Entre Venezuela y Siria coinciden muchos elementos. Un poder
que se aferra al uso de la violencia contra su pueblo apoyado en una minoría
bien adoctrinada y dispuesta a morir matando. Un gobierno basado en la
corrupción y en la manipulación de la ley a su antojo. Un país hundido en la
miseria, característica bastante común a los regímenes marxicorruptos, (es una evidencia
histórica que ningún régimen marxista en la historia de la humanidad ha tenido
unas bases y objetivos diferentes que la corrupción y el autoritarismo para
asegurar el monopolio del poder y de los privilegios) a base de esquilmar la
riqueza del país para ser repartida no entre los que lo necesitan sino entre
los que detentan algún tipo de poder político, administrativo o económico. Cada
vez que alguien me habla de acabar con las desigualdades me echo a temblar,
esperando al igualador que se quedará con mi esfuerzo y mi cartera.
También debe destacarse, como
ocurrió en Siria durante los primeros años del conflicto, la indiferencia de la
mayoría de los países democráticos ante la inevitable guerra civil a la que se
encamina Venezuela. Si han sido años de estabilidad y de paz los anteriores con
esas cifras de muertos, no quiero ni imaginar los cientos de miles de víctimas
que podría acarrear un conflicto civil armado.
Pero en Venezuela sí hubo unas
elecciones democráticas que otorgaron una clara mayoría a la oposición que
ahora se ve amenazada en las calles y en sus casas; sus líderes secuestrados
por el aparato gubernamental; sus resoluciones derogadas por un tribunal nombrado
por Maduro, un matón de cocheras que ya ha dejado claro que no va a ceder ni a
la fuerza de los votos ni a la ley. El mandato del pueblo venezolano no se
puede ejercitar por el empleo de la violencia del régimen, esa es la auténtica
realidad.
Venezuela es un país inmensamente
rico donde hace años no hay pañales en las tiendas, ni leche en los
supermercados, ni compresas, ni preservativos; ahora no hay ni luz y apenas el
agua resulta potable. El sistema de salud de Venezuela está colapsado sin
medicamentos y sin los más elementales criterios de higiene. La miseria está
desparramada por todo el país, y aquéllos que encumbraron a Chávez para que les
sacara de la miseria, ven como ahora la nueva casta dirigente tiene sus aviones
privados listos para despegar en Caracas y sus fortunas en el extranjero. En
definitiva que el escenario no es muy diferente al de la Siria de Asad, si no
fuera por una terrible realidad, Venezuela se asienta sobre el mayor mar de
petróleo del mundo. El ejército de Venezuela como el de Asad está alineado con
el poder y se convertirá si Maduro se siente amenazado al igual que Asad en su
herramienta de involución. Pero me temo que la fidelidad de los generales
sirios a Asad es religiosa y la de los venezolanos a Maduro no es tan sólida
Churchill decía que un país es democrático
si alguien llama a las cuatro de la mañana a tu casa y resulta que es el
lechero. Esto es lo último que pensaría una venezolana, que alguien le va a
llevar leche a la casa. Pero en Venezuela no pueden llamar a las casas porque
muchas no tienen timbre o puerta. Y no hace falta que sean las cuatro de la
mañana para que te secuestre el aparato del estado ya que lo hace a plena luz
del día aunque se trate del alcalde de la capital, porque la impunidad reina en
todo el país auspiciada por el gobierno y sus fuerzas represoras.
Pero ¿ Por qué la industria
petrolera y en general la economía no funciona desde hace ya muchos años?,
porque los gestores se han ido del país. Los que pueden sacar a Venezuela del
caos, en una inmensa mayoría son destacados ejecutivos de empresas
norteamericanas o europeas y sus conocimientos de ingeniería son subastados a
muy alto precio por las petroleras de todo el mundo. Lo que sobra en Venezuela
es el régimen chavista y la misión de la comunidad internacional es devolver lo
antes posible la legitimidad democrática al país. Porque lo que no habrá en
Venezuela es un referéndum revocatorio salvo que sea gestionado y computado por
el gobierno. El mundo libre no puede dejar a los venezolanos abandonados a su
suerte, no es propio de los valores que defendemos. Hay que instar un proceso
pacífico de cambio inmediato y la comunidad internacional ya tarda en ponerse
las pilas.
Sin embargo ni Maduro ni el
chavismo tienen la fuerza de antes. No va a ser la oposición la que termine con
el régimen sino sus supuestos incondicionales. En toda comunidad siempre hay un
Judas, y los que traicionarán a Maduro están muy cercanos; muchos de ellos
todavía escuchan con atención sus interminables arengas de barrio y les
aplauden mientras cocinan su caída y conviven en el palacio de Miraflores. Pero
con la miseria ni la propaganda es posible. De qué le sirve a Maduro controlar
la televisión si nadie puede enchufarla. Le escuchamos más en Europa que en
Venezuela y así no se sostiene un régimen autoritario
Muchos de los beneficiados del régimen
no quieren ser arrastrados en su caída y no tienen ningún motivo para que
Venezuela se aboque a un conflicto civil y esperan que la oposición no les pase
factura por aferrarse hasta el final. De los millones de seguidores de Nuremberg
a la soledad del bunker de Berlín hay un abismo, pero estas cosas ocurren muy a
menudo, Nicolás.
España debe tomar un papel muy
activo en impedir que Venezuela caiga en el abismo. Cuba también debe ser un
partícipe activo del cambio. Si Cuba quiere ser reconocida internacionalmente
debe también luchar por la paz y prosperidad de Venezuela. La comunidad
iberoamericana tampoco puede permanecer al margen y debe terminar con los
dobles lenguajes. El régimen marxicorrupto no es ni populista, ni socialista,
ni protege al pueblo más desfavorecido, ni contribuye al fortalecimiento de las
libertades, ni genera confianza, ni prosperidad, ni riqueza, sólo muerte,
desesperanza y desolación. No puede haber ningún país de América Latina que se
solidarice con Maduro, con sus políticas y consecuencias, porque si lo hacen serán
responsables morales, de lo que pueda acontecer en Venezuela en las próximas
semanas.
1 comentario:
Muy acertadas sus conclusiones. Lo que vivimos en Venezuela es una carrera acelerada hacia el abismo y la inmensa mayoría de la sociedad ya desea tocar fondo para empezar la reconstrucción del país. Gracias por su aporte y ese llamado a la comunidad internacional.
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