En este nuevo orden tenemos
a Guy Montag, el personaje de Bradbury, un excelente bombero al servicio del
totalitarismo. Montag no es un bombero como imaginaríamos, tiene el oficio de
quemar libros. Según su líder, "leer impide ser felices porque llena a las
personas de angustia; al leer, los hombres empiezan a ser diferentes cuando
deben ser iguales. La igualdad máxima es el objetivo del gobierno, que vela por
que los ciudadanos sean felices a la fuerza para que así no cuestionen sus
acciones y los ciudadanos rindan en sus puestos de trabajo”·.
Montag nunca ha cuestionado su trabajo. Desde que el gobierno ha
creado una televisión con una emisión constante de programas carentes de
sentido y argumento, la gente permanece pendiente de los pixeles y son adictos
al consumismo, a la televisión única que es propiedad del pueblo. La gente
llega a endeudarse para derribar las paredes de sus casas y rodearse de grandes
pantallas. Las personas usan la expresión "mi familia" para
referirse al conjunto de programas que suelen ver. Luego los muchachos en la
calle pretenden recrear todo aquello que se les enseña en la televisión con
total impunidad. Son los instrumentos involuntarios del poder.
La esposa de Montag,
Mildred, se formó en una universidad uniforme. Su adición al gobierno y a su
sistema es tan fuerte que es incapaz de recordar detalles de su propia vida y
parecerle cosas irrelevantes comparados al hecho de ver televisión o perderse
sus programas. Como señala Bradbury "Los años de universidad se acortan,
la disciplina se relaja, la filosofía, la historia y el lenguaje se abandonan,
el idioma y su pronunciación son gradualmente descuidados. Por último, casi
completamente ignorados". La vida es inmediata; el placer lo
domina todo después del trabajo. "¿Por qué aprender algo, excepto apretar
botones, enchufar conmutadores, encajar tornillos y tuercas?”
Montag conoce a una nueva vecina, una muchacha llamada Clarisse,
que es señalada como loca por pensar y preferir pasear y jugar al aire libre
que estar en casa viendo televisión. Clarisse constantemente se cruza con Montag
y le cuenta que a ella y a su familia los tachan de "antisociales"
porque formulan preguntas, en lugar de que su entorno las pregunte y las
respondan ellos mismos. Clarisse empieza a generar en Montag la duda sobre si
verdaderamente es feliz, además de despertarle la curiosidad acerca de los
libros. "¿La muchacha? Es una bomba de relojería. Ella no quería saber
cómo se hacía algo, sino por qué. Esto puede resultar embarazoso. Se pregunta
el porqué de una serie de cosas y se termina sintiéndose muy desdichado."
Según Beatty, el compañero comisario de Guy, "los libros sólo sirven para hacer sentir mal a las personas". Es un
hombre astuto que sigue los ideales utópicos del gobierno, confiando plenamente
en el sistema que controla a toda la sociedad
Días después, Montag acude
a un incendio en el que había que quemar la casa de una mujer anciana que
tenía una biblioteca. Antes de echar el petróleo, Montag toma un libro y se lo
lleva escondido. La anciana no solo rehúsa salir de su casa, sino que es ella
misma quien le prende fuego con una cerilla. Esto impacta más a Montag y le
hace meditar sobre los fuertes valores de aquella anciana.
Una noche antes de dormir,
Mildred comenta a Guy que Clarisse fue asesinada por los muchachos de los autos
refaccionados, como los de las películas, y que su familia se mudó tras esto
hace ya cuatro días, pero a raíz de su alienación de la realidad por culpa de
la televisión no le dio la importancia y volvió a sus programas nihilistas.
Al otro día, tras la
muerte de la anciana y de Clarisse, Montag se queda en cama para fastidio de
Mildred que ve a Guy como un intruso en su rutina diaria; ese día lo visita
Beatty y notando cómo la voluntad de Guy flaquea, intenta convencerlo de cómo es
que "las quemas de libros y la sumisión al gobierno son cosas útiles que ayudan
a la igualdad social"
Al día siguiente, Guy
conversa con Mildred y explica que no desea seguir quemando libros sin saber si
son realmente malos o buenos, por esto le revela que posee una colección de
libros propia, ya que durante cada incendio ha rescatado algunos y los ha escondido en
su casa, lo que hace que su esposa se moleste con él, aunque para relajarse
vuelve a su familia, sus programas de televisión.
Ya en su trabajo suena un
aviso de alarma y marchan a atenderla Montag y Beatty. Cuando llegan al lugar, Montag ve horrorizado que es su propia casa. Al llegar, Mildred se va en un
taxi y Beatty le revela que fue ella quien hizo la denuncia. Guy quema con su
lanzallamas a su compañero Beatty y huye.
Tras viajar a pie durante
la noche, da con un grupo de vagabundos que se hacen llamar "hombres
libro", éstos en realidad resultan ser académicos dirigidos por un hombre
llamado Granger. Éste le muestra por televisión cómo tras no poder apresarlo,
el gobierno ejecutó en vivo a un ciudadano cualquiera a quien hicieron pasar
por él para así fingir que no le perdieron la pista y que poseen el control en
cualquier situación.
Granger le cuenta que para
evitar la desaparición del conocimiento son hombres libros, quizás miles y
están distribuidos por todo el territorio. Uno es Gulliver, otro es Einstein,
Platón, Marco Aurelio y otros nombres peligrosos como Darwin o Gandhi. Su
misión es ir por los bosques, teniendo el conocimiento de los libros y
memorizándolos para transmitirlos oralmente y así evitar poseer evidencias
físicas que los pongan en peligro ante el gobierno. Tras enterarse que Guy ha
leído en una ocasión el Eclesiastés, deciden acogerlo como un hombre libro. Nunca
entendí muy bien porque Bradbury eligió este libro de la Biblia, aunque hay un
versículo que siempre me ha parecido un fiel reflejo de la realidad
• "Hay gente honrada que es tratada como si cometiera cosas
malas, y hay gente malvada que es tratada como si hiciera cosas buenas" (8:14);
Imagino
que unos años atrás Montag se veía cumpliendo con una misión histórica,
esencial para el orden y la tranquilidad de sus conciudadanos. Primero quemaron
los libros que con mayor evidencia atacaban al sistema que pretendían crear o
eran críticos con él, con el aplauso unánime. Todos los que animaban la quema
de los primeros libros, de afamados conservadores, no se percataban que pronto les
tocaría a ellos. El totalitario siempre sabe hacer aliados para su causa.
Disecciona a los enemigos y los elimina uno a uno mientras que una inmensa
multitud va justificando su eliminación sin percatarse del objetivo global. Se
alían con todo aquello que ayuda a la destrucción del mundo actual. Se apoyan
en los terroristas no porque compartan su causa sino porque contribuye a la
lucha contra el sistema. Los que hoy comparten a Otegui quemarán el árbol de
Guernica y la obra de Iparraguirre; y los que dan la bienvenida indiscriminada
a refugiados sirios quemarán el Corán; muchos cristianos acabarán aplaudiendo
la quema de la Biblia convencidos de que es la causa de sus males; los militares
la quema de Clausewitz o Sun Tzu; los que hoy apoyan el derecho a decidir en
Cataluña quemarán a Maragall y Aribau y en Galicia quemarán a Cunqueiro. Nada
puede quedar al azar; todo lo que suponga conocimiento debe ser destruido, “la
libertad nos hace desiguales y en consecuencia infelices y constituye una
amenaza para la sociedad idiotizada”.
Pero
¿Qué hacer con los periodistas, con la libertad de información? Acabarán los
periodistas del régimen aplaudiendo la quema de sus redacciones y la ruina de los
empresarios de la comunicación, implorando por el control de las redes sociales,
las culpables de la desigualdad y la miseria de las masas. Nada puede quedar al
albur de una persona con ideas. A 451 grados Fahrenheit no sólo arde el papel
sino también las personas y por eso los hombres libros no
están inmunes a la destrucción purificadora del fuego, de la misma manera que
las piras organizadas en la Alemania nazi para quemar los libros y a los
hombres peligrosos. Y lo que no se puede quemar como Internet se interviene, se
controla. Y si alguien se resiste se le denigra, se le amenaza, se le elimina
como a la vieja con su biblioteca o a Clarisse.
Sólo
sin libertad puede haber igualdad, esa palabra maldita con la que se nos
pretende vender un mundo mejor que resolverá todos los problemas de la sociedad
actual. Solo mediante la acción de idiotizar es posible el control de la
sociedad para asegurar que la igualdad prevalece. Pero lo que debe ser igual
para todos es la ley, los derechos individuales, no los hombres frente al
gobierno sino que es éste el que debe ser igual para todos, lo que es muy
diferente.
"La televisión, esa bestia insidiosa, esa medusa que
convierte en piedra a millones de personas todas las noches mirándola
fijamente, esa sirena que llama y canta, que promete mucho y en realidad da muy
poco…." se ha convertido en
el instrumento para vaciar las mentes, pero también “Hay que vaciar los teatros
para que sólo actúen payasos”. Ésta es la estrategia
Beaty le explica a Montag cómo se llegó a
este mundo sin libros. "Cómo las universidades producían más salteadores,
corredores, pilotos, cuatreros, cacos, fulleros y nadadores en lugar de
profesores, críticos, sabios y creadores, la palabra intelectual se convirtió
en un insulto que merecía ser. Siempre se teme a lo desconocido. Sin duda te
acordarás de tu compañero de clase que era excepcionalmente inteligente que
recitaba sin error la mayoría de las lecciones y respondía a todas las
preguntas de los profesores, mientras que los demás permanecían como muñecos de
barro y lo detestaban ¿ Y no era ese muchacho inteligente al que escogían para
pegar y atormentar después de clase? Desde luego que sí. Debemos ser todos
iguales. No nacemos libres e iguales como afirma la Constitución sino que nos
convertimos en iguales. Todo hombre debe ser la imagen de otro. Entonces todos
son felices porque no pueden establecerse diferencia ni comparaciones
desfavorables… hay que dominar la mente del hombre ¿Quién sabe cuál podría ser el objetivo
de un hombre culto? ¿Yo? No los resistiría ni un minuto."
Esta llamada de atención de Bradbury no puede caer en saco roto.
Mi abuelo decía “cuando en la oscuridad olvidamos lo cerca que estamos del
vacío, algún día éste se presentará y se apoderará de nosotros porque habremos
olvidado lo terrible y real que puede ser”
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