Después de semanas
de preparativos y de la construcción de decenas de campamentos de apoyo
logístico en la carretera que une Bagdad con Mosul, de trescientos cincuenta
kilómetros, el pasado 16 de octubre el primer ministro iraquí Haider al Abadi, lanzó la última
fase de la reconquista de Mosul, la segunda ciudad más importante de Irak y
desde verano de 2014 en manos del Estado Islámico.
La toma de la ciudad
por el Daesh resultó tremendamente fácil ante el abandono de las tropas sunníes
de la ciudad que apenas combatieron en favor de un gobierno chiíta presidido
por Maliki, que hizo del conflicto religioso en Irak ente la mayoría chiíta y
la principal minoría sunita que ha regido los destinos del país durante décadas,
su principal objetivo político. El sectarismo de Maliki, apoyado por Irán, es la
génesis del éxito del ISIS en Irak en estos dos últimos años. Desde que Estados
Unidos forzó el abandono de Maliki por un primer ministro más moderado e
integrador, comenzó por primera vez de forma real el proceso de reconciliación
del país que ha permitido que en un año se haya conquistado más del setenta por
ciento del territorio en manos del Daesh. Un proceso cuyo éxito no está
garantizado y que podría volverse contra los intereses de Occidente en cualquier
momento.
Mosul es la capital
del Estado Islámico y donde se cree que vivía su principal líder Al Baghdadi,
al que se supone en estos momentos en Raqa, junto a sus principales asesores,
donde el Daesh dará su última batalla. El Califato, como Hitler en 1945, sólo
tiene una esperanza, la división entre los aliados para lo cual un día más de
guerra es una oportunidad para que se produzca un enfrentamiento entre kurdos,
chiítas, sunitas, turcos y la panoplia de diferentes intereses que confluyen
entre la coalición aliada. Por esta razón debemos esperar un duro
enfrentamiento militar, como ocurrió antes en Faluya y en Ramadi.
Las próximas semanas
serán claves en la guerra contra este fenómeno yihadista, pero el Daesh necesita
llegar al martes electoral norteamericano resistiendo a las tropas iraquíes y
kurdas mientras que Siria e Irak son una olla a presión a punto de explotar
entre los intereses de todos los aliados.
El despliegue
militar
Las tropas iraquíes de
esta ofensiva están formadas por dos divisiones. La novena división mecanizada
forma parte de las fuerzas de intervención rápida y tiene su cuartel general en
Taji donde ha recibido instrucción del ejército norteamericano estando al mando
del general Qasam al Maliki. Dispone de unos diez mil efectivos agrupados en la
34ª brigada acorazada (Los leones del desierto) que cuenta con carros de
combate M1A1 Abrams y blindados sobre cadenas M-113; la brigada mecanizada 35ª
dotada de vehículos M113 y BTR4 y la 36ª brigada blindada con carros M1A1.
También dispone de piezas de artillería M109 y M198.
La primera división de
infantería tiene una cuenta pendiente en Mosul ya que fueron sus brigadas las
que abandonaron la ciudad atemorizados ante el empuje del Daesh. Hoy dos años
después y sometidos a un intenso proceso de reclutamiento y formación son una
unidad moderna dotada de medios de fuego ligeros sobre vehículos de ruedas.
Cuenta con unos diez mil hombres y está compuesta de brigadas motorizadas. La
1ª brigada de asalto que cuenta con un batallón de operaciones especiales, y
dos brigadas más motorizadas, de ellas la 4ª brigada que opera conjuntamente
con la brigada 34 Peshmerga. Hace un
mes el primer ministro también ordenó el despliegue de las unidades especiales
antiterroristas. En total las fuerzas de la coalición cuentan con unos treinta
mil efectivos frente a los menos de cinco mil yihadistas que resisten en Mosul
y dispone de una potencia de fuego enorme, pero que puede ser incapaz de sacar
a los terroristas de sus escondites; de ahí que el despliegue de tropas
especiales sea esencial en la toma final de la ciudad. A estas unidades se
añaden unos 600 asesores norteamericanos que ofrecen apoyo de ingeniería y
logística a las tropas iraquíes así como la designación de blancos a los
aviones de la coalición.
La fuerza aérea iraquí tiene
ya en servicio de 10 aviones F-16 y unos 6 L-159 de entrenamiento y apoyo al
combate. Además de dos docenas de helicópteros de combate Mi-35 y otros
cincuenta aviones de apoyo. Adicionalmente cuenta con el soporte de la aviación
norteamericana que dispone de unas cien aeronaves de combate en la zona, por lo
que el control del aire es absoluto.
Los peshmergas
por su parte son responsables de la seguridad en el Kurdistán donde el ejercito
iraquí tiene prohibida la entrada. Su número se estima en unos ciento cincuenta
mil hombres. Dependiendo del Ministerio de Asuntos peshmergas existen unas quince brigadas de carácter más bien
policial. Bajo la dirección del Kurdistan Democratic Party (KDP) se encuentran
las Fuerzas de Gulan, que es una unidad de élite de seguridad del presidente de
la región autónoma, Barzani y las fuerzas de Barzan, de su propio clan. Junto a
estas dos unidades otras diez brigadas dependientes del ministerio del interior
kurdo; en total unos cincuenta mil hombres.
Junto a ellas se
encuentran las brigadas leales al Patriotic Union of Kurdistan (PUK) que
cuentan con una unidad especial antiterrorista y de protección del
vicepresidente junto a unas quince brigadas asociadas al PUK. Se trata de
fuerzas que apenas disponen de material pesado pero que cuentan con una
extraordinaria experiencia de combate y de recursos financieros para adquirir
armamento ligero, de gran utilidad en estas regiones montañosas del norte de
Irak. El cofundador del PUK es el actual presidente de Irak, Fuad Masum.
La ofensiva aliada
sobre Mosul se está produciendo desde tres frentes.
En el norte, las
tropas Peshmergas avanzan por la
carretera 2 y ya se encuentran en Tilkef a quince kilómetros del centro de
Mosul con el apoyo de vehículos blindados Humvees, contando con el soporte de
la aviación norteamericana que ha destruido todas las defensas existentes en su
camino a Mosul.
Un segundo frente
kurdo ya se encuentra en Khorsabad, al noroeste de Mosul, a unos veinte kilómetros
del centro de la ciudad y también tiene el camino despejado hasta los suburbios
de la capital del Daesh. En estas dos áreas combaten unos cinco mil
“Peshmergas” entrenados por la CIA y fuerzas especiales norteamericanas.
El frente más
importante kurdo-iraquí se encuentra al este de Mosul donde los kurdos combaten
junto a las tropas iraquíes que avanzan por el sur desde Kirkuk. En esta última
ciudad un centenar de terroristas del Daesh ocuparon el pasado jueves varios
edificios civiles en una acción que pretendía crear una diversión y aligerar la
presión contra Mosul. El sábado por la mañana los terroristas habían sido
abatidos aunque se calculan que en la batalla de estas cuarenta y ocho horas se
han producido unos cien muertos civiles y 250 combatientes iraquíes. Sin
embargo esta acción ha sido más bien una cadena de actos terroristas que
comenzaron con un coche bomba que asesinó a diecisiete civiles el pasado
viernes. En la batalla de Kirkuk las fuerzas iraquíes
destruyeron 13 vehículos artillados, capturaron 340 obuses, 380 proyectiles y
una tonelada de explosivos, un volumen que demuestra que el ataque en Kirkuk
pretendía crear una gran zona de diversión con el único objetivo de retrasar el
avance sobre Mosul.
El día 22 de octubre,
a última hora, unidades antiterroristas iraquíes y pershmergas liberaron Bartella a diecinueve kilómetros del centro
de Mosul y también ocuparon Hamdaniya que había quedado aislada del resto de
las zonas ocupadas por el Daesh al sueste de Mosul. Las tropas Peshmergas en la
zona de Bartella suman unos tres mil efectivos que cuentan con vehículos
blindados y el soporte aéreo de Estados Unidos mientras que en su costado sur,
unos diez mil iraquíes de la primera división motorizada iraquí ya están convergiendo
con el frente sur de la novena división mecanizada para lanzar su ofensiva
desde el sur con el objetivo de alcanzar los suburbios de Mosul en las próximas
72 horas.
Sin embargo, y a
pesar de la crítica de turcos y de partidarios de Asad, los aliados han dejado
un gran corredor al Oeste para que puedan huir los terroristas del Daesh en el
caso de que prefieran dar la última batalla en Siria. A pesar del esfuerzo del
gobierno iraquí, lo cierto es que siguen siendo los kurdos quienes lideran de
forma clara la guerra contra el Daesh tanto en Siria como en Irak. Sin embargo
los kurdos saben que deben esperar a los iraquíes para que sean éstos quienes
tomen la ciudad y evitar generar un nuevo foco de conflicto. Si Mosul fuera
tomado por los kurdos, éste sería el escenario más espantoso imaginable para
Erdogán.
La estrategia de
defensa del Daesh se asienta en sistemas primitivos pero sin duda eficaces. Por
una parte se han cavado trincheras en los alrededores de Mosul inundadas de
petróleo para impedir el despliegue de la aviación aliada. La segunda línea de
defensa son los ataques suicidas que obstaculizan el avance de las tropas,
especialmente en el este y el sur; y la tercera son ataques esporádicos de
pequeños grupos que amparándose en el caos de la zona, atacan ciudades en poder
del gobierno de Irak, como ocurrió el viernes en Kirkuk ocasionando unas
trescientas víctimas.
Sin embargo cuando
el cerco se rompa, debemos esperar una lucha calle por calle; es de esperar que
el Daesh acentúe su genocidio en la ciudad donde el pasado jueves en un fusilamiento
en masa, asesinó a 285 civiles entre hombres y niños. Existe especial temor por
la minoría cristiana que venía pagando un impuesto por poder seguir viviendo y
que podrían ser masacrados en las próximas horas si no se ocupa la ciudad de
forma rápida. La única esperanza que queda a los aliados es que el Daesh tenga
sus depósitos de munición bajo mínimos y prefiera optar por una retirada hacia
Raqa y dar allí la última batalla junto a los diez mil combatientes del Estado
Islámico que todavía combaten en Siria.
En la estrategia de
obstaculizar el avance aliado, terroristas del Daesh hicieron estallar una
fábrica y un almacén de azufre pertenecientes al yacimiento de Al Meshraq, en
la zona de Al Qayara, unos 55 kilómetros al sur de Mosul. El alcalde de la
comarca de Al Qayara, al sur de la urbe, Saleh al Yaburi, informó que el
incendio en la fábrica y el almacén causó la emisión de "gases
venenosos" lo que ha retrasado el avance de los iraquíes hasta disponer de
mascaras de protección contra los gases emitidos. Como consecuencia de la nube
tóxica dos personas han fallecido y un
millar de personas han tenido que ser
atendidas en las afueras de Mosul por problemas respiratorios. La nube
ha afectado también una campamento de norteamericano en Qayyara.
Al mismo tiempo, las
tropas iraquíes lanzaron hoy una avanzada para recapturar de manos del Estado
Islámico, una localidad de mayoría cristiana, también cerca de Mosul. La novena
División Mecanizada, apoyada por aviones de la coalición liderada por Estados
Unidos, atacó Al Hamdaniya, (Qaraqosh) la principal ciudad cristiana de Irak
con 50.000 habitantes, a unos 20 kilómetros al sudeste de Mosul, llegó hasta el
centro e izó allí la bandera iraquí. Los yihadistas habían tomado la localidad
en agosto de 2014, provocando un éxodo masivo de la población después de
asesinatos en masa de cristianos.
El ministro de Interior del
Kurdistán iraquí, Karim Sinjari, afirmó este sábado que sus fuerzas están a
solo cinco kilómetros de Mosul, aunque ha reconocido que todavía queda mucha batalla
por delante. Por su lado las tropas del general Al Maliki, exhibiendo banderas
chiítas alcanzarán en las próximas horas el extrarradio de Mosul. Lo más
probable es que los yihadistas se atrincheren en el centro de la ciudad, un
laberinto de calles donde no entran ni blindados ni tanques y será
relativamente fácil mantener miles de personas detenidas como escudos humanos.
Esta será la batalla final.
El juego político.
En medio de la
ofensiva aterrizó en Bagdad procedente de Ankara el secretario de Defensa
estadounidense, Ahston Carter, en una visita sorpresa para analizar junto con
las autoridades locales los avances en Mosul. Sorpresivamente Carter ha solicitado
a las autoridades iraquíes que permitan la intervención turca en su territorio
para sumarse a la lucha contra el Daesh, a lo que obviamente el primer ministro
iraquí se ha negado, sobre todo al conocer que horas antes el primer ministro
de Turquía había declarado que: ”Mosul es nuestra, es nuestra historia, yo sólo
estoy enseñando historia” a lo que el premier iraquí ha contestado que la
“batalla de la iraquí Mosul es solamente iraquí”, lo que evidencia que los
problemas no van a terminar con la recuperación de Mosul.
Para la administración
Obama la conquista de Mosul sería al menos un éxito para defender su política
en Oriente Medio ante los fracasos por la intervención rusa, el fortalecimiento
de Asad, la actitud anti-occidental de Erdogan etc etc. Si Hillary pueda demostrar
que su estrategia en Mosul de una conquista rápida contrasta con la masacre que
Rusia está provocando en Alepo, sería una excelente carta de inicio de mandato,
y precisamente por la misma razón el Daesh intentará por todos los medios
convertir Mosul en una gran tumba.
Pero lo más importante de
la toma de Mosul por las fuerzas iraquíes sería conseguir la pacificación de un
país que lleva en guerra trece años. Un estado desgastado por las divisiones
religiosas y por el terrorismo sunita. Una sociedad con demasiadas heridas que
suturar y para lo que necesitará un gobierno abierto que respete a las minorías;
que satisfaga el esfuerzo bélico de los kurdos y se empeñe en la reconstrucción
económica del país. Nadie en la zona está interesado en la reconstrucción de
Irak, de manera que tendrá que ser Estados Unidos quien lidere el progreso del
país. De momento parece que el entendimiento entre Barzani, Al Abadi y Obama
asegura una transición pacífica, pero será crítico que la minoría sunita no se
sienta discriminada o amenazada o volveremos a tener un nuevo ISIS en breve. Tras
la reconquista de Ramadi y Tikrit en el año pasado por el ejército iraquí y,
sobre todo, tras la liberación de Faluya en junio de 2016, hubo un muy escaso
control sobre estas milicias chiíes lo que provocó que miles de personas
huyeran de las ciudades supuestamente liberadas.
Mosul es un objetivo de
mucha más importancia. Es la segunda
ciudad más grande de Irak, con unos dos millones de habitantes, aunque
ahora apenas quedan unos setecientos mil. La mayoría de la población intenta huir de la ciudad al campo si le dejan las
minas instaladas por los yihadistas. Ante la proximidad de la batalla final.
Las agencias de la ONU advierten de que no tienen medios para ocuparse
de las 400.000 personas que huyen de Mosul hacia los campamentos que la ONU
está habilitando en las zonas liberadas.
El gran reto de Irak
comenzará el día después de la toma de Mosul. Las inestabilidades que llevaron
a esta larga guerra continúan y los actores de la contiendan estás más
divididos que nunca. Irak nació para gestionar la paz entre turcos, árabes,
persas y egipcios; su estabilidad es esencial para toda la región y de ahí que
Estados Unidos deba tomar el liderazgo de la recuperación y la seguridad; si
no, todas las fuerzas del mal que rodean a Irak volverán a la carga y la situación
será mucho peor que la que hemos sufrido en la última década. Ya el primer
ministro turco ha asegurado que su país creará una zona de seguridad en
territorio iraquí para protegerse de sus enemigos kurdos, y esto antes de terminar
con el Daesh. Sin duda todavía tenemos muchas incertidumbres en Oriente Medio que
no se van a resolver con la caída de Mosul, pero podemos asegurar que tras
Mosul, el califato y sus ambiciones estratégicas serán historia, solo nos
quedarán los coletazos que pueden ser muy dañinos en la región y también en Occidente.
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