sábado, 4 de junio de 2016

HACE CIEN AÑOS NACIÓ ORIENTE MEDIO



El cinco de junio de este año se celebra un centenario que no se puede dejar de soslayo para todos los que quieran entender los acontecimientos  que han ocurrido en Oriente Medio en las últimas décadas. Hace cien años los árabes de la Meca con el apoyo, más bien instigamiento del gobierno británico, iniciaban lo que se ha llamado “la gran revuelta” contra el Imperio Otomano que había tomado partido por las potencias del Eje en la Gran Guerra.

Los objetivos eran muy claros, crear un estado árabe desde Alepo en Siria hasta Aden en Yemen; es decir en toda la península arábiga. Esta rebelión comenzó precisamente el cinco de junio de 1916 por el jeque y guardián  de La Meca, Husayn ibn Ali, que dio lugar a un reino muy efímero. ya que apenas al acabar la Guerra las potencias colonialistas, aprovechándose de la debilidad de los nuevos reinos, refundaron el mapa de la región. Pero se habían echado las semillas de lo que acontecería en las siguientes décadas.


Aunque los jóvenes turcos que tomaron el poder en Turquía intentaron fomentar un panarabismo global liderado por la nueva Turquía, la cultura árabe vivía un renacimiento cultural, en Francia y Egipto especialmente. Los jóvenes turcos estaban más inspirados por los acontecimientos de Alemania que por respetar el mundo árabe, sus tradiciones e historia  por lo que las ambiciones en la región del Imperio turco eran vistas con mucho recelo en todo Oriente Medio.

Cuando Alemania y Turquía se aliaron en la Guerra, Occidente podría quedarse sin el acceso a los pozos de petróleo que ya comenzaban a alimentar los motores de aviones, carros y camiones, imprescindibles para ganar la contienda. La iniciativa británica fue liderada sobre el terreno por un personaje de leyenda. Lawrence de Arabia.

Al estallar la Gran Guerra, el sultán Mehmed, como cabeza del Islam llamó a sus súbditos musulmanes a la Yihad contra los aliados. Este intento encontró resistencia en muchos árabes, que, por el contrario, vieron en el estallido del conflicto mundial una oportunidad para deshacerse de la tutela otomana.

Husayn ibn Ali, era una figura de inmenso prestigio en el mundo árabe, y sus dos hijos, Abd Allah y Faysal fueron llamados a liderar el nuevo Oriente Medio. En cuanto Turquía se puso del lado de Alemania, el General británico Kitchener animó al levantamiento contra los otomanos mostrando su decidido apoyo militar a la causa árabe. Esta oportunidad no fue desaprovechada por el guardián de La Meca para crear un estado árabe.

En su correspondencia con el comisario británico Mc Mahon, Inglaterra acepta en un principio una nación  árabe que comprenda las actuales Arabia, Siria, Líbano, Israel, Jordania, Irak y los territorios palestinos. Solo se excluyeron de las pretensiones árabes el litoral Mediterráneo de Siria, Líbano y el Sur de Irak., en los dos primeros casos para proteger a las minorías cristianas, y en el segundo para mantener el control de los pozos de petróleo.

El 10 de junio de 1916, Husayn se hace nombrar rey de los árabes en la Meca. A partir de este momento, y como bien se refleja en la magnífica película de David Lean, todo son victorias hasta alcanzar en junio de 1917 Aqaba, y Jaffa, la actual Tel Aviv, en noviembre de 1917. En diciembre de 1917, el general Allenby entró en Jerusalén; y las tropas árabes en Damasco casi un año mas tarde.

Cuando los acuerdos secretos Sykes-Picot de 1916 entre las diplomacias francesa y británica salieron a la luz ya fue muy tarde para los árabes y los otomanos. No solo nunca tuvieron Francia e Inglaterra, la más mínima intención de crear una nación árabe fuerte, sino que además claramente se perseguía el reparto de los recursos del petróleo y mantener gobiernos débiles y títeres en la región. A ello se añadió la Declaración Balfour en 1917 que mostró el apoyo británico a la creación de un hogar nacional judío en Palestina. En 1918 con la finalización de la Gran Guerra, las potencias occidentales actuaron con prontitud y consiguieron sus objetivos.

Desde Damasco y liderados por Faysal se organizó el nuevo reino, que nació muy coartado por las pretensiones aliadas, y de hecho Faysal aceptó todas las condiciones impuestas en la Conferencia de Paz de París de 1919. Los acuerdos de San Remo y Sevres en 1920 refrendados por la Sociedad de Nacional de 1922, autorizaron la intervención militar francesa que provocó la expulsión de Faysal del efímero trono de Damasco y la ocupación del Líbano que quedaría bajo dependencia francesa.

En la zona británica, las antiguas provincias otomanas de Mosul, Bagdad y Basora se unieron para formar una entidad nueva llamada Irak, bajo mandato británico, en cuyo trono se colocó al príncipe Faysal, recuperado desde Damasco y que sería un fiel aliado de Occidente.

Bajo mandato británico quedó también Palestina, que se comunicaría con Iraq a través de la Transjordania situando poniendo al príncipe Abd Allah como rey, cuya dinastía continúa reinando en Jordania, para gran asombro del mundo, ya que su única función fue comunicar las posesiones británicas en la región.

El efímero reino de Hiyaz en la Costa del Mar Rojo, gobernado por la casa Hachemita que reina también en Marruecos, y que se considera descendiente directo del profeta, acabó devorado por el sultanato vecino de Nechd en 1925 bajo la casa de Saud que aun hoy gobierna en Arabia Saudita.

Las consecuencias de esta guerra provocaron una gran inestabilidad política, social, estratégica y religiosa que se ha extendido hasta nuestros días.

Faysal, protegido por los británicos acabó reinando en Irak. Sus sucesores se mostraron abiertamente pro-británicos y contrarios a muchas iniciativas árabes. Su nieto murió en el golpe de estado del coronel Abdul Karim Qassim, tras haber apoyado la intervención británica en la guerra del Sinaí. Como un mecanismo de reacción frente al golpe de estado de Nasser en Egipto que abrió las puertas al socialismo árabe, Faysal promovió la creación de una federación jordano iraquí apoyada en los lazos familiares entre ambas monarquías para oponerse al avance comunista. Un sueño que terminó con la intervención militar auspiciada por Moscú.

Líbano había quedado bajo protectorado francés para proteger a los cristianos de las matanzas provocadas por los turcos en los comienzos de siglo. Durante esos años, los cristianos dominaron el poder en Líbano hasta que, tras la retirada de 1946 de Francia, se abrió un periodo de inestabilidad que culminó en la guerra civil entre el gobierno libanés cristiano de Chamoun y las fuerzas árabes apoyadas por Nasser que terminó con la intervención estadounidense. En 1970 la OLP instaló su cuartel general en Beirut y decenas de miles de exiliados palestinos eligieron Líbano como su hogar, provocando un alud de intervenciones y guerras civiles que todavía hoy perduran.

No fueron las cosas muy diferentes en Irán, donde los Reza Pahlevi gobernaron primero apoyados por los británicos y después en los años sesenta por Estados Unidos. El Secretario de Estado Dulles ante la pregunta sobre si la CIA y el Mi6 gastaron mucho para derrocar al coronel golpista  Mossadegh auspiciado por Rusia que había nacionalizado la British Petroleum, contestó que no había sido mucho. El gobierno corrupto de Persia sirvió para contener al comunismo pero sentó la bases del régimen islámico que hoy gobierna en el país.

En Egipto, Nasser inició su revolución socialista que sirvió de modelo a Libia, Argelia, Túnez, Siria y después Irak. Pero el brusco cambio que supuso Sadat y los acuerdos de Camp David abrieron una nueva franja entre los países árabes, que fue todavía mayor con el colapso de la Unión Soviética. No ha sido hasta la llegada de Putin que algunos de aquellos viejos lazos se han recuperado.

Los acuerdos ente Francia y el Reino Unido urdidos para repartirse el Imperio Otomano, al que se sumó en un principio la Rusia zarista que aspiraba a tomar Estambul bajo su control, fueron publicados por la prensa soviética en 1917. Pero no cabe duda que estos acuerdos y la gran revuelta árabe definieron toda la realidad de la región hasta hoy. Por una parte se negaron las promesas de  Lawrence de crear un estado que incluyera Arabia y Siria por haber apoyado a los aliados frente a Alemania. Los acuerdos pretendieron garantizar la seguridad de las minorías cristianas en la región, lo que provocó fuertes movimientos de radicalización islámica. Los gobiernos títeres creados al amparo de estos acuerdos fueron cayendo salvo los casos de Arabia y Jordania bajo dictaduras militares controladas por la Unión Soviética como Siria, Irak y Egipto. En estos años se cocinó el radicalismo frente a Occidente, culpable de todos los males acontecidos. El conflicto entre palestinos e Israel también tiene sus orígenes en estos acuerdos. Por una parte se fraguó una perdurable amistad entre Arabia Saudita e Israel, pero por otra, con la declaración Balfour al año siguiente, el dibujo de una Palestina árabe quedó reemplazado por una Palestina judía.

Años más tarde Ataturk se opuso a los acuerdos de Sevres y lanzó un ataque sobre las fuerzas francesas en Siria. Pero los británicos una vez más supieron maniobrar con inteligencia moviendo a las tribus locales ante el nuevo expansionismo turco. Francia una vez más echó mano de su diplomacia Tayllerand y llego a un acuerdo con el líder turco que renunció a su expansión hacia el sur, a cambio de obtener algunas provincias del norte de Siria donde habitan los kurdos, generando un nuevo conflicto que todavía perdura con la nación sin territorio más grande del mundo. Los británicos, por su parte, a lo suyo, conservaron los pozos de petróleo de Irak incluyendo Mosul.

Uno de los objetivos estratégicos del Estado Islámico ha sido revertir los efectos de los acuerdos Sykes-Picot y recrear la Gran Siria. Similar objetivo, aunque con una filosofía y ambición nacionalista y modernizadora, se inició tal día como hoy hace cien años desde la lejana ciudad de La Meca de la mano de un personaje de leyenda, Lawrence de Arabia.


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