Intentar comprender en qué consiste la guerra en
Siria, quiénes son los aliados y los enemigos y sobre todo si existe una vía
para la resolución del conflicto ya sea militar o negociadas es un sudoku a la
altura de Bobby Fisher. Lo cierto es que la guerra en Siria cuando más parece
que se acerca a la pacificación más se acentúa la violencia y de esta manera resulta
imposible que esta guerra acabe hasta que todos los sirios estén muertos o en
el exilio. Decía con razón esta semana Antonio Guterres que: "Solo habrá paz si ninguna de las partes del conflicto
confía en ganar. No estoy seguro de que en Siria se haya llegado ya a este
punto”. Las potencias circundantes en lugar de actuar de bomberos en el
conflicto son los pirómanos que anteponen sus intereses particulares a la
solución de una guerra que cada vez está más lejos.
Las
conversaciones de paz de Ginebra no pueden conducir a nada positivo cuando las
principales fuerzas opositoras al gobierno de Asad están fuera de la mesa. El
antiguo frente ligado a Al Qaeda por el veto del gobierno sirio y los kurdos
por el veto turco, por sus supuestos vínculos con el PKK. De esta manera si la
mitad de las partes en conflicto están excluidas y apenas la oposición del Alto
Comité de Negociación que agrupa a la oposición “moderada” se sienta en la mesa
frente al gobierno de Asad, es imposible que se pueda concluir en un acuerdo
satisfactorio y que sea respetado. Faltan los dos grupos más poderosos de la
oposición militar y Tahrir al-Sham, grupo cercano a Al Qaeda, y los islamistas
de Ahrar al-Sham. Ambos no reconocen al ACN y no están presentes en Ginebra, ya
que consideran las negociaciones como una traición. O sea que la mitad de los
bandos en guerra no están presentes en las conversaciones de pacificación.
Debido a la presión de
Turquía, tampoco están representados los kurdos, pese a tener la gran provincia
de Rojava bajo control, contando con la fuerza más activa y mejor preparada de
la guerra y liderando la guerra contra el Daesh. Estados Unidos el principal
soporte de los kurdos en Siria no han querido imponer su presencia a Turquía
para evitar acentuar el conflicto con Erdogán.
Las posiciones que defienden
cada una de las partes son abiertamente incompatibles. Los centenares de miles
de víctimas y de refugiados pesan sobre todos para no estar dispuestos a
claudicar. En primer lugar, la oposición exige
el final del poder de Bashar al Assad, además de la liberación de los detenidos
y el fin del sitio de las regiones dominadas por los rebeldes. Por su
parte, el gobierno solo acepta mantenerse en el poder bajo Asad; su retirada
ahora ya no solo es condición sino que ha pasado de ser el problema a parte de
la solución.
Pero en el campo de batalla se están produciendo
hechos muy significativos que pueden hacer estallar por los aires los acuerdos
que se alcancen en una mesa de negociación.
Los kurdos y
su avance sobre el Daesh
Una
alianza de rebeldes kurdos y árabes respaldada por Estados Unidos ha avanzado
hacia el territorio ocupado por el llamado Estado Islámico en la provincia de
Deir al-Zour, en el este de Siria. En las últimas semanas han ocupado unas
quince 15 aldeas de la IS. Las fuerzas kurdas esperan cortar las líneas de
suministro de ISIS en la provincia en la que el Daesh obtiene el petróleo del
que se financia y se encamina hacia la capital del ISIS, Raqqa, a cuyas puertas
podría llegar en apenas en unas semanas, mientras que el avance de las fuerzas
gubernamentales contra Raqqa es menos decidido en estos momentos.
La incursión
turca y los atentados del Daesh
Con el argumento de
proteger su frontera y el lado oeste del Éufrates, las tropas turcas entraron
en territorio sirio en dirección hacia Al Bab en una ofensiva en la que han
encontrado una fuerte oposición del Daesh. La ONU dijo el martes que unos 5.000 civiles estaban
atrapados por enfrentamientos alrededor de la ciudad de Al Bab, y donde el
Estado islámico cometió un brutal atentado con un coche bomba la semana pasada
asesinando a 77 personas justo el día siguiente de la toma de la ciudad por los
rebeldes apoyados por el ejército turco.
El presidente Erdogán
anunció recientemente que sus tropas pretenden ahora recuperar Manjib en poder
de los kurdos, lo que sin duda supondría una alteración gigantesca del
conflicto. Estados Unidos ya detuvo las semanas pasadas acciones aisladas del
ejército turco contra los kurdos, pero si las tropas turcas deciden combatir a
los kurdos en Manjib, todo el actual juego de alianzas podría saltar por los
aires. Esta claro que Erdogán tiene tres enemigos en Siria: Los kurdos, Asad y
el Daesh. Una vez se extinga la amenaza estratégica del Daesh, no soy capaz de
predecir cuál será la prioridad del presidente turco.
Los atentados
en Alepo
La violencia de
los últimos días con los atentados del Daesh están a punto de sabotear la
conferencia de paz de Ginebra. Los ataques en cadena registrados el sábado
contra cuarteles estratégicos de la ciudad de Homs causaron 42 muertos. Entre
las víctimas de se encuentra el jefe de la inteligencia militar de Homs,
coronel Hasan Dabul, muy próximo al presidente Bachar el Asad y el jefe de la
división de las Fuerzas de Seguridad del Estado en Homs, coronel Darwish. Sin
duda se trata de un golpe directo a los responsables de la seguridad en la
importante ciudad de Homs tras su reconquista por las fuerzas gubernamentales.
El apoyo ruso
En julio pasado, el general Zhuravlev reemplazó al
coronel general Alexander Dvornikov como jefe de las fuerzas rusas en Siria y
su primer gran éxito fue la toma de Alepo. Rusia dispone en la actualidad sobre
el escenario de unos cuatro mil soldados acompañados por tres escuadrones de la
fuerza aérea, sistemas antiaéreos y presencia naval en el Mediterráneo que el
año pasado, fuerzas que el año pasado salvaron al régimen de Asad del colapso y
que le han devuelto a la vida política cuando parecía estar enterrado. En la
práctica, Zhuravlev encabeza la alianza militar que está manteniendo vivo al
régimen y dirigiendo a través de pequeñas operaciones la toma de importantes
bastiones en manos de los rebeldes y del Daesh. Rusia es ahora mismo quien
dirige Siria con el apoyo y subordinación de las tropas del General Qasem
Soleimani, el comandante de la Fuerza Quds de los Guardias Revolucionarios
iraníes, responsable de las operaciones militares de Teherán en el extranjero.
Fuera del foco de atención principal del conflicto,
el régimen de Asad también está haciendo importantes progresos en los altos del
Golán, en la frontera con las tropas israelíes. Después de una campaña de asedio,
hambre y bombardeos, algunas villas de la región se han rendido y jurado
lealtad a Assad. Entre Quneitra y Damasco, el gobierno está eliminando
gradualmente los restos del control rebelde. Pero el frente del Golán sigue
siendo secundario.
La posición de
Estados Unidos
La dominación rusa en la región está directamente
relacionada con el dramático debilitamiento de la posición de Washington en el
conflicto. El gobierno de Obama abandonó el caso sirio cuando se negó a
castigar el régimen de Assad por usar armas químicas contra civiles en el
verano de 2013 y a partir de este momento todo ha empeorado para los
occidentales en la región.
Desde entonces, Obama sólo se preocupó de mantener
su mal papel de organización humanitaria y de luchar contra el Daesh con
inteligencia y apoyo aéreo. Los errores son tan agudos que los oficiales de
inteligencia de Estados Unidos admitieron a sus colegas israelíes que no sabían
cuál era la política del presidente en la región, excepto por la instrucción de
evitar cualquier complicación para la propia Administración, lo que demuestra
que Estados Unidos no se ha recuperado todavía de los efectos de su larga y
dolorosa intervención en Irak.
El jefe de la Comisión de Seguridad Nacional y
Política Exterior del parlamento iraní ha amenazado a Trump esta semana para que
no se atreviera a poner en peligro todos los acuerdos relacionados con el
acuerdo de Viena. Sus advertencias siguieron a un enfrentamiento dialéctico entre
Teherán y Washington por la prueba de misiles balísticos realizada
recientemente por el gobierno iraní que aunque no viola estrictamente el
tratado si lo hace contra el espíritu que late en el mismo. Después de que
Obama en mayo pasado ignorase la prueba de misiles anterior, el régimen iraní
quería saber si Trump estaba en la misma línea. La respuesta oficial de
Washington todavía espera, lo que no es un buen síntoma de un cambio de política
frente a las amenazantes acciones del régimen iraní.
El acuerdo de Viena puede estar lleno de agujeros,
pero también es esencial para retrasar al menos una década el desarrollo
nuclear de Irán y esto es también del interés de Israel por lo que Trump deberá
alternar el palo y la zanahoria en sus relaciones con Teherán.
La estrategia de Trump en Siria, según informó The
Wall Street Journal a principios de este mes, pasa por introducir a martillazos
una cuña en la alianza ruso iraní. Por ahora, el éxito de esta medida parece
poco probable, pero existen algunos síntomas de que esta influencia creciente
rusa puede producir algunos efectos inesperados. Las fuerzas aéreas israelíes
siguen actuando contra Hizbullá tanto en Líbano como Siria con la connivencia
rusa que controla con sus radares y sistemas de defensa antiaérea toda la zona
de operaciones de Israel. Para Israel y para Estados Unidos la creciente
influencia rusa puede ser vital para garantizar la frontera con Siria y evitar
que la ayuda iraní a Hizbullá se mantenga estable. De hecho, el gobierno iraní
ya ha planteado, con las reticencias de los conservadores, reducir de forma
sustancial su ayuda a Hizbullá. Si Rusia reduce la presencia iraní en las
fronteras de Israel y garantiza una cierta estabilidad en Siria, el gran
triunfador sería Israel que se encuentra más a gusto tratando con Putin que con
cualquier otro actor en la región. Pero si la alianza se fortifica y Estados
Unidos no hace nada, la alianza ruso-chiíta llegaría desde las fronteras
occidentales de Afganistán hasta el Líbano y los amenazados serían Turquía y
Arabia Saudita; y si los kurdos obtienen ciertas concesiones de los iraníes, lo
que es muy probable, el escenario sería ya terrorífico.
La caída de
Mosul y su efecto sobre Siria.
La batalla de Mosul ha vuelto a los titulares
después de cuatro meses de ralentización de la ofensiva. Los planes iniciales
eran que todo Mosul estaría liberada antes de final de año, pero los combates
casa por casa y los conflictos entre los atacantes han producido un retraso muy
significativo.
Dos factores perjudicaron la ofensiva. Las fuerzas
de ISIS estaban muy bien preparadas para defender su territorio, contando con
unos 5.000 guerrilleros capaces de operar a través de una extraordinaria red de
túneles que conectan todas las viviendas del barrio antiguo de Mosul; a fin de
cuentas llevan tres años preparándose para esta batalla. Y aunque las tropas
iraquíes ascienden a 60.000, sólo las unidades de élite conocidas como el CTS o
"división de oro", que suponen unos diez mil efectivos, son capaces
de luchar en este ambiente de contrainsurgencia urbana.
Lo cierto es que las fuerzas de élite iraquíes están
sufriendo bajas enormes lo que ha alertado a altos oficiales del Centcom de EE.UU que muestran su
preocupación por el hecho de que una batalla muy larga destruya lentamente la unidad
de la propia y heterogénea División. Si eso sucede, lo que parece probable,
Irak perderá su mejor garantía contra la guerra civil, la única fuerza capaz de
mantener la paz cuando las divisiones sectarias de Irak, temporalmente
amortiguadas por tener que luchar contra un enemigo común, vuelvan a emerger.
La captura por Bagdad de Mosul oriental en
enero de 2017 fue seguida de una paralización de las acciones ofensivas mientras
se preparaban para atacar el centro de la ciudad en poder del Desh. Durante
este periodo y como prueba de las enormes lagunas que existen entre las fuerzas
iraquíes, los atentados del Estado Islámico han continuado por detrás de las
líneas de los atacantes con decenas de víctimas diarias.
Otro mal síntoma de la situación a futuro en Irak es
el hecho de que las milicias de mayoría chiíta nombradas por Bagdad para gobernar
los barrios recuperados de Mosul, han estado actuando violentamente contra los
residentes sunitas de la ciudad. Esta situación inestable, repitiendo el patrón
de áreas anteriores recuperadas al ISIS, es un mal augurio para el fin del
conflicto.
Este elemento sectario a día de hoy es crítico para
el avance contra el Daesh, ya que el gobierno del primer ministro de Irak,
Haider al-Abadi, depende enormemente de las "fuerzas de movilización
popular" (PMF) chiítas, que suponen la gran parte de sus fuerzas armadas
entrenadas y apoyadas por Irán. Las unidades de PMF han sido determinantes en
toda la campaña contra ISIS. Sin su relevante papel, Bagdad estaría hoy en
manos del Daesh. Este sería otro quebradero de cabeza para Estados Unidos a
quien no le interesa una alteración del actual estado de fuerzas en Irak.
Esto nos conduce a una implicación importante para
lo que es probable que sucederá después de Mosul. La operación para tomar el
oeste de Mosul volverá a ser feroz con miles de víctimas. Toda la operación
puede tardar meses en vez de semanas. Pero cuando se declare la victoria, será
el preludio de otros problemas importantes, especialmente a medida que las
unidades del PMF aumentan su influencia en la ciudad.
Dadas estas circunstancias difíciles, el mejor
resultado ahora podría ser que la dirección de ISIS se retirase de Mosul como
una causa perdida. Eso reduciría al mínimo las víctimas civiles en el corto
plazo. Después de eso, el ISIS podría decidir involucrarse en una insurgencia
en gran parte oculta y volver a los años del terror de finales de la década
pasada. Pero por el lado político, el gobierno de Bagdad podría utilizar el
espacio para hacer un intento decidido de llegar a la minoría sunita del país,
ofrecer concesiones, socavar el apoyo al Daesh entre los sunitas y construir in
Irak estable.
La lamentable realidad es que el ISIS casi
seguramente peleará el mayor tiempo posible, para producir las mayores bajas en
el CTS y dejará a Haider al-Abadi aún más dependiente de las milicias chiítas
del PMF. La estrategia del Daesh en Irak pasa por convertir el conflicto en una
guerra civil ente sunitas y chiítas; cuanta más fuerza adquieran los iraníes,
esta narrativa del Estado Islámico podría encontrar más adeptos y entonces
terminaríamos regresando a un escenario que contaminaría a toda la región.
Si eso sucede en la batalla por Mosul, otro elemento
entrará en juego: el compromiso directo de las fuerzas de los Estados Unidos de
involucrarse en el combate terrestre.
Desde el 2014, el despliegue de tropas
estadounidenses en Irak ha aumentado constantemente y en la actualidad unos 5.000
norteamericanos prestan funciones de apoyo logístico e información, de
operaciones especiales y apoyo de artillería. En la actualidad el gobierno
norteamericano pretende elevar este número de manera muy considerable en la
región, como reclama el general en jefe de las tropas americanas en la zona,
Joseph L Votel, que requiere de más tropas en el terreno para apoyar el
eventual asalto a Raqqa y que es probable que reciba una respuesta positiva de
la Casa Blanca.
Trump no puede permitirse que sean Rusia o los
kurdos los que rematen al Daesh para vergüenza de la primera potencia. Esto
puede parecer un asunto pequeño, pero el significado político sería muy
considerable dentro y fuera de Estados Unidos. Si la intervención
estadounidense crece en tamaño y visibilidad se pondría en riesgo el
unilateralismo pregonado al interior por Trump; también la narración de la
agresión norteamericana utilizada por los numerosos enemigos de Estados Unidos
en la región, podría alterar el difícil equilibrio actual. Si no hay un éxito
inmediato en las operaciones militares, le podría saltar una crisis gigantesca
a Trump, ya que vistas las simpatías que acumula, sólo una continuada racha de
éxitos puede salvar su mandato. Llegar a las elecciones de medio mandato con
tropas en guerra en la región y con el Daesh activo, sería un escenario indeseable
para los republicanos.
Por mucha iniciativa de paz de Occidente, lo cierto
es que cada vez estamos más lejos de la paz en Siria y no sabemos si la
estrategia del Daesh de dividir a los iraquíes le dará resultado antes de la
exterminación de su califato. Tampoco sabemos si los turcos decidirán
enfrentarse a los kurdos y si los rusos romperán con los iraníes o qué puede
hacer Trump. Demasiados factores para resolver este sudoku.
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