domingo, 25 de febrero de 2024

LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 5.0.

 LA REVOLUCION INDUSTRIAL 5.0.


Habitamos en un convulso mundo en el que conviven la IA, IoT, Fornite y los avances en biotecnología y en medicina personalizada, con el hambre, la sequía, la guerra, las pateras, la mortalidad infantil en África y los Gulag del Ártico. Nunca en la historia se había ensanchado tanto la distancia entre el bienestar y el malestar. La cuestión a dirimir es si el primero prevalecerá como el Renacimiento en Florencia surgió de la oscuridad o si el malestar se impondrá como ocurrió con la caída del Imperio Romano.

Estos avances son producto de la innovación, que es algo muy reciente en la historia de la humanidad. Sin ella, viviríamos en las cavernas todavía. Fijémonos en solo dos datos para entenderlo. Entre el nacimiento de Jesucristo y la aparición de la máquina de vapor en la segunda mitad del siglo XVIII, el PIB per cápita, es decir la riqueza de los habitantes del planeta, no creció. Es cierto que hubo descubrimientos e inventos significativos, pero nada sustancial ocurrió que mejorase la vida de las personas. La energía necesaria procedía del viento, el agua, los animales o la fuerza del hombre como en el neolítico. Otro dato muy relevante: entre el año 1 y el año 1800 la población mundial creció en 800 millones de personas, y en los 220 años siguientes, en 7.402 millones. La historia de este impresionante cambio es la de las revoluciones industriales. 

La primera revolución industrial, nacida a finales del siglo XVIII en Inglaterra, estuvo asociada a la máquina de vapor y por tanto a una fuente de energía generable y controlable que permitió, por ejemplo, el nacimiento de las máquinas para la agricultura, la industria textil o del vidrio, del ferrocarril y provocó el nacimiento de las sociedades urbanas.

El siguiente paso hacia la industria manufacturera entre 1871 y 1914 nació de la energía eléctrica y del petróleo y se denominó Industria 2.0, que permitió una transferencia más rápida de personas, entre sectores y territorios, y de ideas innovadoras, gracias a la aparición de nuevos medios de transporte y comunicaciones y el lanzamiento de la producción a gran escala. Esta segunda revolución se extendió hasta l970 y concedió a la actividad industrial el papel primordial de las economías modernas. 

La Industria 3.0, conocida como la revolución de la sociedad de la información, comenzó en los años sesenta con la boom de los circuitos integrados, aunque nació en los años cuarenta con la invención del transistor. Hoy un chip puede contener más de 10.000 millones de transistores lo que ha permitido una electrónica muy miniaturizada. La informática revolucionó el tratamiento de la información e introdujo la robotización de las fábricas permitiendo fabricar más cantidad y más deprisa, sin entrar en ninguna otra consideración. 

La actual Industria 4.0 se caracteriza por la convergencia de las esferas física, digital y biológica y está impulsada por las tecnologías digitales y la convergencia de tres poderosas fuerzas: internet, e-commerce, y el desarrollo de nuevas tecnologías (IA e IoT).

El éxito de la cuarta revolución industrial ha radicado en una combinación de tecnologías tales como: Internet de las cosas (IoT), Big Data, Inteligencia Artificial (IA), computación en la nube y perimetral, gemelos digitales, robótica avanzada, ciberseguridad, automatización, impresión 3D, que han transformado toda la actividad productiva, y mucho más importante, los hábitos de los consumidores.

La explosión de la revolución 4.0 ha sido tremenda en los últimos veinte años. En la actualidad, de las 100 empresas con mayor capitalización bursátil, un tercio, que representa el 50% del valor total, están relacionadas con las tecnologías de la información. Ninguna de las 10 empresas actuales más grandes existían o eran relevantes en 1990, cuando las 10 grandes compañías de la época tenían un valor total era de 315.260 millones de dólares, hoy esas 10 empresas valen 2.468.040 millones de USD, menos que Apple o Microsof. Las big 5 de las IT han pasado de un valor de 3.068.910 millones de dólares en diciembre de 2018 a 10.506.000 millones de dólares en diciembre de 2023. 

La expansión ha sido tan rápida y tan fácil que todo el planeta está imbuido del fenómeno de la conectividad y las apps. Basten algunos datos para atestiguar el impresionante fenómeno. El estadounidense medio consulta su teléfono 262 veces al día y existen en el mundo 6.500 millones de usuarios de teléfonos inteligentes y a finales de la década serán 8.000 millones, o sea todo el planeta.

Sólo en 2021 se lanzaron 2 millones de nuevas aplicaciones. Cada año se descargan 255.000 millones de aplicaciones móviles en todo el mundo. El gasto en publicidad móvil asciende a más de 350.000 millones de dólares y hay más de 2.600 millones de usuarios de juegos para móviles en todo el mundo y se espera que este mercado supere los 116.000 millones de dólares este año. Asia con 1.300 millones y Europa con 550 millones de usuarios lideran el ranking mundial.

Sin embargo, la cuarta revolución industrial implicó una enorme deslocalización de la industria hacia países emergentes con costes más bajos y menores restricciones medioambientales. El gran desarrollo de países como China, Taiwan o Singapur no tiene que ver con la demanda interna sino con las exportaciones de productos y servicios para una demanda occidental que se benefició de unos precios muy competitivos. Miles de empresas desplazaron sus centros de producción a China o Corea; desde los semiconductores al textil, descapitalizando a la sociedad europea, que se empobrece a pasos agigantados. Si antes los ingenieros debían estar en las fábricas o en las obras públicas, ahora trabajan desde Bangalore para todo el mundo con sueldos de 500 dólares. El brutal aumento de la capacidad adquisitiva y los nuevos hábitos individuales, han revolucionado el mundo de los viajes con una huella medio ambiental muy negativa para el ecosistema en el que habitamos.

La quinta revolución industrial, en ciernes, consiste principalmente en la apuesta por las industrias de valor, centradas en el ser humano y en la interconexión eficaz entre procesos, sistemas y máquinas. Este nuevo hito ejercerá un papel clave en la aportación de soluciones a los problemas que experimenta la sociedad, tales como: el cambio climático, el desempleo por la automatización de procesos, la falta de recursos, etc.

La quinta revolución industrial promueve una producción más sostenible y centrada en la persona. Además, permite que tanto los empleados como las empresas mejoren su productividad, sean más eficientes y afronten con mayor resistencia las situaciones adversas. Este nuevo paso se enfoca en una mayor y mejor colaboración entre el humano y la máquina. Una idea que ha ganado impulso en los últimos años, en parte porque se alinea con una nueva visión refrescante y a la vez alarmante sobre los negocios y la economía. Enfatiza la importancia del valor social, en lugar de la ganancia, de manera que las nuevas industrias deberán liderar las transiciones humana, digital y verde. 

No hay duda de que las industrias son muy importantes para la economía de un país. Crean empleo, contribuyen al PIB, aportan innovaciones y proporcionan servicios y productos para que la gente los consuma. Pero la forma en que operan es perjudicial para el planeta. La industria manufacturera y de producción consume el 54% de las fuentes de energía del mundo y es responsable de una quinta parte de las emisiones de carbono. El paso tan rápido de la tercera a la cuarta revolución ha generado un gap enorme en cuanto al talento y los procesos. La educación que hemos recibido la gran mayoría, los procesos administrativos, las relaciones laborales, la gestión de costes, y un largo etc. están basados en el caducado modelo de la tercera revolución industrial, y esto amenaza el modelo de vida y el liderazgo occidental frente a economías más dinámicas que han dado el salto mucho más rápidamente.

La Industria 5.0 está lista para regresar a los días anteriores a la industrialización, cuando los productos hechos a mano eran realizados por personas que conocían el proceso personalmente y les daban un toque humano. Este nuevo paradigma supondrá una involución respecto de la producción en masa que hemos conocido a lo largo de todo el siglo pasado.

Pero no hay revolución industrial sin un soporte de tecnologías disruptivas, y esta nueva se asienta en los descubrimientos que la ciencia está realizando: sistemas autónomos inteligentes; materiales inteligentes que se repararán solos como el cuerpo humano; creación y regeneración de órganos y medicina personalizada; inteligencia artificial sólida ya sea general o superinteligencia que superará a la de los humanos permitiendo que la máquina pueda reemplazar al hombre en todas las tareas y procesar información de manera infinitamente más precisa y compleja; robots colaborativos con el hombre; cuántica en la nube que permitirá procesar una información casi infinita que nos abrirá posibilidades que hoy nos resultan remotas; la explotación del espacio; el hidrógeno como fuente inagotable de energía; y la fotónica que revolucionará campos como la diagnosis y tratamiento de enfermedades, el desarrollo de fuentes de energía como la fusión y la implementación de soluciones de Smart farming, por citar algunos campos. Todo un catálogo de tecnologías disruptivas que modificarán nuestra forma de vida como nunca antes.

Las principales características de esta nueva revolución se pueden resumir en las siguientes:

Fabricación autónoma. Los beneficios de la fabricación autónoma son muchos. Aumentarán la productividad y reducirán los costes al eliminar las tareas repetitivas que se podrán programar sin conexión y ejecutarse por sí solas. Las máquinas pueden trabajar 24/7 sin descansar, lo que aumentará la producción. A medida que la automatización 5.0 mejore la productividad, los trabajadores se centrarán en tareas estratégicas y en las que el trato humano sea productivo y eficiente o moralmente necesario, mientras que los robots manejarán tareas mundanas y repetitivas. 

Experiencia del cliente. El futuro de la experiencia del cliente está cambiando rápidamente, y es fundamental para cualquier empresa mantenerse al día. Ya no es suficiente ofrecer un gran producto o servicio a un cliente satisfecho. Las empresas deben diferenciarse ofreciendo una mejor experiencia. A medida que el mundo se vuelve cada vez más competitivo, un enfoque basado en la experiencia del cliente es un diferenciador cada vez más importante para las marcas. El boca a boca viaja rápidamente y las expectativas de los clientes están aumentando de forma exponencial, de tal forma que una mala experiencia de un cliente puede ser muy costosa.

Hiperpersonalización. Cada vez más, los consumidores demandan productos y servicios personalizados y únicos para ellos. Las nuevas tecnologías de fabricación están en el corazón de la Industria 5.0, donde las empresas utilizarán las últimas innovaciones para satisfacer las necesidades de cada individuo. Las nuevas tecnologías evolucionarán de la gran línea de producción homogénea a la fabricación personalizada de grandes cantidades.

En la era de la hiperpersonalización, es importante recordar que el trato y la atención humanas no pueden ser reemplazados siempre por la tecnología. Las empresas deben ser capaces de combinar una mezcla de toque humano y una variedad de tecnologías para satisfacer las necesidades únicas de los clientes.

Cadena de suministro receptiva. Una cadena de suministro receptiva es un enfoque comercial flexible que está diseñado para satisfacer las demandas de una amplia gama de empresas y que podrá ajustarse rápidamente a los cambios en la demanda, el volumen de producción o el clima. Esto implicará la colaboración con nuevos socios, como proveedores de servicios logísticos y minoristas, para aumentar la flexibilidad y reducir los costes a lo largo de toda la cadena de suministro. 

Resiliente. En el mundo actual, la capacidad de una empresa para sobrevivir y prosperar en un mundo en constante cambio es fundamental. Es una habilidad necesaria para integrar al hombre y la máquina en un ecosistema empresarial cada vez más complejo y diversificado. En un entorno tan inestable, las organizaciones deben ser capaces de planificar las posibles interrupciones de su cadena de valor, cadena de suministro y canales de transporte. De hecho, los beneficios de la resiliencia en la Industria 5.0 se deben sentir en cada parte de la cadena de valor de una empresa.

Sostenible. Esta nueva revolución proporciona un lenguaje común para discutir temas como el valor social, la contaminación y el agotamiento de los recursos. Teniendo en cuenta los enormes y graves efectos apremiantes del cambio climático y el calentamiento global, los enfoques sostenibles se están convirtiendo en una prioridad ineludible.

Artesanía (toque humano). Hay muchos beneficios que tienen que ver con disponer de una fuerza laboral calificada en la industria 5.0. Cuando los trabajadores están bien capacitados y saben cómo hacer su trabajo correctamente, pueden producir productos de alta calidad y darles un toque personal convincente. Esto también conduce a menos errores y menos tiempo dedicado a corregirlos, lo que a su vez ahorra dinero para la empresa. Los beneficios de la artesanía van más allá de la apreciación estética. La actividad puede fomentar una necesaria comunidad y las amistades, que sustituirán a los impersonales ecosistemas industriales actuales. La elaboración artesanal implicará una salida creativa e incluso puede crear apoyo emocional en las personas de la cadena de valor. En general, tener una fuerza laboral calificada aporta creatividad y es un factor clave en el éxito de cualquier empresa.

En un mundo que sufrirá tensiones medioambientales y demográficas hasta finales de siglo, Europa necesita adelantarse a este fenómeno ya que será la primera en sufrir de forma acelerada la reducción y envejecimiento de población y los modelos tradicionales no servirán para resolver estos nuevos retos. De ahí la relevancia de adaptarnos cuanto antes a este nuevo hito de la historia económica y tecnológica.


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