Con el primer discurso pronunciado ante las Cámaras y ya con el gobierno casi formado después del lento proceso de
confirmación por el Senado, podemos decir que comienza el mandato republicano
encabezado por Donald J. Trump. Aunque con seguridad el discurso no pasará a la
historia de la literatura ni de la oratoria, siendo una suma de frases hechas y
de slogans; es cierto que contiene bastante claves de los ejes de su política.
También nos sirve para entender todo el movimiento “Alt Right” que cobra fuerza
en Europa y con el que comparte muchos argumentos y políticas, salvando las
lógicas distancias entre los dos continentes.
Los ejes de su presidencia, como
ya ha venido anunciado en sus numerosas y a veces tempestuosas declaraciones y
que se manifestaron de forma meridiana en el discurso son:
Una política económica basada en una reducción de impuestos a las
corporaciones. Estados Unidos tiene las tasas impositivas más altas del
mundo un 38,9%, lo que sin duda afecta a la competitividad de las empresas
norteamericanas. Sólo por este motivo puede entenderse la respuestas de la
bolsa de Nueva York desde noviembre. Aunque en su discurso económico menciona
la necesaria reducción de la deuda y del déficit, promesas con las que todos
los republicanos llegan a la Casa Blanca y no hay más que ver las estadísticas
de los últimos mandatos para ver cómo terminan, hay serias contradicciones
cuando se analizan sus políticas públicas individualmente. El segundo pilar de
su política económica es el proteccionismo a la industria norteamericana.
Veremos cómo se pone en práctica esta política y frente a qué mercados. Lo que
es obvio es que el proteccionismo tiene dos herramientas fundamentales, los
aranceles y un dólar más débil; el primero es posible que con tiempo y
paciencia pueda aplicarse, pero si el dólar sigue manteniéndose a los niveles
actuales, lo que es previsible ante el calentamiento de la economía
norteamericana que el pirómano Trump quiere todavía fomentar más, es muy
posible que a pesar de los aranceles siga siendo más barato importar que
comprar productos locales. Todo este ambiente de excitación económica va a
conducir a la FED a una subida de tipos que afectará de manera negativa a la
inversión; al valor de las acciones en bolsa, y continuará presionando el dólar
al alza, de manera que la situación económica podría invertirse de forma muy
acelerada. Gran parte del crecimiento económico de los mandatos de Obama ha
sido gracias a los grandes estímulos monetarios y la FED está convencida que
ahora pueden ser el mayor problema para la economía, por lo que pronto será
objetivo de sus críticas por su oposición a darle al nuevo presidente los
trillones que la FED le dio a Obama para enterrarlos en políticas con escasos
rendimientos económicos.
Lo que Trump no dice es que los
impuestos personales en Estados Unidos son de media diez puntos inferiores a la
media europea. Una reducción de impuestos es una magnífica noticia si viene
acompañada de suficientes recortes que permitan reducir el déficit y la deuda y
que generen un crecimiento del consumo privado, pero si los tipos suben y el
dólar baja y la inflación se dispara con los aranceles de una economía que
compra fuera gran parte de los que consume, el resultado de la ecuación puede
ser muy negativa.
La política social con Trump tiene dos caras y no sabemos todavía cuál
es la real. Su discurso parece estar más cerca de José Antonio Girón que de
un liberal tradicional. Anuncia más protección social con una reforma de los
seguros sanitarios y de los sueldos que acabará resultando tan desastrosa como
el Obamacare; su política va dirigida a los más desfavorecidos de la industria;
la que a su vez quiere reforzar en detrimento de las nuevas tecnologías. Este
es sin duda el principal caballo de batalla. Los republicanos no quieren ni oír
hablar de un sistema de protección que suponga la crisis del sistema financiero
de los estados y del gobierno federal pero al final el coste de los anuncios
paternalistas de Trump supondrán mucho más gasto. O bien está engañando a todo el
mundo y realmente se volverá al sistema anterior a Obama o estamos ante un
sistema mixto mucho más costoso para el contribuyente americano. No va a ser la
política migratoria ni de seguridad los ejes de estos cuatro años; aquí es
donde estará servido el gran debate sobre el que se valorará al presidente
dentro de cuatro años. Entre las medidas presentadas aquellas que tienden a la
liberalización de las fronteras de las aseguradoras limitadas a los estados
abrirá nuevos horizontes para abaratar precios, el caballo de batalla del nuevo
presidente. Con un sistema de apoyos económicos basados en deducciones de
impuestos y ayudas públicas se pretende que todo el mundo pueda costearse un
seguro. El único cambio con respecto a Obama es que si antes eran los que tenían
seguros los que iban a pagar a los que no lo tienen mediante el incremento de
sus pólizas, ahora se pretende que sea el gobierno el que transfiera recursos
para que cada ciudadano tenga el seguro que prefiera. Es decir lo que Trump
ofrece es un cheque médico para todos los que no tienen ahora un seguro. Me
temo que bajar los precios a un lobby tan fuerte no será tan fácil como
incrementar los gastos públicos de salud, por lo que creo que el resultado será
muy negativo especialmente hasta que los precios se reduzcan, si es que ocurre.
Una política de seguridad que pone el acento en la inmigración latina
como la causante de todos los males de la nación y que justifica la
terminación del muro con México. Ésta es otra gran mentira de Trump sobre la
que justifica sus tintes racistas. Los destinatarios de los discursos fuera de
tono contra determinadas minorías no son las personas más capaces o tranquilas,
sino personas que viven inmersos en un estado de odio que solo falta que alguien
avive para que sean incontrolables; y así se explican algunos recientes ataques
contra intereses judíos que han sido duramente condenados por Trump al comienzo
de su discurso. Creo que el presidente necesita amortiguar este tipo de
declaraciones para apaciguar los conflictos existentes en lugar de encenderlos
aún más, salvo que sea ese su objetivo, que realmente no lo creo.
Según las estadísticas, que Trump
dirá que son fake, como todo aquello
que no le gusta, del FBI y para el año 2015,la población blanca americana que
supone el 63% de la población, cometió el 68% de las violaciones y agresiones
sexuales y el 64% de los robos agravados cometidos en todo el país. La
población afroamericana que supone el 12,2% supuso el 26,6% de todos los arrestos y el 51% de los
arrestos por asesinato y crímenes violentos. Por su parte la población latina
que supone el 16,5% de la población cometió el 18% de los delitos. Es decir que
es el falso que los latinos sean más criminales o más violentos como para crear
una oficina de atención a las víctimas de delitos cometidos por inmigrantes,
salvo que la inspiración sea racial. Es más entre las personas de ingresos
medio y bajos, la población latina tiene unos índices de delincuencia 10 puntos
por debajo de la población blanca. En términos de seguridad, el mayor temor es
por la protección de los derechos civiles que una parte de la población siente
amenazados por las declaraciones y acciones del presidente, mientras que otros
aplauden dichas medidas generándose un ambiente de conflicto que no es nada
positivo para un país que va a sufrir una radicalización desconocida desde
comienzos de los sesenta por ambos lados.
Lo que Trump está practicando es el bullying contra los latinos
para que le sirvan de chivo expiatorio de sus errores, pero se equivocan los
que piensan que con este acoso se reducirá su poder o influencia. Si alguien va
a trabajar en Estados Unidos para las infraestructuras; si alguien va a
beneficiarse de las políticas de salud públicas que impulsa el presidente; si
alguien se va a beneficiar más de las excedencias maternas son los latinos y
latinas que viven legalmente en Estados Unidos, lo que va a generar una gran desafección
en parte del electorado republicano que votó por Trump.
Una política exterior y de seguridad que de momento se basa en
incrementar el gasto en defensa, aunque presumo que la gran parte se irá para
veteranos y sueldos, tal como ha venido anticipando en estos meses. El
compromiso con la OTAN e Israel perece firme aunque se insiste en una mayor
solidaridad. Pero no ha aportado nada sobre Siria o Rusia, ni siquiera sobre
Corea del Norte. Apenas una mención a Irán por si desarrollo nuclear, pero de
una manera tangencial. No se entiende el doble lenguaje de aumentar el gasto
militar para ganar más guerras si no se habla de los conflictos reales. Decir
que ha instruido al Secretario de defensa para demoler al Daesh suena a cómico,
cuando a día de hoy no hay ninguna estrategia más que continuar dando soporte a
las tropas locales y ejecutando acciones selectivas.
Las restricciones migratorias
tienen poco que ver con el terrorismo como ya ha quedado demostrado comparando
el origen de los terroristas que han actuado en el país en los últimos veinte
años y no vana contribuir a tener más seguridad además de hacer mucho más
difícil la vida del norteamericano que usa los aeropuertos como nosotros usamos
el autobús de la EMT.
Respecto del plan de infraestructuras hemos oído lo mismo que dijo
Obama hace ocho años, pero sin duda con mucho menos ambición que el plan de
independencia energética que tan excelentes resultados ha dado. Se habla de un
trillón dólares, es decir un de un billón de millones, de acciones en
carreteras, aguas, medio ambiente etc. Veremos si con una política fiscal más
laxa y con fuertes presiones para incrementar el gasto en determinadas partidas
hay encaje para un amplio programa de infraestructuras que constructoras
europeas esperan como agua de mayo para suplir las carencias de la demanda en
Europa y la ausencia de grandes constructoras en Estados Unidos; por mucho
“hire American” lo cierto es que será difícil encontrar obreros y empresas norteamericanas
para trabajar en ese vasto plan de infraestructura cuando la tasa de paro es la
menor en muchas décadas.
En definitiva el partido
republicano que aplaudió con gran entusiasmo a su presidente para reforzar su
imagen de liderazgo ha optado por alejarse de las tesis conservadoras y
reduccionistas del poder de Washington que representa el Tea Party; también se
ha distanciado de los conservadores religiosos entre los que los latinos son
una parte muy considerable y ha optado por el republicanismo tradicional
fuertemente nacionalista y proteccionista remontándose al republicanismo del
siglo XIX y comienzos del XX.
Entre los muchos enemigos que
tiene Donald Trump, el principal es él mismo. Es capaz de arruinar todos los
buenos mensajes de este discurso en la siguiente declaración. Debe pasar de dar
órdenes a legislar. Deberá poner de acuerdo a lobbies muy diversos que serán
contrarios a muchas de sus propuestas y además debe presentar un proyecto de
presupuesto que se ha comprometido entregar a mediados de marzo aunque me temo
que no será hasta abril. La fundación Heritage que es uno de los think tanks más influyentes en la actual
administración, ya presentó una propuesta con medidas muy similares a las que
ha mencionado Trump, especialmente reduciendo gastos relacionados con el
“incierto cambio climático” y con una rebaja de impuestos para las clases
medias. El nuevo presupuesto deberá a su vez establecer un régimen transitorio
para Medicare y Medicaid e iniciar su ambicioso plan de infraestructuras. Se
trata de un estudio muy técnico y que sin duda tiene grandes atractivos pero
que tendrá que pasar el filtro de la política en los próximos meses. Para el
proceso de discusión presupuestaria no le van a valer sus frases hechas, va a
tener que remangarse y negociar. Ahí veremos donde está el verdadero Trump.
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