lunes, 23 de septiembre de 2024

ISRAEL NO MATTER HOW

 

Israel, 'no matter how'

Sin duda, el ataque a los beepers y radios de Hezbolá ha sido la acción más determinante y efectiva de la historia reciente.


Bombardeos israelíes en el sur del Líbano. | Cordon Press / CHINE NOUVELLE/SIPA/2402080851

Una vez, hace ya algunos años, preguntaba a alguien dos dudas que me asaltaban en relación a las operaciones de Israel contra sus enemigos. ¿Cómo recibía el Mossad instrucciones políticas? y ¿qué grado de atención le prestaban los primeros ministros a los operativos? Según me explicaba, el director del Mossad está entre los primeros en ser recibidos por el primer ministro y desde 1947 recibe la misma lacónica orden: "defender el estado de Israel, no matter how". Por regla general nadie del gobierno quería saber nada más, por seguridad y por mantener una distancia moral con los acciones, como una especie de seguro político. A la segunda cuestión, contestó que en la historia apenas dos primeros ministros gustaban de saber más sobre las operaciones y su desarrollo, Isaac Rabin y Levi Eshkol.

La historia del estado de Israel está llena de historias de una osadía y complejidad únicas que han contribuido a crear un sentimiento mezcla de admiración y miedo, pero que han mejorado de forma crítica la seguridad colectiva de Occidente. Desde el robo de aviones de Dasault en Francia que estaban bloqueados por el gobierno de De Gaulle a la firma de un contrato secreto entre Marcel Dassault —uno de los artífices de la existencia del Estado de Israel, claro que también armó a sus enemigos— para fabricar aviones Mirage que nadie sabe cómo y con qué apoyo fueron ensamblados allí, dando lugar al nacimiento de Israel Aircraft Industries. El secuestro de Eichman, la Operación Entebbe, la venganza contra los atentados de Múnich, llevado al cine por Spielberg, la contaminación con el virus stunex de las centrifugadoras que preparaban el combustible nuclear en Irán, la muerte del líder de Hamás y responsable de los ataques suicidas, Yahya Ayash en enero de 1996 haciendo explotar su teléfono, el asesinato con una ametralladora automática manejada a 1.600 kilómetros de su objetivo de Mohsen Fajrizadé, el director del programa nuclear iraní, y la muerte de Ismail Haniya con una bomba en su casa en Irán recientemente, que llevaba meses esperando que por las cámaras de seguridad de la vivienda apareciera la cara del siniestro ocupante.

Pero desde el punto de vista de la preparación, la complejidad de su desarrollo y sus consecuencias, sin duda, el ataque a los beepers y radios de Hezbolá, ha sido la acción más determinante y efectiva de la historia reciente.

Controlar los movimientos de los grupos terroristas aplicando la tecnología de comunicaciones ha sido una constante de todos los servicios secretos y por la misma razón, el Mossad ha sido pionero y líder en la aplicación de cada nueva tecnología que aparecía en el mercado. Existen diversos antecedentes inmediatos que demostraban este interés de Israel en los móviles para localizar o hacer explotar dispositivos, por lo que este ataque cobra mucha más importancia por las debilidades que presenta, al ser plenamente conscientes los terroristas de las intenciones de Israel.

Esta es una operación que se debió iniciar hace cuatro años y a la que se asignaron ingentes recursos, aun sabiendo que la probabilidad de fracaso era muy alta.

El primer paso fue convencer a los fabricantes de equipos muy reconocidos y nada sospechosos, en países más o menos lejanos de la órbita de las grandes potencias con intereses en la zona, de adquirir derechos de producción bajo licencia. Para dar confianza a los terroristas, debía tratarse de marcas muy conocidas para no levantar sospechas. Después de años de comprar equipos seguramente para su venta en Wallapop, el Mossad dio el primer paso, obtener a través de empresas pantallas de las miles que tiene el Mossad distribuidas por todo el mundo la licencia de fabricar. En el mundo de la externalización, nadie iba a prestar atención a dónde se fabricaban los equipos que no encierran ninguna tecnología especial.

Aunque hemos visto que la cantidad de explosivo altamente sofisticado era pequeña, unos 40/50 gramos por aparato, sumamos más de trescientos kilogramos de explosivos en total, lo que solo están al alcance de gobiernos y me lleva a pensar que los equipos fueron construidos en Israel o en un país en el que pudieran saltarse los controles de seguridad.

Pero esto era solo el inicio de la compleja operación. En segundo lugar, había que generar la convicción en los grupos terroristas de que era más seguro utilizar buscas y aparatos de radio tradicionales, que se escapan al control de las nuevas tecnologías. Esto requiere de algunos ingenieros al interior de la organización que convenzan a los líderes de cambiar todo el sistema de comunicaciones. Es decir, la persona que convence a los líderes y que se encarga de elegir los equipos forzosamente debería ser parte del plan, ya lo fuera conscientemente o por una suculente comisión, lo que no resulta extraño, teniendo en cuenta que estamos hablando de bandidos.

Solo faltaba encontrar un proveedor a la medida de un grupo terrorista, que quedara fuera de los controles de movimientos bancarios ligados a Irán o a la organización terrorista, que fueran marcas reconocidas y que asegurase la discreción. Y aquí aparece BAC, la empresa pantalla sin empleados húngara licenciataria de Golden Apollo. Disponen seguramente de capacidad para sacar del sistema de control internacional los pagos a compañías de los terroristas y, conchabados con el comprador, que se llevaría una suculenta comisión y una nueva vida, cierran el círculo y no dejan sospecha alguna.

Suministran los 5.000 ingenios con los explosivos y una ver saben que están repartidos entre los destinatarios, hay que actuar pronto porque cualquier fallo en un solo dispositivo, podría desvelar toda la trama. Después de dejar unos días a los nuevos sistemas para dar confianza a los usuarios, la operación se activa. Pero no solo llevarían los equipos explosivos, sino localizadores, de tal manera que hay un efecto indirecto mucho más peligroso e importante para Israel, la localización de las bases, lanzadores, cuarteles, arsenales etc. Durante días han tenido localizados a los miembros más prominentes de la organización que son los únicos que podrían relacionarse con otras células.

Comentaba el miércoles por la mañana que seguramente otros aparatos de comunicaciones estarían ya infectados, y como era de libro que comenzarían a sospechar de todos, no podían dilatar más la segunda parte de la operación con los walkies talkies, y bingo, el jueves se pasaba a la segunda fase.

De golpe ha dejado a miles de efectivos de Hezbolá de primer nivel, que son los que están comunicados con el resto de la organización y con el mando, fuera de juego. Momento perfecto para una acción militar. Han desvelado mucho sobre la distribución de fuerzas, su estructura, sus cuarteles, escondites etc. Solo saber dónde ha explotado cada beeper es una información de un valor militar incalculable.

Otro dato que, aunque conocido, se corrobora es que el embajador iraní en Líbano forma parte de la cadena de mando de Hezbolá, lo que evidencia que Irán dirige la guerra contra Israel para atender a sus intereses estratégicos, para los que Gaza, Cisjordania y Líbano son meros instrumentos. Esta directa relación demostrada debería concluir en una acción militar y diplomática definitiva contra Irán. Si no lo hacemos, y Putin ya está negociando un acuerdo nuclear con Irán con el uranio que, en virtud de unos acuerdos incomprensibles fue llevado a Rusia, podemos tener la absoluta seguridad de que la tercera bomba nuclear utilizada contra la población sería lanzada por Irán y contra Israel. Seguramente después serían fulminados, pero cuando uno actúa pensando en la otra vida y movido por razones sobrenaturales, es capaz de las mayores locuras. Esta es la razón más de peso para continuar apoyando militarmente a Israel, su enemigo es el nuestro, y no podemos dejar a la parte más débil y expuesta de Occidente al albur de los deseos de los ayatolás.

Israel, que tiene a medio millón de israelíes trasladados al sur y centro del país en campos de refugiados o familias de acogida desde hace un año, tiene una ventana pequeña para destruir la capacidad militar de Hezbolá en Líbano. Esta acción es imprescindible para la seguridad de Israel y para terminar con el conflicto en Gaza, que en definitiva solo sobrevive gracias al apoyo iraní. La situación en Líbano ayuda, ya que una buena parte del ejército libanés es contraria a la presencia del grupo chiita de Hezbolá, el mayor ejército privado del mundo, y en especial los drusos, que son una parte muy importante de la alta oficialidad del Líbano.

Desde el principio, critiqué la presencia de Naciones Unidas en el sur del Líbano, es una operación que no ha servido para nada concreto, salvo para impedir el derecho de defensa de Israel, porque no ha sido capaz de desarticular ninguna base de cohetes en Líbano, tampoco ha sido nada exitosa la misión en el Sinaí, que sigue siendo tierra de contrabandistas de todo tipo. Dos misiones que perjudican el derecho de autodefensa de Israel, pero que no han podido detener a los terroristas apoyados por Irán.

Son guerras de supervivencia, donde los terroristas solo buscan la destrucción de Israel, y ante una amenaza de semejante tamaño, la defensa pasando al ataque será la más efectiva de las acciones. Actuar a reacción, como hemos visto en Gaza, ha devenido en un conflicto terrible para todos.

Irán se encuentra en una encrucijada: debe decidir si pone el freno a Hezbolá para evitar un daño mucho mayor y un descrédito evidente, o se lanza a una ofensiva de los cuatro países de la coalición: Irán, Siria, Líbano y Yemen, que justificaría una acción militar occidental para destruir la amenaza estratégica que supone Irán para todo el mundo. La consecuencia más importante es que descabezada Hezbolá y reducida su capacidad militar, las posibilidades de alcanzar una paz en Gaza crecerán de forma muy significativa. Pero quedará por resolver la cuestión estratégica con Irán y esto ya implica a muchos más actores.

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