El próximo 23 de junio, el Reino Unido votará un
referéndum histórico para refrendar el acuerdo con la Unión Europea al que
llegó Cameron in extremis para salvar la permanencia en la UE, o para abandonar
la Unión Europea. Muchos han sido los llamados a mantener el status quo, desde el continente y también
desde la Casa Blanca. Pero si todo el mundo parece coincidir en que el Reino
Unido debería permanecer en la U.E. ¿Por
qué a día de hoy está más cerca de votar NO a la Unión Europea?
El acuerdo alcanzado
el pasado febrero para evitar el Brexit, vendido como una gran victoria por
Cameron, en el fondo no añade nada nuevo. La propuesta que Bruselas ofreció al
Reino Unido es la posibilidad de veto a la normativa europea, pero solo en los temas referentes a la
subsidiariedad, y siempre y cuando
haya consenso de al menos el 55% de los estados miembros. Esto ya lo tiene
hoy en día, ya que lo que excede de las competencia de la Unión Europea es lo
único que puede vetarse. La petición
razonable de Cameron de negar ayudas sociales a quienes no han trabajado y
pagan impuestos durante al menos cuatro años, ha sido sustituida por un
mecanismo de freno de emergencia que es una entelequia que nunca va a operar.
Los favorables a la
continuidad en la Unión Europea argumentan que el comercio con el continente se
ha incrementado en un 55% ayudando a mejorar la productividad. Esto es tan
cierto como que también ha crecido el comercio del continente con la Isla; y
que además también han crecido otras relaciones comerciales bilaterales del
Reino Unido. Las empresas no van a dejar a exportar o importar porque los
británicos no opten por la permanencia.
Algunos aducen que el
coste para el Reino Unido no es tan grande, apenas unos 15.000 millones de
Euros al año a cambio del acceso al Mercado Europeo. Pero cuando esto se
convierte en un problema con cuestiones como las ayudas sociales o la
inmigración, cualquier precio resulta excesivo. Se argumenta desde Bruselas a
favor de la continuidad, que el Reino Unido dentro de la Unión tiene uno de los mercados menos
regulados; pero ¿Si esto es bueno para el Reino Unido porqué no es bueno para
todos los demás? Se dice que una eurozona fuerte dictaría la política económica
del Reino Unido sin capacidad de participar en las decisiones; lo que no es tan
obvio, ya que no parece dominar la de Suiza siendo mucho más pequeña o la de Noruega.
Muchos esgrimen que la salida de Reino Unido
sería un golpe mortal para aquellas élites europeas que confían en que la paz y
prosperidad de Europa pasa por la integración de todos. Esta es una cuestión
intelectual. Una Europa sin límites geográficos, culturales o políticos es una
utopía muy peligrosa. El Reino Unido se ve mucho más lejos de Turquía o
Bulgaria que de Estados Unidos y Australia, y en el mundo globalizado las
distancias cada vez importan menos
Pero por muy relevantes que sean estos argumentos,
no son los que más pesarán en la decisión. En el fondo lo que late en esta
votación es el euroescepticismo que siempre fue muy relevante en la isla. Lo que los británicos van a decidir es su
modelo de vida y convivencia para el futuro, y esto trasciende a los
intereses del continente. Pero analicemos las que a mi juicio son las razones
que conducen a que a día de hoy la opción del Brexit sea mayoritaria.
En primer
lugar hay una razón histórica; con Unión Europea o sin ella el Reino Unido
siempre ha estado en Europa y con los europeos; no obstante en su escudo el
lema es “Dieu et mon droit”. Durante dos guerras mundiales y en multitud de
conflictos se tejieron alianzas que permitieron la salvaguarda de la democracia
y la libertad en Europa. Pero hasta la liberación de Europa del nazismo no fue
tarea fácil, cuando ingleses y americanos dejaron miles de vidas en Francia,
mientras que De Gaulle se debatía en un chauvinismo que recelaba del esfuerzo
aliado obligando a la armada británica a hundir la flota francesa en el
Mediterráneo. Prueba de la ingratitud fue la salida de la Francia de De Gaulle
de la estructura de defensa occidental y como años después de Gaulle se salía
de la alianza militar para la defensa de Occidente. Nadie puede acusar a
Inglaterra de ser insolidaria con Europa y con la democracia, cuando ha sido la
reserva de la libertad cuando está se ha visto realmente amenazada. El
compromiso del Reino Unido con Europa se puede comprobar en los cementerios de
Normandía.
El Reino Unido
sufrió en sus carnes el socialismo de los años sesenta y setenta. La creciente intervención
en la economía, el poder sindical desmesurado y los impuestos que ahogaron el
país y en medio de todo este caos económico se produjo la integración en la
Unión Europea en 1973 a las puertas de la crisis del petróleo. Apenas seis años
después, el Reino Unido votaba por su mayor euroescéptica, Margaret Thatcher.
Durante los años ochenta Reino Unido pasó de ser un país en retirada a convertirse
en un líder mundial en el terreno político, estratégico cultural y económico.
Pero no fueron las políticas que abandera la Unión Europea las que produjeron
la transformación. Fueron el cierre de minas improductivas, el pulso con los
sindicatos que perdieron toda su capacidad de determinar la política social y económica
del país que le había conducido a una profunda recesión. También las
privatizaciones de empresas públicas; desmontando todo el entramado burocrático
nacido en 1945. Se vendió la empresa de gas de la que casi dos millones de
británicos compraron acciones; telecomunicaciones, líneas aéreas etc. Sin duda
este cambio de manos fue un motor turbo en la reactivación económica. Convirtió
a los arrendatarios de viviendas sociales en propietarios, en contra de la
opinión de la izquierda que obviamente prefería aparecer como el benefactor que
alquila casas baratas a los necesitados generando una dependencia psicológica
del aparato del estado. Con esta decisión la cultura de la propiedad se
extendió por todo el país y el porcentaje de casas en propiedad pasó del 55% al
67%.
La apertura de la City a firmas de todo el mundo,
convirtió a Londres en la capital financiera del mundo generando un Big Bang económico sin precedentes.
Hoy en día los actores de la City prefieren el modelo de Hong Kong al de
Bruselas, porque sus recursos proceden de todas las zonas del mundo. Este activo,
esencial para determinar la posición de Reino Unido en el mundo, estaría en
cuestión si las medidas de control que se pretenden imponer en Europa a las
transacciones financieras triunfa. Los
británicos tienen memoria, y lo que perciben en la Unión Europea es el regreso
a todas aquellas políticas que les llevaron al desastre.
La tercera
razón tiene que ver con el modelo de vida que quieren los británicos. Su mercado de
trabajo está mucho más cerca del norteamericano que del europeo, y además los resultados
con una baja tasa de paro a pesar de datos de crecimientos muy modestos,
muestran que cualquier cambio en el modelo actual amenazado por la legislación
social europea, por la inmigración, y el gasto social desmesurado, llevaría a
la economía británica a las colas del desempleo
La Unión Europea tiene hoy cuatro pilares: la moneda
común para los países del Euro, la política agraria común, la política de
solidaridad interregional, y una normativa muy intervencionista en materia de
derechos laborales, política de
migración, fronteras, control judicial de los gobiernos nacionales,
energía y medio ambiente; en definitiva un amplio paquete de cesión de
soberanía. Para el Reino Unido, que
permanece fuera del Euro, los demás pilares son negativos a sus intereses.
Es contribuyente neto de la Unión y ni le interesa la PAC ni la solidaridad
interregional y no digamos la cesión de soberanía.
El único argumento sólido que se ofrece desde el
punto de vista económico sería el impacto en el comercio, al ser parte del gran
mercado interior europeo. Esto podría ser válido hasta hace unos quince años,
cuando cada país tenía su moneda. Hoy hay un solo gran mercado interior que es
el del Euro, y quién no está en la moneda única y permanece en la Unión, está
en un mercado secundario. Creo que no habría interés por ninguna parte en poner
barreras al comercio entre Reino Unido y Europa; ni Alemania que tiene en Reino
Unido a un gran cliente, ni a Reino Unido que exporta gran parte de su producción
a Europa le convendría. Además la continua liberalización del comercio
internacional abonan la idea de que la
Unión Europea ya no es un área de preferencia comercial exclusiva y que
vamos camino de una apertura mundial del comercio.
Existe una gran presión de los mercados financieros
por tener un Hong Kong o un Singapur europeo, que sea foco de atracción de los
capitales de Extremo Oriente ante la compleja situación económica de China y
sus vecinos. Una menor regulación en el
sector financiero, una política fiscal más atractiva, un idioma universal,
convertirían a Londres en la principal plaza financiera del mundo por encima de
Nueva York. Un objetivo muy ambicioso que transformaría la economía
británica. Que Reino Unido se convierta en la capital financiera del mundo
independiente de poderes externos, es un bocado demasiado apetitoso para las grandes empresas y entidades
financieras del mundo.
Finalmente, la
coyuntura mundial y el complejo entramado de intereses no abonarían en caso del
Brexit una ruptura sino un nuevo marco de entendimiento. Reino Unido obviamente
perdería muchas ventajas políticas y comerciales. Pero Europa también sufriría
tener un vecino competidor que crece mientras que Europa languidece.
Pero la mayor amenaza que supondría el brexit es que
los burócratas que dirigen la Unión Europa vean como su insostenible modelo
hace aguas frente a una economía que mantiene tasas de desempleo muy bajas; una
posición financiera envidiable y unas políticas liberales que atraen la
inversión. El temor no es el Brexit, es
el contagio, porque en una Europa sin los recursos de antaño, ser miembro
del club comienza a ser muy gravoso para las economías más desarrolladas y más
estados pueden ver atractiva una decisión similar.
El Reino Unido
no se encuentra a gusto en la nueva Europa; primero porque no comparte el proceso hacia
la integración política. Segundo porque Europa, con una Francia cada vez más débil
y actuando de comparsa de Alemania, con un Sur con grandes problemas
estructurales, es Alemania y sus intereses europeos, que están más cerca de
Ankara o Moscú que de Londres. Cameron va a las reuniones de Bruselas y se encuentra
tres bloques; los del Sur que no han definido un modelo económico y social
sostenible; Alemania y sus adláteres nórdicos, austriacos y holandeses que
dominan la economía y el Banco Central, y los países del Este más preocupados
en recibir subvenciones y en un respaldo militar frente a la amenaza rusa. Ante
este panorama, ¿ Por que Reino Unido va a estar mejor defendido dentro de esta
Euroalemania que siendo una potencia independiente cuyo PIB podría igualar al
alemán en apenas dos décadas si se mantienen los ritmos actuales de
crecimiento.
Para los europeos, lo peor de la salida del
Reino Unido es que quedamos en manos de políticas socialdemócratas combinadas
con la austeridad presupuestaria y ésta es la mejor manera de hundir al
continente, ya que todos los recursos productivos acabarán transfiriéndose
hacia lo improductivo para alargar la agonía del sistema de protección social.
Mi única inquietud es si después del Brexit los españoles podríamos pedir el
ingreso en la Commonwealth, quizás nos fuera mejor.
1 comentario:
Hola Sr. Navarro,
simplemente me gustaría añadir algunas intervenciones del UKIP en el parlamento europeo. Claro que en ellas defienden intereses muy particulares del RU; pero de paso ponen de relieve las deficiencias del euro, la UE y el BCE.
https://www.youtube.com/watch?v=LpzZ6iqmGQo
https://www.youtube.com/watch?v=l9Q9NQW37oA
https://www.youtube.com/watch?v=sX88kGJQtUY
https://www.youtube.com/watch?v=-4oqTowgBQs
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