúa atacando la infraestructura energética de Ucrania utilizando vehículos aéreos no tripulados Shahed de fabricación iraní. La fuerza aérea de Ucrania dijo el miércoles que el día anterior había derribado 41 de 48 drones que habían sido enviados sobre las provincias de Chernihiv, Sumy, Kharkiv, Luhansk, Donetsk, Zaporizhzhia, Lviv y Kherson. A pesar de su baja efectividad, el colapso en amplias zonas de Ucrania comienza a evidenciarse.

 

Por otra parte, Ucrania ha continuado con golpes muy selectivos con drones contra infraestructuras críticas rusas, algunas muy lejanas, para dificultar el traslado al frente de material y hombres de refuerzo. Rusia ha sido incapaz de evitar estos continuos ataques que han alcanzado Moscú en varias ocasiones, aunque no serán estos ataques muy determinantes del desarrollo de la guerra.

 

Finalmente existe un cuarto aspecto bastante novedoso que es la quinta columna que Ucrania ha instalado en los territorios ocupados y en la propia Rusia. Fuerzas infiltradas están dañando severamente la retaguardia rusa y cometiendo atentados muy selectivos en la zona de Melitopol, y estas acciones se están extendiendo a las capitales de los dos Oblasts reivindicados por Rusia. Los atentados a políticos y personas relevantes rusas que apoyan la guerra demuestran que Ucrania dispone de una infraestructura bien organizada en el corazón de Rusia que podría generar tensiones añadidas en la sociedad rusa, bastante dañada por las restricciones y la marcha de la guerra que se ha llevado la vida de unos ciento cincuenta mil jóvenes.

 

La ayuda militar.

 

Otro aspecto muy relevante es la marcha de la ayuda occidental de la que depende la supervivencia de Ucrania en esta guerra. Los 31 M1 Abrams prometidos por Washington ya están operativos en Ucrania desde esta semana, de manera que Kiev dispone de unos cien carros de combate, absolutamente insuficientes para una operación de ruptura.

 

La llegada de los tanques Abrams a Ucrania se produce cuando Estados Unidos proporcionó hasta 200 millones de dólares en ayuda militar adicional a Ucrania en un paquete la semana pasada. El Pentágono dijo que el paquete incluía armas para la defensa aérea como el misil AIM-9 Sidewinder, municiones de artillería para sistemas de cohetes de artillería de alta movilidad (HIMARS), misiles antitanque TOW y proyectiles de 155 mm y 105 mm. Cada paquete de ellos dura en el frente menos de un mes, por lo que son claramente insuficientes.

 

Estados Unidos ha proporcionado alrededor de 44 mil millones de dólares en asistencia de seguridad a Ucrania desde el comienzo de la invasión en febrero de 2022. El Pentágono todavía tiene alrededor de 5 mil millones de dólares de fondos aprobados por el Congreso para ayuda militar a Ucrania. Aunque el reto es conseguir una aprobación del Congreso para fondos extraordinarios lo que constituye un hándicap enorme para la ayuda a Ucrania. Si el Congreso no aprobara nuevos fondos, el margen de maniobra de Biden es muy reducido para conseguir mantener el esfuerzo de ayuda.

 

Europa no ha conseguido alcanzar el objetivo de entregar 1.000.000 de obuses de artillería para 2024, apenas unos 300.000 serán entregados, lo que es un grave problema. No parece que sean cuestiones políticas, sino que muchos países no disponen de tanta capacidad industrial. Movilizar a la industria de municionamiento de terceros países sería esencial para mantener una producción que satisfaga las necesidades de un conflicto de esta envergadura.

 

La iniciativa más amplia, lanzada en marzo, ofrecía varios planes para llevar 1 millón de proyectiles y misiles a Ucrania en el plazo de un año para la guerra contra la invasión rusa. En conjunto, esos planes han producido unas 480.000 municiones, según la UE, menos de la mitad del objetivo, cuando faltan unos cuatro meses para la fecha prevista para alcanzar dicha cifra.

 

Hay que tener en cuenta que los proyectiles de artillería son un elemento crucial en la guerra de desgaste entre las tropas ucranianas y las fuerzas de invasión rusas, en las que cada bando dispara miles de proyectiles cada día.

 

¿Y cómo está la economía rusa?

 

Según el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), 2022 fue un mal año para la economía rusa. Se estima que en 2022, el producto interior bruto (PIB) de Rusia cayó un 2,1%. Sin embargo, 2023 no fue un año tan malo y la economía creció un 2%,azuzada por la economía de guerra que ha elevado la capacidad de producción y el empleo así como los salarios. La industria de defensa ha conseguido restaurar su cadena de suministro con China e Irán y ha elevado su producción de forma muy significativa gracias a un incremento significativo de los salarios. La inflación se mantiene el 7% y no existen disrupciones en el suministro a supermercados de las grandes capitales.

 

Los ingresos por petróleo han crecido en los últimos meses, salvando todas las sanciones gracias a la colaboración de terceros países como India y las economías del Golfo que se están beneficiando de una posición de neutralidad interesada.

 

Sin embargo, el principal problema que aborda la economía rusa se evidencia en dos decisiones recientes de estas semanas. El gigante petrolero Rosnef no tendrá que publicas sus cuentas por decreto del presidente, lo que evidencia que se ha convertido en un elemento fundamental en la financiación de la guerra; por otra parte el nombramiento de nuevo gobernador del banco central frente al tecnócrata anterior evidencia que la economía puede estar aparentemente sana pero que esconde graves deficiencias que no tardarán en salir a la luz. El problema de este esfuerzo es que ni siquiera una victoria total tendrá una repercusión positiva en la economía, de manera que todo este esfuerzo no se verá compensado en años, cuando afloren los graves problemas estructurales que se han generado para mantener una economía de guerra insostenible. Y todo esto mientras Rusia tiene importante activos congelados : 300.000 millones de euros de reservas del Banco Central ruso están bloqueados en la UE, otros países del G7 y Australia (dos tercios de los cuales están bloqueados en la UE). Y el 70% de los activos del sistema bancario ruso están bajo sanciones y se han congelado alrededor de 20 mil millones de euros de activos de más de 1 500 personas y entidades sancionadas.El margen de maniobra de Rusia es realmente muy escaso y esto puede explicar los últimos comentarios y acciones de Putin buscando vías de negociación.

 

¿Y qué pasa con los apoyos políticos a Ucrania?

 

En 2024 se producirán dos hechos que podrían cambiar dramáticamente la situación del conflicto. Si Ucrania recibe un número significativo de F-16 cuando la fuerza aérea rusa está bastante castigada y adquiere los sistemas y armamentos adecuados para estas plataformas, una ofensiva a larga escala sería posible para el próximo verano, pero habrá que ver si hablamos de un número significativo o algo testimonial.

 

En segunda lugar, una victoria de Trump en las elecciones de noviembre conduciría a una retirada de Estados Unidos de la guerra y la caída de Ucrania en apenas unas semanas, las consecuencias para Europa serían terribles.

 

Occidente debería asumir una realidad que Rusia comienza a vislumbrar, Ucrania no va a poder derrotar a Rusia ni expulsarla del territorio, ni Moscú va a conseguir avances significativos, teniendo en cuenta especialmente que Occidente considera una intervención militar directa de la OTAN si la existencia del país se viera en peligro. Si los republicanos avanzan en las encuestas y el candidato es Trump, Estados Unidos debería forzar una negociación con una partición del país y otorgar a la parte no ocupada el estatus de país OTAN, para salvaguardar este acuerdo. No es un resultado bueno para nadie, pero quizás en es

La defensa europea al borde del colapso.

 LA DEFENSA EUROPEA AL BORDE DEL COLAPSO, 

 

Y la norteamericana casi, podríamos decir.

 

El Wall Street Journal llamaba la atención recientemente sobre la preocupante realidad de las capacidades militares europeas, sirviéndose del conflicto de Ucrania para alertar sobre estas deficiencias. Es uno más de los numerosos análisis que se vienen publicando desde este verano que concluyen en esta cercanía al colapso de la Defensa en Europa. La situación es infinitamente peor. Las lecciones de la guerra de Ucrania son rotundas y la principal es que el sistema de defensa occidental no es sostenible ante el dinamismo de Rusia, China e Irán.

 

Europa no solo ha venido gastando menos de la mitad que Estados Unidos en su defensa desde 1945, sino que en 1992 decidió que la defensa europea se orientaría a misiones Petesberg, o de bajo perfil y ya. ¿Por qué? Debido a la desaparición de la URSS, todo el esfuerzo de preparación, acopio, fabricación y reclutamiento se orientó hacia la creación de capacidades compartidas sin requerir de mayores esfuerzos. El abandono de la idea de una potencial confrontación de bloques conllevó el desmantelamiento de la defensa occidental, que fue material e intelectual.

 

La principal diferencia entre 1995 y la actualidad es que entonces las fuerzas militares de los países de la URSS estaban en aquel momento colapsadas, prácticamente habían desaparecido y el control de las armas atómicas estaba en la manos de Occidente. Sin embargo, Putin llevará el año que viene veinticinco años en el poder y se acaba de posicionar para un quinto mandato, es decir, que morirá de viejo en la cama del Kremlin, con una cohorte de sucesores totalmente abducidos de sus ideas

 

Desde el primer día de su mandato se propuso hacer grande a Rusia otra vez. Con lentitud pero con decisión comenzó una expansión estratégica en muchos sentidos y el eje vertebral era recuperar la capacidad militar, un proceso que lleva mucho tiempo para un país con una economía en vías de desarrollo con alta dependencia de las exportaciones de materias primas y petróleo. Reorganizó las Fuerzas Armadas y la industria, depuró a cientos de generales para colocar a los más adeptos y mostró su fuerza en conflictos regionales alrededor de sus fronteras.

 

¿Dónde estamos hoy?. El mayor inversor europeo en defensa, Reino Unido, dispone de apenas 150 carros de combate operativos, los que Rusia pierde cada mes de combates e Ucrania. Francia no dispone de más de cien piezas de artillería de largo calibre, las que son inutilizadas en Rusia cada dos meses y Alemania apenas tiene stock de munición para una semana de combate. Y estos son los países mejor dotados. Hay países sin defensa antiaérea y sin muchas capacidades que se han visto tremendamente relevantes en Ucrania. Si analizamos cada plataforma terrestre en operación en Europa, los ratios de disponibilidad son tremendamente bajos. El sostenimiento y la continua preparación para el combate han sido los grandes perjudicados del estancamiento europeo generado en los años noventa.  Si Europa entera hubiera estado en el lugar de Rusia en Ucrania, no nos habría ido mucho mejor.

 

Rusia ha perdido en Ucrania carros, vehículos, artillería en un número superior a todas las unidades realmente operativas en Europa. Cada mes, Rusia pierde cien piezas de artillería y unos tres carros de combate diarios frente a las débiles fuerzas ucranianas. Aviones no pierde más porque casi no aparecen. Cada pieza de artillería de diferente calibre, lanza cohetes y morteros dispara en Ucrania una media de 500 disparos diarios, con lo que su vida útil se reduce a la décima parte


Para hacer frente a esta realidad, Europa tiene una capacidad para producir 300.000 disparos de 155 mm al año con unas demoras en las entregas de veinte meses al menos. En Ucrania se disparan más de un millón al año por cada bando es decir seis veces más que la capacidad de producción por año, ya lleva lanzados unos 1.200 sobre Ucrania, lo que indica que su ratio de producción se ha debido multiplicar por diez. Esto explica que Europa no pueda cumplir con sus compromisos porque exceden en mucho a sus capacidades actuales.

 

¿Por qué debemos preocuparnos ahora? En primer lugar, por el enorme incremento de la capacidad de producción de armamento en Rusia. Las imágenes satelitales y los datos de consumo de energía y materias primas, indican que Rusia ha duplicado su capacidad de producción de aviones, carros, artillería y ha multiplicado por tres la fabricación de munición de todos los calibres. Las plantas de aviación de KazanIrkust y Ural han duplicado sus instalaciones y la fábrica de Dubna de drones fabrica cinco veces más unidades que hace un año. Después de escuchar a Putin indicar que la guerra continuará y viendo que el incremento de producción continúa creciendo, está claro que la guerra de Ucrania puede dar un vuelco trascendental si se ralentiza la ayuda occidental.

 

Rusia ha anunciado un gasto militar de 80.000 millones de dólares para el año que viene a los que se suman los cincuenta mil millones adicionales que le cuesta la guerra en Ucrania. Con estas capacidades Rusia estará en una situación óptima para un siguiente zarpazo después de la rendición ucraniana. Rusia dispone ahora de casi un millón de efectivos en su ejército, más que toda Europa, más capacidad de producción industrial y lo que es más relevante, ha perdido en los combates decenas de miles de jóvenes y el sistema político no se ha resquebrajado. Si esto ocurriera en Europa, ¿cuál sería la respuesta de la opinión pública? 

 

El peligro es que Putin ya descuenta la victoria de Trump en noviembre y la retirada de la ayuda americana, y esto supondrá la derrota total en Ucrania. Y lo peor es que mientras Putin no tiene que discutir con nadie, los Veintisiete deben consensuar posiciones de supervivencia, incluyendo a países que ya son arietes del enemigo en Europa. Si queremos sobrevivir, los grandes países deben liderar un proceso que evite los consensos en materia de defensa y seguridad. La defensa de Occidente no puede basarse en la visión de Orban ni en los intereses de un solo país que sobrevive saltándose los embargos internacionales.

 

La única manera de evitar un conflicto es volver a tener una clara superioridad militar sobre Rusia y para que en caso de una guerra, no tengamos que sacrificar la vida de millones de jóvenes. Europa debe multiplicar por cinco sus stocks de munición y de misiles, lo que implica triplicar la capacidad de producción actual y ya vamos tarde. Necesita una inversión de decenas de miles de millones para estar preparada cuando en unos tres años Rusia dé su siguiente paso sobre Europa. Putin nunca engaña cuando dice cuáles son sus intenciones. Debemos asumir un escenario de conflicto el que perdamos cincuenta carros diarios y veinte aviones de combate y mantener la capacidad de combate durante seis meses, y los números actuales no cuadran. Si Rusia se adentrase en la llanura polaca, en quince días habríamos agotado toda nuestra capacidad militar.

 

Europa necesita duplicar su número de plataformas operativas y de forma acelerada; mejorar en un 100% los niveles de operatividad de los sistemas existentes y disponer de un millón de efectivos militares alistados y preparados.

 

¿Puede producirse este escenario? Si la ayuda occidental no se incrementa de forma significativa y si el nuevo paquete de ayuda de 60.000 millones de dólares no es aprobado en el Congreso de los Estados Unidos, es cuestión de unos meses que Ucrania se rinda. La percepción es que Putin no quiere negociar sino solo esperar a noviembre y asistir al espectáculo grotesco de una Europa dividida para su siguiente zarpazo.

 

Si Putin vence en Ucrania, no hay ninguna razón para pensar que no va aprovechar la capacidad generada y la superioridad industrial para lanzarse sobre otras piezas de la tarta, los países bálticos y Moldavia los primeros. Debemos entender que el artículo V del tratado de la OTAN ya no es disuasorio ni suficiente, salvo que reforcemos nuestra capacidad de disuasión nuclear en Europa y asumamos las consecuencias de dicha decisión.

 

Pero Estados Unidos no está mucho mejor, entre otras cosas porque además tiene que atender a otro escenario tan explosivo como el europeopero con una economía ya de su tamaño como es China. Si Estados Unidos no incrementa de forma rápida y significativa su poderío naval y aéreo y su capacidad de despliegue terrestre, para cuando estén preparados, veremos la Estrella Roja ondeando en la Opera de París y la bandera china en Singapur.

 

Putin tiene muchas lecciones aprendidas del libro de la guerra de Ucrania y nosotros todavía no hemos abierto el libro de texto. Cuando vengan los rusos llamaremos a Trump para que nos ayude y entonces la pedorreta será monumental. Los republicanos tienen una cosa clara: incapaces de una victoria militar en dos frentes, no van a enfrascarse en guerras que no le beneficiarán, cuando podrían negociar el reparto del mundo y de sus recursos con Putin y Xi Jinping. El precio será la decadente Europa que seguirá alimentada por este frentismo político que ha roto los consensos democráticos básicos y que busca la división social entre europeos. 


El caso de España no es único. Europa va camino de convertir a la otra mitad de la población en enemiga ante la incapacidad de gestionar la democracia representativa y de eliminar el radicalismo que se ha convertido en arma de los partidos políticos para controlar el poder al servicio de sus fines. Putin solo necesita esperar a que el cocido europeo esté preparado y se lo vamos a entregar en bandeja. No solo no hemos sabido ver la amenaza del radicalismo religioso, social, nacionalista o político, sino que todos estos fenómenos han sido alimentados desde las instituciones hasta convertirse en los ejes sobre los que gira la política europea. Todo esto no es una entelequia o un juego de guerra, ocurrirá porque la historia nos ha enseñado que cuando se combinan estos factores siempre alguien acaba destruido, generalmente el más débil.