Introducción.
España se
encuentra ante una situación económica que si bien se presenta positiva en
términos de crecimiento para 2015 y seguramente para 2016, todavía arrastrará
por mucho tiempo algunos de los desequilibrios ocasionados por la crisis. Los
dos más significativos son el fin del modelo de crecimiento económico de los
últimos veinte años basado en un incremento de la inversión pública y la
construcción privada, ésta ultima amparándose en un incremento del crédito no
antes conocido basado en unos tipos de interés muy moderados y una alta
rentabilidad de negocios poco sostenibles en el tiempo. El segundo
desequilibrio importante ha sido consecuencia de los déficit públicos
acumulados desde 2007 hasta el momento presente, que suponen acumulativamente
60 puntos porcentuales de PIB. Es decir, el estado para hacer frente a sus
gastos ha debido pedir prestado a los mercados 600.000 millones de Euros desde
2008, llevando la tasa de endeudamiento al 100% del PIB.
Pero España,
incluso si fuera capaz, profundizando en el modelo clásico productivo de
generar tres millones de empleos netos, para alcanzar tasas de empleo previas
al comienzo de la crisis, continuaría teniendo unos cimientos muy débiles que
no harían sostenible un estado de bienestar a largo plazo. Un país que solo
puede basar su crecimiento en el consumo privado de consumibles, difícilmente
será capaz de mantenerse entre los países líderes del mundo en políticas de
bienestar.
Este documento
por tanto separa dos tipos de medidas; aquéllas que permitan consolidar el
crecimiento y enfocar un camino de salida de la crisis, y otras estructurales,
que requieren de unos consensos políticos que difícilmente pueden darse en
medio de la recuperación, ya que exigen del sosiego de una situación económica
más estable. Uno de los problemas básicos de España en su historia ha sido no
aprovechar los momentos de bonanza para hacer las reformas necesarias, y es
solo en circunstancias de profunda crisis y por tanto sin recursos suficientes,
cuando se plantean modificaciones, que a largo plazo acaban siendo perniciosas
para la economía por la debilidad de los consensos y sus fundamentos.