Queridos libertadores
venezolanos,
De lo acontecido el pasado uno de
septiembre no me ha llamado la atención la capacidad de convocatoria de la
oposición, a pesar de que el gobierno utilizó todos los medios a su alcance y
especialmente la violencia para evitar el éxito. Nicolás Maduro no se ha
enterado que detener a los estómagos hambrientos es tarea harto complicada y
aún más a las mentes agotadas de tanta estupidez dicha con palabras
altisonantes y procedentes del propio Palacio de Miraflores. A veces no sabemos
si mata más el hambre o la estulticia de los dictadores. Tampoco me llamaron la
atención las contra manifestaciones organizadas por la chusma chavista, con
bastante poco éxito a pasar de contar con los salvoconductos oficiales para
acudir a su pícnic, no puede decirse que aquella concentración tuviera una
relevancia mayor. Incluso, no me llamó la atención el baile de San Vito que
tenía Maduro es el escenario cuando amenazaba con encarcelar a toda la
oposición, es más a todo el que no piensa como él.
Lo más simbólico, lo que
realmente me ha producido más admiración de este movimiento cívico ha sido la
actitud de las supuestas fuerzas represoras, excluyendo a las fieles huestes
del Beria venezolano. La cara de la mayoría de los soldados y policías
denotaban complicidad con el pueblo; pensaban porqué estaban en el lado
equivocado. Ellos también pasan hambre y deben además escuchar cual soldados en
Nuremberg las insufribles e interminables soflamas de Chiquito de Caracas, con
todos mis respetos para el genio español.
El problema de la miseria es que cada vez hay menos para robar y estas costosas fidelidades son muy volubles, y obviamente nadie se cree que quien roba en Venezuela, quien mata de hambre a los niños y deja a los hospitales sin medicamentos es la oposición frente a un poderoso gobierno que es incapaz de detener semejante expolio. No nos engañemos el chavismo es un club de expoliadores; todos los que aplauden envueltos en sus camisas rojas, son los beneficiados del régimen; muchos de ellos seguramente no tenían nada y ahora se creen importantes, pero el sueldo hay que ganarlo con el sudor de la frente de uno y no con el de los demás; no con el sudor que se siente ante el cañón de una pistola o un cuchillo cuando amenazan, no con el sudor que sufren los que se saben que ven a ser reprimidos.o de los que se desesperan de vivir en el país más rico del mundo pasando hambre. De ese sudor vive el chavismo, y no van a cejar en su empeño en una mesa de diálogo porque es un verbo que no saben conjugar.
El problema de la miseria es que cada vez hay menos para robar y estas costosas fidelidades son muy volubles, y obviamente nadie se cree que quien roba en Venezuela, quien mata de hambre a los niños y deja a los hospitales sin medicamentos es la oposición frente a un poderoso gobierno que es incapaz de detener semejante expolio. No nos engañemos el chavismo es un club de expoliadores; todos los que aplauden envueltos en sus camisas rojas, son los beneficiados del régimen; muchos de ellos seguramente no tenían nada y ahora se creen importantes, pero el sueldo hay que ganarlo con el sudor de la frente de uno y no con el de los demás; no con el sudor que se siente ante el cañón de una pistola o un cuchillo cuando amenazan, no con el sudor que sufren los que se saben que ven a ser reprimidos.o de los que se desesperan de vivir en el país más rico del mundo pasando hambre. De ese sudor vive el chavismo, y no van a cejar en su empeño en una mesa de diálogo porque es un verbo que no saben conjugar.
Pero la experiencia nos dice que
no deben confiarse. Maduro como cualquier comunista que desprecia la voluntad
del pueblo no va a recatar en medios para impedir que consigan sus objetivos legítimos. El primer
paso será construir las pruebas inculpatorias de sus supuestos crímenes. Después
con la ayuda de su extensa red de voceros internacionales, muchos infiltrados
como demócratas en las instituciones occidentales, acabarán convenciendo a los
gobiernos y a la opinión pública de que esa oposición fascista y totalitaria
quiere terminar con un régimen popular que mira por los desfavorecidos. Una vez
conseguido este objetivo inicial ya estarán perdidos.
Después, a todos los opositores y
éste es sin duda un concepto muy amplio en la concepción chavista, los
comenzarán a sacar de sus casas por la noche. Ustedes ya saben por lo mucho que
han sufrido, que el último que va a llamar a su puerta a las cuatro de la mañana
o a cualquier hora del día va a ser el lechero, cuando deben salir como aves de
rapiña a buscar un litro de leche con el que alimentar a sus hijos en un país con cientos de granjas de vacuno expropiadas. Les harán unos juicios rápidos y de
pronto un día nadie sabrá de ustedes. Estarán en recluidos en un Gulag a
temperatura tropical y poco a poco irán muriendo de inanición, de enfermedades,
de torturas. Y con el lento transcurrir del tiempo, propio de las dictaduras, nadie
se acordará de ustedes, no sólo les van a matar es que les van a quitar la vida
que tuvieron.
Y así de pronto llegará un día el
que todo parecerá normal, eso es lo que Lenin llamaba la dictadura del
proletariado que no es otra cosa que esa sensación Alzheimer que produce en las
sociedades la alienación comunista. El pasado no cuenta, no existió, y todo lo que vemos, sentimos y vivimos es lo único posible. La historia sólo es real si
justifica o apoya las tropelías. Los venezolanos se creerán como en la obra de
Buero Vallejo, “La Fundación” que no existe un mundo afuera y que su pequeño
microcosmos chavista es el único mundo. Seguro que algún disidente aparecerá
para reclamar libertad, pero será ajusticiado por la brigada paramilitar chavista,
lo más parecido a los bomberos de Farenheit 451. Llegados a ese extremo, sólo
una catarsis dolorosa libera de ese yugo; el comunismo en toda su historia
nunca ha cedido el poder, hay que ocuparlo, hay que derribar los muros y tomar
los palacios, no tienen otra alternativa, así ocurrió en la Unión Soviética y
así no ha ocurrido en Corea del Norte, Cuba o Nicaragua.
Decía Thomas Jefferson que “cuando
los gobiernos temen a la gente, hay libertad, pero que cuando la gente teme al
gobierno hay tiranía”. Y lo que hoy se vive en Venezuela es una tiranía cruel y
despiadada porque mata a su gente y continuando con el gran Jefferson “ El árbol
de la libertad se riega con la sangre de los patriotas y de los tiranos”, pero
no solo de los patriotas.
No pierdan esta oportunidad,
ahora el enemigo sabe que son fuertes y tiene miedo y es cuando se manifiesta
más peligroso. No se engañen, ningún acuerdo político, ningún revocatorio,
ninguna elección va a sacar a Maduro del poder. No le dejen reaccionar. Ustedes
son el pueblo y están llamados a terminar con esta tiranía. Nadie les va a
detener. Deben convertirse en una marea de resistencia pacífica, un tsunami que
paralice el país y que lleve a sus dirigentes al convencimiento de que es mejor
salir corriendo hacia La Habana que quedarse en el búnker. No abandonen las
calles porque otros las ocuparán y por la fuerza y ese será su fin. Y no se
dejen engañar por la propaganda oficialista, la inmensa mayoría de los
ciudadanos honestos y libres del mundo está con ustedes y no les vamos a
abandonar. Mucho coraje y adelante hasta la victoria. Simón Bolívar, ese gran
liberal y por ende libertador se sentiría muy orgullo de ustedes
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